Fuente: La Nación ~ La historia emprendedora de Leonardo Grimberg tiene bastante en común con la de muchos argentinos en el exterior: vende empanadas. Pero, a diferencia de sus compatriotas, no las comercializa en un food truck ni en un local a la calle, sino a proveedores que las distribuyen por Alemania, Francia, Bélgica y Holanda, entre otros países de Europa.
Es que las 300.000 unidades que produce mensualmente desde su fábrica en Bruselas adornan góndolas de cadenas de supermercados y platos servidos en restaurantes por todo el viejo continente.
El camino empezó poscrisis de 2001. En ese momento, Grimberg, que es ingeniero en Sistemas y ya había trabajado en bancos y empresas de consumo masivo locales, decidió emigrar a Canadá. Se instaló en Vancouver, donde siguió trabajando en lo suyo y tomó clases para perfeccionar su inglés. Allí conoció a su mujer belga, con la que tuvo tres hijos.
Un tiempo después, su mujer quiso volver a Bélgica. En 2010 la familia encaró la «vuelta» a Bruselas, pero el ingeniero en Sistemas la tuvo más difícil para encontrar trabajo en medio de la crisis financiera global. Después de un año sin encontrar empleo, volvió a la Argentina durante tres meses para buscar inspiración.
«Mientras estábamos en la Argentina, mi esposa me propone abrir una fábrica de empanadas en Bélgica. Yo le respondo que todo argentino que se va del país vende empanadas. Y ella me dice que apueste por el modelo industrial. Hoy somos, tal vez, una de las empresas que fabrican más empanadas en todo el mundo y nadie nos conoce», explica.
Su fábrica, Panadas Factory, emplea a 20 personas y tiene un modelo B2B, es decir, de empresa a empresa. Distribuye a supermercados, cadenas de comida y restaurante, pero sin marca propia. Los gustos más populares son carne «normal» y carne argentina, un sabor para el que importa más de una tonelada de cortes desde su país de origen.
Luego, siguen en popularidad las de jamón y queso y las de espinaca con queso de cabra, un gusto quizás no muy popular en la Argentina, pero sí en los países europeos. El nombre con el que se comercializan no siempre es «empanadas»: por ejemplo, en la versión de copetín, las llaman «snack» o «bocaditos». En Bélgica, en cambio, les dicen «demilune» (medialuna).
Además de la carne para hacer el sabor «argentino», Grimberg importó las máquinas que encargó en la Argentina. Hoy conoce a la comunidad argentina en Bélgica cuando sus integrantes visitan su restaurante, La Nueva Buenos Aires, especializado en carnes.
Sus próximos pasos incluyen la apertura de un local en el que finalmente servirá a clientes con sus empanadas. Además, combinará diferentes versiones de milanesas que se servirán desde un mostrador, al mejor estilo autoservicio. Se llamará O’Buenos, será una especie de «fast food argentino» y dentro de cuatro meses llegará la primera apertura en Bruselas.