Fuente: Cronista – La cadena Martinelli Caffe mezcla el típico gelato con los cannolis y sándwiches clásicos del norte italiano. Ya tienen cinco sucursales, quieren desarrollarse con franquicias y pronto inaugurarán su primer local en el exterior.
Carlo Contini vivió buena parte de su juventud en Parma, en el norte de Italia, y luego pasó una década trabajando como bartender en España, donde conoció a su actual esposa. Ella extrañaba mucho a la Argentina y él no dudó en acompañarla de regreso a casa.
Desde 2011 Contini vive en Buenos Aires, pero todavía conserva su acento bien presente. En plena pandemia decidió conectar sus raíces con su pasión por la gastronomía y las ganas de emprender. Junto a su socio, el chef Manuel Barraza, fundaron Martinelli Caffe, una cadena de cafeterías que combinan desde platos típicos de la región de Emilia-Romaña hasta el gelato italiano y preparaciones locales. Ya cuentan con cinco sucursales abiertas, recientemente lanzaron sus primeras franquicias y este año esperan plantar bandera en el exterior con su formato.
Affogato, cannolos de ricota y cannoncinos rellenos de crema de pistacho son algunas de las estrellas del menú. No obstante también aparecen opciones menos mainstream pero que son clásicos en la ciudad natal de Contini, como la piadina, un sándwich hecho con un pan fino de harina de trigo; la zepolla, un dulce tradicional relleno; y los cornettos, un híbrido entre medialuna y croissant muy consumido en el norte italiano. «Lo que queremos destacar es la cafetería italiana, no es una cafetería de especialidad. Somos la única cafetería italiana que no es un ristorante«, aclara el emprendedor.
Debut poco convencional
Los primeros productos de Martinelli se vendieron en una inmobiliaria. En realidad, Contini y Barraza tenían un local libre en Palermo, pero antes de lanzarse al mercado querían hacer una prueba piloto para saber qué productos podían funcionar.
Así fue que hicieron una alianza con una compañía de venta de inmuebles sobre avenida Santa Fe. «Nos dimos cuenta que el nivel de compra era alto y los clientes volvían, además nos ayudó para hacer marketing», recuerda. Eso les dio el empujón necesario para abrir la primera sucursal de Martinelli Caffe en 2020 frente a plaza Armenia.
Al principio vendían muchas medialunas y facturas argentinas y poco a poco fueron virando para darle más espacio a los productos dulces italianos. Unos meses después los contactaron desde el Mercado de los Carruajes para instalar ahí su segundo local. «Los primeros seis meses ahí fueron buenos, pero después cayó el tránsito de personas en el mercado. Por eso sumamos algunos productos salados para generar mejor venta», detalla Contini.
Después de abrir su tercer local propio, en Colegiales, el año pasado los socios decidieron lanzar su modelo de franquicias. La primera se inauguró en Caballito en octubre y la otra en Núñez a fin de año. La inversión inicial para cada una es de aproximadamente u$s 49.000 y estiman que cada sucursal puede facturar entre u$s 100.000 y 180.000 por año, según el tamaño.
«Queremos desarrollar las franquicias, aunque no masificarlas porque le vamos a quitar espacio a otros franquiciados nuestros. Además buscamos que los costos sean manejables. Hay escasez de buenos recursos humanos y los costos son muy altos por lo que intentamos simplificar las operaciones», indica. Las opciones de locales van desde formato kiosco de 30m2 hasta los más grandes de 110m2. Si bien cada local tiene un espacio para cocinar productos, la marca tercerizó la producción de algunas preparaciones con recetas propias. «La época no es como para tener una estructura muy grande», explica el emprendedor italiano. Martinelli Caffe recién empieza a cobrar su fee de franquiciante al tercer mes de operación.
Cruzar la frontera
Por el momento, Contini no piensa en sumar una parte de restaurante a su propuesta. Su padre tuvo una pizzería durante muchos años y él trabajó ahí en su juventud para luego enfocarse en el mundo de la coctelería. «Hoy hay que pensar en proyectos modernos, que se puedan operar sin necesidad de contar con muchas personas y muy especializadas», apunta. No obstante, remarca que el modelo de franquicias no impide que abran otro local propio.
Con la Ciudad de Buenos Aires inundada de cafés de especialidad, los socios ahora quieren crecer en otras zonas. «Este año pensamos abrir dos o tres locales acá. Nos interesa Canning, Lomas, Pilar. La ciudad está muy atomizada», puntualiza.
Pero el gran proyecto de Martinelli Caffe para 2024 es abrir su primera sucursal fuera del país. Antes de junio, proyectan, se daría la inauguración de su cafetería en Montevideo con un masterfranquiciado local. También están en negociaciones para plantar bandera en Chile y Paraguay. «En México tenemos a alguien interesado en tener la franquicia que quiere invertir en un centro de producción propio», destaca.
En el exterior el modelo de negocios será diferente. El 90% de la producción se importará desde Italia con preparaciones ultracongeladas para tener listas en cada local. Las sucursales en el mercado argentino utilizan todos insumos locales, excepto el pistacho. «Hemos tenido algún problema con el pistacho, pero fue lo único. Y tampoco es nada grave. Se le avisa al cliente y que pida otra cosa. Es parte del dinamismo que hay en la Argentina», remarca Contini.