Fuente Clarín Gourmet by @urquizabodegon– Pasó de trabajar con el multipremiado chef Mauro Colagreco en Francia a su local de La Plata.Ofrece desde milanesas a la napolitana hasta pastas y buñuelos en porciones super abundantes.
Como en la mayoría de los bodegones, en Urquiza Bodegón sirven la milanesa a la napolitana para compartir entre tres. Pero lo que hace único a este restaurante de La Plata es que pertenece a un cocinero que fue parte de algunas de las mejores cocinas del mundo, y que además fue la mano derecha del multipremiado chef Mauro Colagreco y que después de trabajar años en Europa, volvió a su ciudad para servir platos que confortan y se comparten, a precios amigables.
Gonzalo Benavides (46) es amigo de la infancia de Mauro Colagreco, fueron al mismo colegio, compartieron amigos y jugaban al rugby juntos. Ya de grandes trabajaron a la par en el proyecto más importante del reconocido cocinero, su restaurante Mirazur en Francia, premiado con una estrella Michelin y elegido enreiteradas ocasiones como el mejor restaurante del mundo.
Gonzalo -después de más de una década en Europa- volvió a su país para honrar la comida de su tierra. Abrió su local al que le dio impronta de bodegón y allí sirve platos que zigzaguean entre la cocina italiana y la española, que se sirven en grandes porciones y que son la antítesis de la cocina en la que venía trabajando.
La historia del cocinero Gonzalo Benavides
Gonzalo Benavides al igual que su amigo Mauro Colagreco estudió cocina. Por eso, cuando el famoso chef abrió Mirazur, su restaurante más premiado en Francia, no dudó en llamarlo: “Éramos cuatro en un restaurante enorme al que no iba nadie. Repartíamos volantes en los autos”, cuenta Gonzalo.
Allí llegó a ser jefe de cocina y acompañó a su amigo en la primera época. Dejó el restaurante y pasó por otras cocinas prestigiosas de Europa como Hacienda Benazuza, el hotel del Bulli (restaurante del reconocido cocinero Ferran Adriá) y Mugaritz, restaurante vasco reconocido internacionalmente como uno de los mejores del mundo.Gonzalo Benavides junto a su colega y amigo personal Mauro Colagreco.
Su amigo Colagreco lo convocó otra para una apertura: esta vez para armar una hamburguesería gourmet en La Plata. Gonzalo aceptó pensándolo como un proyecto más: “No tenía planes de volverme. Lo ví como un plan de seis meses. Mi idea era volver a España”, recuerda.
Juntos abrieron Carne, Gonzalo participó en el desarrollo de este nuevo concepto: una hamburguesería que se caracterizaba por trabajar con materias primas premium como carne de pastura o huevos orgánicos.El salón de Urquiza Bodegón. Foto: Martín Bonetto.
Ya en el país, otro amigo de la infancia le propuso abrir a Gonzalo un restaurante propio: “Yo venía haciendo alta cocina. En España había una gran crisis económica. No podía hacer paellas en Valencia. Tampoco tenía en claro qué iba a hacer cuando volviera acá”, explica.
En 2014 apareció una oportunidad para alquilar un pintoresco local en la esquina de la calle 13 y la 56, en el centro de La Plata. Lo llamaron “Café Urquiza”: “Mi socio era administrador de empresas y me advirtió que la alta cocina no iba a funcionar. Y a la vez yo venía con la idea de Carne, de desarrollar un producto de consumo diario pero de buena calidad. Por eso armamos una propuesta con sándwiches y ensaladas”, describe.El chef Gonzalo Benavides junto a los comensales de Urquiza Bodegón. Foto: Martín Bonetto.
Pero según Gonzalo el concepto no estaba claro: “Nosotros pensábamos en Café San Juan y la gente lo asociaba con Café Martinez. Servimos fish and chips, también pasta frola o polenta con estofado y eso nos jugó en contra”, admite. Mientras tambaleaba su local, el cocinero platense no se quedó quieto y abrió otro proyecto pero esta vez la propuesta estaba clara: bakery y platos livianos. “Flora, mi otro local explotó, le fue muy bien”, señala.
Llegó la pandemia y el confinamiento terminó de matar a su Café Urquiza: “Fue un desastre. Trabajamos mucho con los empleados públicos de la zona al mediodía y esa gente no volvió a trabajar nunca”.Urquiza Bodegón queda en La Plata. Foto: Martín Bonetto.
Algunos de los platos que servían eran de bodegón pero según Gonzalo pasaban desapercibidos entre tanta mezcla. Los que más funcionaban eran los que se servían al mediodía. “Detectamos un resurgir de los bodegones y entendimos que teníamos que pegar volantazo: cambiamos la carta, las presentaciones y hasta el nombre”, así nació Urquiza Bodegón.
Ya con el rumbo claro, la gente volvió y este espacio reconfigurado se transformó en un éxito rotundo: “Después de haber ido a comer a lugares muy buenos, de haber trabajado en las mejores cocinas, elijo esto. Y creo que a la gente le pasa lo mismo: elige lugares donde sabe que va a comer rico y el trato es ameno, no distante. Acá trabajamos para el paladar del argentino con sabores que todos conocemos”, explica.El clima familiar de Urquiza Bodegón. Foto: Martín Bonetto.
Cómo es Urquiza Bodegón
Un local antiguo emplazado en una esquina bien ubicada sobre una de las principales arterias de la ciudad de La Plata. Se nota que fue reformado, el salón es amplio y bullicioso. Las paredes conservan el ladrillo a la vista pero se lo pintó de blanco lo que le da amplitud y luminosidad, los pisos son de madera y aportan calidez.
Hay frascos con conservas en estanterías que completan la decoración. Si bien es un estilo bodegón, hay toques pensados de modernidad como los manteles individuales de papel madera con el logo del lugar o pinturas llamativas que contrastan y dan color.La barra de Urquiza Bodegón. Foto: Martín Bonetto.
El público es ecléctico: en el salón conviven mesas de mujeres, familias, grupos de amigos y hasta parejas. Comensales disímiles que comparten las ganas de charlar con los suyos mientras comen un plato que, a través de sus sabores, los traslada a un recuerdo de la infancia, a lo conocido y reconfortante.
Gonzalo pensó este lugar desde esa sensación, los sabores que pasaron por su paladar cuando aún no sabía hacer ni un huevo frito. Y detectó la falta, en la zona no había propuestas similares: “solo se asemejan los buffets de clubes pero ninguno es un bodegón aggiornado como este”, explica.La pasta de Urquiza Bodegón. Foto: Martín Bonetto.
“Este restaurante es más lindo, con esta propuesta nos posicionamos en un lugar que está bueno y además manejamos precios de bodegón; no me gusta cobrar caro lo que servimos”, asegura. Además del amplio salón, disponen de mesas en la vereda para disfrutar allí los platos de Gonzalo en las noches de buen clima.
Qué se come en Urquiza Bodegón y cuánto sale
Vermouth en Urquiza Bodegón. Foto: Martín Bonetto.
En este restaurante la mayoría de los platos son para compartir: “Les advertimos que va a sobrar. Soy exagerado para todo. Es más, me dicen poné menos pero imposible porque hay una relación directa entre el bodegón y las porciones grandes”, enfatiza Gonzalo y admite que cuando se comen todo lo que piden no se queda tranquilo.Las papas fritas de Urquiza Bodegón. Foto: Martín Bonetto.
Al sentarse en la mesa, los mozos reciben y le sirven pan de campo casero y tibio con un dip de alioli para degustar mientras se recorre la carta. A diferencia de las que se suelen encontrar en restaurantes de este estilo, ésta es corta: “En realidad son 4 o 5 productos combinados: lenguado, lomo, milanesa de ternera y de pollo, con salsas”, enumera.
Dentro de los entrantes los que más populares son los buñuelos de verdura. Se sirven con limón y mayonesa casera. Son enormes, vienen seis por porción. Al morderlos son crujientes pero en el interior aparece una nube de terciopelo de espinaca con ricota. Sin dudas, para compartir.En Urquiza Bodegón los platos son siempre muy abundantes. Foto: Martín Bonetto.
“Es una receta sencilla, acelga que se cocina con ajo, las pencas se doran aparte y ahí se mezclan, le suman ricota y maicena. Todas las mesas piden una porción”. Los buñuelos valen $ 2.000.
También hay otras entradas clásicas como albóndigas en salsa de tomate ($ 2.200), rabas ($ 5.200), tortilla de papas ($ 2.800) o papas fritas con huevo frito ($ 2.300), entre otras opciones.Las rabas de Urquiza Bodegón. Foto: Martín Bonetto.
La milanesa napolitana es el plato más pedido entre los principales. Comen bien tres personas. Se sirve en una platina, el jamón cocido viene cortado en pequeñas tiras, el queso bien dorado y la corona tres rodajas de tomate natural con orégano. La carne es tierna y el empanado bien crujiente.
Hay milanesas de pollo en varias versiones con diferentes toppings, pechugas grilladas, lomo, costillitas a la riojana y lenguado con diferentes salsas. También sirven pastas como canelones, espaguetis, ravioles, ñoquis y sorrentinos.
https://c57660ba030a787011e0bafc181080f3.safeframe.googlesyndication.com/safeframe/1-0-40/html/container.htmlLos buñuelos de Urquiza Bodegón. Foto: Martín Bonetto.
Dentro de los postres hay flan mixto ($ 1.600), panqueques con dulce de leche, Don Pedro y calabazas en almíbar que Gonzalo prepara con la receta tradicional a la cal ($ 1.800).
El lugar se llena todas las noches y los fines de semana explota, tanto que Gonzalo admite que a veces el servicio les pasa por arriba. “No quiero un restaurante caro y exclusivo”, por eso el ticket promedio ronda los $ 5.300. Los platos que sirve Gonzalo son sabrosos y abundantes, sin dudas esta relación precio calidad es la culpable del éxito.El sabor y la abundancia mandan en Urquiza Bodegón. Foto: Martín Bonetto.
Urquiza Bodegón. Calle 13 1149. La Plata. Provincia de Buenos Aires. Martes a domingo de 12 a 16 y de 20 a 23 hs. Instagram: @urquizabodegon