Fuente: Clarín Gourmet by María Florencia Pérez ~ Después de destacarse como modelo internacional, Tomás Guarracino incursiona en el rubro en el que su familia hizo historia.
Por un lado, está el modelo internacional que le presta su cuerpo rigurosamente nutrido y entrenado a firmas como Armani y Hermès. Por el otro, el nieto e hijo de los fundadores de Freddo y Persicco, dos de las cadenas de heladerías más emblemáticas de la Argentina. Del cruce de esas dos facetas de Tomás Guarraccino surge Benlive, una marca de helados proteicos que retoma una tradición familiar.
El ADN emprendedor lo lleva en la sangre. A fines de los años 60, su abuelo, el italiano Salvador Guarracino, fue uno de los creadores de una de las primeras y más famosas cadenas de heladerías premium, Freddo, que en los años noventa se expandió exponencialmente y a fines de esa década fue vendida a The Exxel Group por una cifra millonaria.
En 2001 su padre, Juan Martín Guarracino, fundó en sociedad otra reconocida cadena de heladerías, Persicco, que también vendió diez años después. Ahora es el turno del niño y adolescente que creció en pleno apogeo de dos marcas con una fuerte conexión afectiva con el público argentino.
Tomás Guarracino en su rol de modelo con un diseño de Hermès.
“Era la típica que la gente te preguntaba si estabas tomando helado todo el día y nada que ver. Yo era chico pero fueron marcas que pegaron muy fuerte. Tengo recuerdos en la fábrica con mi papá y mi abuelo, de jugar a servir helados para divertirme. Hoy ya no tenemos nada que ver con este sector pero toda mi familia me respalda en esta búsqueda para volver a innovar en el rubro”, cuenta Tomás.
Cómo surgió la nueva marca de helados «fit» Benlive
Sus inicios fueron muy diferentes a los de su familia. Lo primero que hizo Tomás Guarracino fue trabajar para convertir su propio nombre en una marca en sí misma. “A los 17 me fui a vivir a París, Milán y Nueva York. Me fue muy bien como modelo. He hecho cosas novedosas para la industria argentina. Hace tres años regresé y ahora mi sueño es volver a Europa pero con Benlive, quiero hacer una marca mundial”, afirma.
Ahora Tomás divide su tiempo entre sus cada vez más esporádicos trabajos como modelo fuera del país, Suri -su hija de cinco años que tiene con su expareja, Ivana Figueiras- y el lanzamiento de su nueva marca «saludable», cuyos productos estarán a la venta en una semana a través de e-commerce y en algunos gimnasios y dietéticas.
Los helados Benlive vienen en diferentes sabores. Gourmet. Foto: Maxi Failla.
-¿Por qué decidiste incursionar en este tipo de producto para un público tan específico?
-Todo surge a raíz de que a mi me gusta el bienestar, cuidarme, hacer deporte, entrenar. Viviendo en el exterior conocí muchas cosas que en Argentina no hay. Benlive es una muy buena idea que ya lleva un año de desarrollo. Me pareció interesante unificar el know how familiar con el cual me crié con la proteína y el buen comer.
En Argentina se empieza a ver la tendencia, el interés por este tipo de productos pero hasta ahora nadie se tomó el trabajo de desarrollar algo así. Detrás mío hay un equipo de ingenieros alimentarios, nutricionistas y toda la experiencia de mi familia.
-¿Cuáles son las ventajas concretas que te da el expertise de los Guarracino en helados?
Por más que tengas las máquinas precisás la experiencia para hacerlo perfecto. Mi familia tiene atrás más de 30 años en el trato con proveedores, con gente que sabe cómo trabajar el producto, conocemos de temperaturas, de logística, sobre almacenamiento. Un buen helado no lo puede hacer cualquiera.
-¿Qué diferencia de sabor y textura tiene Benlive con respecto a un helado convencional?
-A nivel textura es casi igual que un helado normal. Al igual que en las buenas heladerías artesanales de la vieja escuela, no usamos colorantes, nada nocivo para la salud. A nivel sabor cambia un poco por no tener azúcar. Es bajo en carbohidratos y calorías (aproximadamente una por gramo de producto).
Tomás Guarracino con su abuelo Salvador, fundador de Freddo.
Lo que a uno le gusta del helado es el azúcar y la grasa. Obviamente el consumidor de este tipo de producto ya sabe que no va a encontrar eso. Hay que educar a más consumidores para que prueben estos productos, que aprendan que hay mejores maneras de alimentarse, más conscientes, sin tanto azúcar y grasas malas. Ese es el mensaje de mi marca.
-¿Cómo está compuesto el portfolio de productos?
-Tenemos dos líneas: la proteica y la keto, de la famosa dieta cetogénica (N. de la R: alta en grasas y baja en carbohidratos). La primera línea viene en sabor chocolate, frutilla y vainilla. La segunda: frambuesa, vainilla y chocolate. Además estamos trabajando en helados con colágeno hidrolizado, que es otro tipo de proteína, algo muy innovador. Y también queremos desarrollar una línea a base de proteína vegetal para los veganos.
-¿Qué diferencia de precios tienen estos productos con los helados convencionales?
-A nivel precio, es un poco más caro. Porque la materia prima es importada y es cara. El precio nos va a posicionar un poco en el nicho, pero quienes priorizan la salud hacen el esfuerzo de pagar un poco más de lo que harían por un helado convencional. La presentación de 250 cm3, vale $ 650 pesos y la de 120 cm3, $ 450.
Tomás Guarracino se apoya en el know how familiar. Foto: Maxi Failla.
-¿Qué opinó tu abuelo Salvador cuando probó este nuevo tipo de helado?
-Tengo muy buenas repercusiones. En general cuando lo prueban, la primera vez te dicen: “que raro”, la segunda: “qué bueno» y la tercera: “me encantó”. Mi abuelo ya lo probó y le gustó.
Claro que entiende que es una nueva manera de consumir helado diferente a la de sus tiempos. Soy la tercera generación de una familia innovadora. Y vengo con una perspectiva más open minded, tratando de hacer algo distinto a lo que hacen todos hoy.