Fuente: BAE ~ Dimitri Svetlichniy es el dueño de El Molino Dorado, un lugar sólo para 21 comensales. Llegó a la Argentina con su madre hace 23 años, casi no conocían el idioma. En 2007, abrió una parrilla que al año se convirtió en un lugar donde ofrece las comidas de su infancia. Tiene familia en Rusia y su padre está en Ucrania, vive con el corazón partido.
Desde que Rusia invadió a Ucrania, Dimitri Svetlichniy, dueño del restaurante eslavo de comida rusa El Molino Dorado, está muy triste. Antes de esto, le gustaba decir: “Un día me acosté en la Unión Soviética y me desperté en Ucrania”. Tiene familia en ambos países, su corazón está partido. Para tratar de olvidar el presente, entra a la cocina de su restaurante ubicado Quito y Treinta y Tres Orientales en Almagro y se inspira con platos de su tierra.
Llegó a la Argentina en 1998, junto a su mamá Irina, dos valijas y 2.000 dólares. Sin conocer ni siquiera el idioma. Hizo de todo, atendió un McDonald’s, estibó cargas en el puerto, probó con enfermería y kinesiología, pero finalmente en 2007 se decidió por abrir un restaurante con su madre. Abrió una parrilla, pero en 2008, el negocio giró y terminó con un restaurante eslavo de comida soviética.
Dimitri Svetlichniy no dudó al definirse: “Soy ciudadano ucraniano con alma rusa y corazón argentino. Hasta los 11 años viví en la Unión Soviética, hasta los 18 años en Ucrania y hace 23 años, vivo en Argentina, el mejor país del mundo, aunque muchos acá no saben valorar lo que tienen”, contó a BAE Negocios, el dueño de El Molino Dorado.
El restaurante es chiquito, sólo hay lugar para 21 clientes. No falta el color rojo, ni imágenes soviéticas, gorros con estrellas y matrioshkas. Las más de 30 variedades de vodka que ofrece son la estrella de la casa.
El dueño de El Molino Dorado, vive un momento difícil, contó: “hasta que no termine el conflicto entre Ucrania y Rusia decidí no dar notas. Tengo familiares en Rusia, a mi papá con otros familiares en Ucrania. Para mí todo es muy personal”.
A pocas horas de la invasión de Rusia a Ucrania, Dimitri escribió: «Uno de los días más tristes de mi vida. Tengo esperanza que esto termine lo más pronto posible y con menos víctimas posible. Mucha gente se preocupó de llamarme o escribir y dar su apoyo. Tengo familia tanto en Rusia como en Ucrania, gracias a Dios ninguno sufrió daños».