Fuente: La Nación – En noviembre pasado, cuando se dispuso un segundo cierre para los espacios interiores en restaurantes, el chef ejecutivo de Apparatus Room, Thomas Lents, sintió que volvía a foja cero al pensar en cómo mantener a flote su establecimiento. El director del hotel Detroit Foundation, en el que se encuentra el restaurante, estaba igualmente preocupado.
La conclusión ineludible era: “Entre los dos, vamos a tener un restaurante y un hotel vacíos de nuevo”. Hasta que surgió la inspiración. “Fue como un momento eureka: ‘A lo mejor hay una manera de hacer que esto funcione’”.
Es el tipo de adaptación a las necesidades con la que los hoteles alrededor del mundo han tenido que lidiar en el último año, con la pandemia prácticamente eliminando las vacaciones y los viajes de negocios y dejando vacías habitaciones que hubieran estado llenas de viajeros. La ocupación hotelera en los Estados Unidos cayó al 44% en 2020, un récord histórico según la consultora turística STR.
En un principio, los hoteles abrían sus puertas a los trabajadores de la salud o a personal de emergencias, a gente que se estaba recuperando del covid o a aquellos que no tenían en dónde quedarse. Con el tiempo, empezaron a ofrecer sus espacios a los profesionales que podían trabajar de forma remota con facilidad y tener sus reuniones por Zoom sin necesidad de la presencialidad. Algunos incluso empezaron a ofrecer “vacaciones escolares”, facilitando ayuda técnica para estudiantes que aprendían de forma virtual.
Muchos, sin embargo, fueron encontrando maneras de generar ingresos aun cuando los huéspedes no se quedan de noche, transformando las habitaciones hoteleras en espacios en los que se puede trabajar o hacer los quehaceres sin gente alrededor.
Para el hotel Detroit Foundation, la solución fue convertir 30 habitaciones vacías en “restaurantes privados” para gente que demandaba la experiencia del restaurante. Los clientes pagan US$50 para usar la habitación, pedir comida por teléfono y llamar cuando quieren almorzar o cenar. Los mozos dejan los platos en una bandeja en la puerta, y si alguien entra el uso de tapabocas es obligatorio.
Resulta que la gente buscaba exactamente eso: El Apparatus Room tuvo cientos de llamados diarios y terminó armando una lista de espera. Cuando el pasado miércoles el restaurante volvió a abrir a un cuarto de su capacidad, el número de “restaurantes privados” se redujo a la mitad, y Lents asegura que siguen sobrevendidos.
“Se trata de ofrecer hospitalidad; la gente quiere seguir haciendo las cosas que hacía antes, como ir a cenar y ver una película”, dice Lents. “Vienen, comen algo rico y miran Netflix. Podemos ofrecer eso en un ambiente cuidado”.
En el hotel Sofitel Washington D.C. Lafayette Square no se cobra la habitación, pero quienes quieran pedir algo del mejorado “menú privado” deben gastar al menos US$70 en comida o bebidas.
Comer en una habitación privada podría parecer un lujo, y los hoteles están apuntando a una actividad más práctica: trabajar. En la página de su nuevo “programa de homeoffice”, el Mandarin Oriental pregunta: “¿Cansado de trabajar desde casa?” Ofrecen una habitación, Wi-Fi gratis, servicio de impresión y acceso al gimnasio de 8 am a 6 pm.
El programa “Trabajar desde el Hamilton”, del D.C. Hamilton Hotel, incluye una máquina de café y un fax o impresora a disposición, y los precios arrancan en US$79. El hotel Sawyer, en Sacramento (California), alquila cabañas con piscina por US$150 para aquellos que quieran trabajar al lado de la pileta, con almuerzo, agua, Wi-Fi y estacionamiento incluidos.
En Brooklyn, el Wythe Hotel convirtió para el verano sus habitaciones de estilo loft en oficinas, en colaboración con la empresa de co-working Industrious.
“En su momento parecía un gran experimento: ¿esto va a funcionar?”, dice Anna Squires Levine, la jefa comercial de Industrious. “Quedamos muy sorprendidos con la demanda”. Entonces, decidieron expandir la colaboración y ofrecer un programa de membresía que lanzaron esta semana, ofreciendo el uso de oficinas en suite cuatro días al mes por unos US$300, y la opción de reservar días adicionales. Los miembros que quieren quedarse más de lo que dura una jornada laboral reciben un descuento del 25% por noche.
Yannis Moati, CEO de HotelsByDay, una empresa que permite que los clientes reserven habitaciones o amenities para uso diario, dice que algunos hoteles están ofreciendo “habitaciones gimnasios”, para que la gente pueda ejercitarse en privado. Su compañía comenzó a operar en 2015, pero cree que la pandemia obligará a los hoteles a ser muy creativos de cara al futuro.
“Nuestra opinión es que los hoteles van a ser más flexibles que nunca”, afirma. “Si antes se concentraban exclusivamente en el pernocte y la estadía, para la pos pandemia van a ser mucho más flexibles en el uso de su espacio.”
Steven Carvell, profesor de finanzas y director del Centro del Real Estate y las Finanzas de la Escuela de Administración Hotelera, parte de la prestigiosa Cornell University, explica que los hoteles tendrán que tener en cuenta las regulaciones sindicales y los posibles riesgos de garantías y seguros si quieren buscar maneras de readaptarse. Ha escuchado de hoteles que se usan para que estudiantes universitarios tomen clases virtuales, o de pedidos de padres que necesitan alquilar habitaciones con servicios de guardería para sus hijos. Un hotel en Nueva York, dice, comenzó a permitir que equipos de cine o televisión filmen durante el día, cuando normalmente lo hubieran tenido que hacer de noche.
“A esta altura, depende del nivel de desesperación”, termina Carvell.