Fuente: BAE ~ En los últimos dos meses se abrieron 780 dark stores, espacios que se dedican exclusivamente a atender clientes de ecommerce y aplicaciones. Algunas empresas se asocian con comercios que están en funcionamiento
La nueva normalidad que llegó con el Covid-19 obligó a los emprendedores a reconvertirse para susbsistir. Y en medio de esa reconfiguración nació un nuevo formato que se sigue expandiendo. Se trata de los dark stores (tiendas fantasma), espacios ubicados en zonas de mucha demanda que sirven para abastecer a aquellos consumidores que compran a través del comercio electrónico, una herramienta que creció cuatro veces durante el aislamiento.
Esos lugares se stockean diariamente y, en función de conocer el consumo de esa zona, se planifica que ítems son necesarios para satisfacer la demanda.
El crecimiento de este tipo de formatos ya se está palpando. Según datos de la Asociación Argentina de Marcas y Franquicias (AAMF), en los últimos dos meses se abrieron un 3,6% de nuevas franquicias de este tipo, lo que equivale a unos 780 puntos de venta. En ese grupo, además de dark stores hay versiones low cost de tiendas tradicionales, que requieren inversiones menores y un espacio físico a la calle más acotado.
Los supermercados fueron de los primeros que reaccionaron. Por caso, DIA tiene un espacio exclusivo para la venta online en la ciudad de Buenos Aires, que no comparte el stock con la tienda física. También tiene otro dark store está ubicado cerca de Pilar, y abastece a buena parte de la zona Norte del Gran Buenos Aires.
Alianzas
Un caso interesante de pequeños dark stores es el de Tomate Algo, una empresa que hace quince años ofrece barras móviles para eventos, actividad que hoy está totalmente prohibida.
Su creador, Sebastián Policaro, le explicó a BAE Negocios que “cuando empezó la pandemia, decidimos vincularnos con cafeterías, heladerías y restaurantes que hacían delivery. A través de ellos y de las aplicaciones, podemos llegar con nuestras bebidas a los clientes”. En este caso, Tomate Algo decidió utilizar lugares que ya estaban funcionando.
El emprendedor ya tiene treinta puntos de venta en la Ciudad y el Gran Buenos Aires y pronto espera sumar otros setenta. “Los comercios facturan un promedio de $300.000 mensuales por la venta de nuestros productos y de eso obtienen una ganancia del 30%”, explica Policaro, quien agrega que para ingresar a su franquicia hay que invertir unos $100.000 en diferentes bebidas.
La tradicional cadena de heladería Persicco es otra que innovó en plena pandemia. Desarrolló dos formatos: “Cloud”, que implica el subalquiler de un espacio en otro local gastronómico ya en funcionamiento para delivery y “Corner”, que son lugares que combinan take away y delivery.
En el bimetre julio-agosto bajaron sus persianas definitivamente el 1,2% de los puntos de venta -representados en el universo de las franquicias representaría unos 360 comercios-, que se suman a los 4.200 que se cerraron al comienzo de la pandemia. No obstante, los especialistas marcan que la flexibilidad de las franquicias -que en el país facturaban más de USD12.000 millones hasta el año pasado- permitió evitar el cierre definitivo de un 1% adicional. Es decir, cerca de 300 comercios.