Fuente: Clarín ~ La enfermedad no tiene cura, pero la alimentación es clave para revertir los síntomas.
Cada vez hay más opciones de comidas para celíacos en la Argentina, pero no son del todo seguras. Algunas de las nuevas leyes buscan minimizar los riesgos de la contaminación cruzada.
Se estima que en la Argentina hay cerca de 400.000 celíacos, alrededor del 1% de la población. Cada vez hay más diagnósticos en el país y cada vez, más información sobre esta enfermedad autoinmune que tiene un abanico muy grande de síntomas: desde problemas intestinales, problemas en los huesos o en la piel hasta trastornos ginecológicos en las mujeres, entre otros. No hay cura (es una condición que se lleva de por vida) pero los síntomas revierten y se puede estar sano y sin tomar ningún remedio de una sola manera: con una dieta libre de gluten. Es decir, está prohibido comer trigo, avena, cebada y centeno.
Impulsados por asociaciones y por viejos y por nuevos celíacos, cada vez son más los municipios que suman ordenanzas y leyes con el fin de mejorar la calidad de vida de las personas con esta condición. Los temas que más preocupan suelen ser comunes, a pesar de las distancias dentro del país: los altos precios, que haya pocos lugares aptos y seguros para comprar y consumir productos sin TACC y que se generen espacios para difundir, diagnosticar y concientizar.
La ciudad de Buenos Aires logró aprobar este año un proyecto que se convirtió en Ley (la 5999), que busca capacitar de manera gratuita a los locales gastronómicos para que brinden opciones libre de gluten. Se trata de un programa voluntario para comercios, que deben inscribirse y capacitar a su personal con el fin de garantizar el proceso gluten free, desde la preparación del alimento hasta que es servido en la mesa.
“Que fuera obligatorio dar un menú celíaco fue algo que no funcionó, por eso esta nueva ley busca que se haga lo que es posible y factible. Va en esa línea, para que los restaurantes que se anoten puedan brindar un menú seguro y garanticen que no haya contaminación cruzada. Lo más importante es que el celíaco pueda salir a comer junto con su familia en restaurantes seguros ”, señaló Sergio Abrevaya, legislador porteño por el GEN.
También en la Ciudad se propuso a través de un pedido de la diputada Patricia Vischi, de Evolución, que los productos para celíacos ingresen al programa de Precios Cuidados. “En relación a algunos productos tradicionales, se puede pagar hasta un 300 % más por uno libre de gluten», dice Vischi. En algunos casos, incluso, como las harinas, las premezclas o los fideos, los alimentos para celíacos cuestan hasta cinco veces más que los alimentos con TACC.
En Mendoza, el diputado por la UCR Federico Zamarbide impulsó un proyecto para reducir el IVA de las empresas que fabriquen alimentos sin TACC, con el fin de abaratar los costos. Junín sumó una nueva iniciativa para sus habitantes, que en este caso ya fue aprobada. “Por ejemplo, se brindan beneficios en el pago de tasas, donde si se pone una fábrica o se arma una cocina para alimentos libre de gluten, está la posibilidad de eximir el derecho de construcción, y en la tasa de seguridad e higiene, lo que serían ingresos brutos a nivel local, también hay una eximición”, explica Marcelo García, concejal por Cambiemos de esa localidad.
Por una iniciativa del concejal Carlos Pereira, Santa Fe decidió cambiar una ordenanza con la intención de eliminar la posibilidad de contaminación. Entienden que como es muy difícil lograr que todos los locales de comida puedan ofrecer opciones seguras y sin contaminación cruzada (algo que se produce cuando un alimento sin gluten entra en contacto con otro que tiene gluten) había que modificar la norma: ahora sólo podrán ofrecer comida sin TACC los locales que tengan una cocina exclusiva sin gluten. Y desde esos lugares podrán vender sus productos, certificados y envasados, a los restaurantes que quieran adquirirlos.
Las ordenanzas y las leyes avanzan y son cada vez más, pero la realidad muchas veces es otra. “Esto ocurre desde hace años, y habiendo tantos municipios aparecen todo el tiempo leyes nuevas. El problema está en que si no hay voluntad política, la ley se convierte en letra muerta. Si desde el Ejecutivo no se brindan recursos ni se impulsa a que se la cumpla todo queda en la nada”, dice Rolando Gail, integrante del Grupo Promotor de la Ley Celíaca Nacional, sancionada en 2009.
Hoy se está trabajando en mejorar esa normativa: en 2015 se hicieron modificaciones que buscan cambiar algunos puntos clave, como que los medicamentos, al igual que los alimentos, tengan la leyenda “libre de gluten” en sus cajas. Uno de sus artículos, además, determina la obligatoriedad de ofrecer un menú sin gluten a todo tipo de establecimientos gastronómicos, algo difícil de cumplir. Por eso, por el momento, los cambios “duermen” en el Congreso.
Chaco, Corrientes, San Luis y Santa Fe, entre otras provincias, y muchos otros municipios de la provincia de Buenos Aires y de otras partes del país vienen trabajando en nuevas leyes y ordenanzas. Los pasos se dan de a poco. Concientizar sobre el daño que apenas una miga de pan puede hacerle a un celíaco lleva mucho trabajo y mucho tiempo. Pero todos suman su granito de arena, dentro del largo camino que se viene recorriendo para que los celíacos puedan vivir un poco mejor.