Fuente: La Nación ~ Determinar el origen de vinos catados a ciegas, brindar un servicio de bebidas a una mesa con varios comensales y distintas elecciones, fundamentar cambios en cartas de vinos de restaurantes, reconocer personalidades del vino y bodegas icónicas con tan solo ver una cara o un paisaje… esas fueron algunas de las pruebas de destreza, conocimiento y habilidad sensorial que formaron parte del concurso Mejor Sommelier de Argentina, del que resultó ganador Valeria Gamper, de 35 años, egresada del Centro Argentino de Vinos y Espirituosas (CAVE).
Organizado por la Asociación Argentina de Sommeliers (AAS), la final del concurso que se realiza cada dos años tuvo como sede ayer la Sala de Cámara de la Usina del Arte. Allí, se midieron las tres finalistas: Stefanie Paiva Harwat, Andrea Donadio y Gamper, ante un jurado conformado por personalidades del mundo del vino, la coctelería y la gastronomía, en el que se encontraba el anterior ganador del concurso, Martín Bruno.
«La final fue una final de gran nivel. Valeria tuvo una performance muy sólida. No es que tuvo pruebas muy altas y otras muy bajas, sino que fue muy constante durante toda la competencia. Ya durante la semifinal mostró un nivel de conocimiento en el examen teórico, en la degustación a ciegas, en la degustación de spirits y en la prueba de café, que es una prueba nueva», comentó Matías Prezioso, presidente de la AAS.
«Cada vez son más difíciles los concursos -comentó Valeria Gamper-. Como el nivel es cada vez alto, los competidores son mucho más talentosos y tienen mucho más destreza, es mucho más difícil prepararse. Antes te preparabas con teoría y un par de catas, y salías; ahora es teoría, pero cada vez con mayor profundidad y actualidad, de catas pasamos a destilados, a reconocimiento en copa negra (ya no en copa transparente), y sumás catas de te a ciegas, de cafés, de aceites de oliva. Uno a veces siente que nunca es suficiente, que nunca estás lo suficientemente preparada».
Valeria Gamper se desempeña como consultora y esta es la cuarta vez que compite en el concurso Mejor Sommelier de Argentina; en su edición anterior, la 2017, obtuvo el segundo puesto. Al año siguiente, Gamper lograría el cuarto puesto del Concurso Mejor Sommelier de las Américas 2018, realizado en Canadá. Y ahora, por ganar el concurso de la AAS, la sommelier se ha ganado un lugar para representar a la Argentina en el concurso Mejor Sommelier de las Américas 2021.
Pruebas de cata, servicio y conocimiento
La final comenzó pasadas las 15 horas. La primera prueba consistía en catar a ciegas un vino blanco, para luego describirlo -en inglés- en todos sus aspectos (vista, aromas, sabores) y en función a dicha descripción determinar el origen del vino y proponer temperatura de servicio, maridaje y potencial de alejamiento. La siguiente prueba, también de cata a ciegas, enfrentó a las participantes a tres copas de una misma variedad de tinto, para determinar la variedad y los orígenes de los tres vinos. Para la primera prueba disponía de tres minutos, para la segunda, dos.
A continuación se siguieron pruebas de servicio. La primera consistía en atender una mesa de seis comensales: cinco beberían espumante, el sexto un dry martini; para ello contaba con siete minutos para que todos los comensales/jurados recibieran la bebida en tiempo y forma. Luego tuvo que improvisar un plan estratégico para la promoción del espumante argentina, y en un par de minutos exponérselo a uno de los integrantes de Wines of Argentina (entidad que se dedica a la promoción del vino argentino en el exterior), que era uno de los jurados.
Nuevamente en inglés, las participantes debían pensarse sommeliers de un «restaurante clásico con una carta de vinos clásicos», y señalar tres causas por la cuales ese supuesto restaurante debería incluir una categoría de «vinos naturales»; quien escuchaba atenta las respuestas era la Master Sommelier y Mejor Sommelier de Francia Pascaline Lepeltier, que ofició como invitada del jurado. A continuación, delante de Pablo Rivero, también jurado y dueño del restaurante Don Julio, debían recomendarle que vinos comprar y que no, de una lista de vinos de colección en la que habían sido introducidos algunos vinos en cuya descripción había errores.
Tres variedades de quesos -crottin, gruyere y pecorino- fueron dispuestas en una mesa, junto con casi una decena de vinos distintas variedades y procedencias, para que las concursantes propongan el orden de degustación de los mismos, y su maridaje. Después de un intermedio, llegó una de las pruebas más esperadas -una en que la que los asistentes pueden jugar a poner en práctica su conocimiento-, en la que se proyectan fotos de paisajes, de personas, de etiquetas de vino, y en las que se deben adivinar los nombres propios.
La última prueba de servicio fue de velocidad y precisión: dos botellas de vino blanco y casi una veintena de copas. Las participantes contaban con tres minutos para servir todas las copas con igual cantidad de vino, no pudiendo volver atrás para equilibrar las medidas. A modo de entretiempo, y mientras el jurado deliberaba, en la Usina del Arte se desarrolló una feria de vinos, hasta que, cerca de las 21, se dio a conocer el nombre de la ganadora.