Fuente: Clarin ~ Probar un bocado y saber si la vaca comió pasto o granos, si es Angus o Brangus, si es novillo, vaquillona o de más edad. Juzgar su olor, sabor, terneza y jugosidad. Si tiene poco o mucho tejido conectivo o, traducido, si es más tierna o más dura y entonces necesita más cocción. Todos esos elementos evalúa una nueva profesión, la de sommelier de carne, de los cuales hay sólo 35 en el mundo. Y son de acá: se graduaron esta semana en la Facultad de Ciencias Veterinarias de la UBA.
De esa primera camada de egresados, Natalia Barrionuevo no es sólo una de las que más títulos acumula -es crítica gastronómica, sommelier de vinos, pastelera profesional y especialista en ceremonial y protocolo- sino también la ganadora de la beca para hacer el curso, otorgada por BA Capital Gastronómica, dependiente del Gobierno porteño.
Más de mil kilos de carne, cocidos a 72 grados (a punto), probados a lo largo de 200 horas de laboratorio, a las que se sumaron otras 90 horas teóricas. Nueve horas semanales, por ocho meses lectivos, enmarcados en 17 materias. 35 sommeliers graduados, de un total de 60 inscriptos, los primeros de 200 que postularon a una vacante. De toda esa cuenta salen 35 especialistas que, mirando, oliendo y comiendo pueden reconstruir cuál fue la dieta de esa vaca, qué tamaño tenía, cómo fue criada e, incluso, cómo fue trasladada: si sufrió mucho estrés, o si fue maltratada.
“Todo influye en el corte final”, resume Barrionuevo, quien describe la carrera como “mucho más compleja que ser sommelier de vino”. “No es lo mismo analizar una uva, que tiene pocas variaciones, que un animal cuya carne cambia mucho según su genética, su alimentación, su crianza”, observa quien es además gerenta de Perú Deli, en Palermo, y asesora en restaurantes para la bodega Los Haroldos, del Valle de Uco.
Recuerda que en el curso pudo recorrer frigoríficos, ver despostes y presenciar una faena de vacas de la raza Wagyu en La Pampa. “Con esta carrera podés trabajar en cualquier parte de la cadena: en el campo, en frigoríficos, en restaurantes. No existe esto en ningún otro lugar del mundo. En Austria hay un curso similar, pero es corto, de sólo tres meses”, resalta.
Mientras que para ella es una salida laboral y otra forma de sumar conocimiento, para los creadores de la carrera es una forma de revalorizar un producto nacional. “De la carne sabemos muy poco. Muchos consumidores eligen en base a mitos y comentarios de boca en boca. No hay en el ambiente gastronómico general un enfoque hacia la calidad y los aspectos que influyen sobre ella”, explica Agustín Barcos, coordinador operativo del curso. Es además hijo del director de la carrera Luis Barcos, un médico veterinario que trabajó en la producción y mejoramiento de la calidad de carnes bovinas, fue jurado en el Salón Internacional de la Agricultura en París e integra la Academia Francesa de la Carne.
Tanto en el plantel docente como entre los alumnos hay gastronómicos. Del lado de los profesores, se destacan los chefs Juan Gaffuri (Four Seasons), Jean-Baptiste Pilou (Fleur de Sel) y Gastón Rivera (La Cabrera), además del carnicero Hernán Méndez, de Proveeduría Piaf. También hay docentes de la propia Facultad de Ciencias Veterinarias, y otros de organismos como el Senasa, el INTA y el Instituto de la Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA).
La inscripción para el año que viene abrirá los primeros días de febrero. El curso arrancará en marzo. “Estamos evaluando fijar dos turnos, para poder cubrir la alta demanda que registramos este año”, anuncia Luis. “Es por eso que también planeamos incorporar una serie de talleres mensuales de seis horas para quienes no puedan hacer el curso completo pero quieran aprender sobre un tema en particular”, agrega Agustín. También quieren ofrecer prácticas profesionales para la última parte del próximo ciclo lectivo. Piezas que se van sumando a una carrera nueva, pero prometedora.