A veces por cuestiones de salud, espirituales o por razones de militancia ideológica, hay gente que decide tener una dieta que prescinde de incluir carne de todo tipo de animales (vaca, cerdo, pollo, pescado, etcétera), pero también existen otras más estrictas en las que no se incluye ningún derivado lácteo ni de otro tipo, por ejemplo el huevo.
En el caso de estos últimos, los veganos, también suelen adoptar una filosofía que integra el boicot a todo tipo de producto que provoque sufrimiento o explotación animal en su manufactura, como por ejemplo el cuero, la lana o productos cosméticos y de limpieza testeados en ellos. También alimentos que si bien no lo aparentan proceden de animales, como la gelatina, que se produce con el colágeno de los tejidos.
El vegetarianismo y veganismo son una tendencia cada vez mayor en todo el mundo, en especial en ciudades cosmopolitas, y la industria alimenticia y gastronómica ha tenido que responder a esa demanda creciente. Por un lado, con la incorporación de productos al consumo masivo, en las góndolas de supermercados o cadenas de comidas rápidas, de productos como mayonesa sin huevo, leche de soja o almendra y hamburguesas vegetales. Por el otro, con la aparición de locales que ofrecen o incluyen este tipo de alimentación. Rosario no se ha quedado atrás en el fenómeno, ya que en los últimos dos o tres años estos comercios se han multiplicado.
La oferta de lugares donde conseguir un plato de este estilo es muy amplia: hay rotiserías de venta de comida por peso (algunas históricas, como La Casa de Nicolás de Mendoza al 900 o La Casa de Mei en Santa Fe al 1700); dietéticas y delivery que ofrecen viandas y productos específicos (Prasadam); bares y restós especializados (Vrinda, Salta al 1500; Verde que te Quiero Verde, en el Palace Garden y el Mercado del Patio); pequeñas cafeterías «saludables» de apertura diurna; y la mayoría de los restaurantes tienen opciones y platos específicamente vegetarianos y hasta veganos en su carta.
Equilibrio
Hevalê (Juan Manuel de Rosas 1062) es un restaurante de cocina vegana y vegetariana que funciona como una cooperativa de trabajadores. Abre de lunes a viernes, de 9 a 15 y de 19 a 23.30, y los sábados de 19.30 a 24. El proyecto comenzó en 2010 como una opción de trabajo para «un grupo de jóvenes de clase media baja», que notaba que «sin estudios universitarios las únicas opciones laborales que tenían era trabajar de cadete o en negro en un call center», según refiere Pablo (28), uno de los integrantes.
Arrancaron como delivery a puertas cerradas. Luego se constituyeron como cooperativa y pasaron a cocinar en La Toma. En 2017 finalmente abrieron un bar/restó. Hoy trabajan 9 personas, la mayoría jóvenes de entre 28 y 30 años. La cooperativa se llama Sattva, «un término hindú que hace referencia a un equilibrio en la alimentación», pero por razones legales bautizaron el local como Hevalê, que significa «compañero» o «compañera» en kurdo.
«La gente está cobrando conciencia en la alimentación, cuando empezamos hace 9 años no existían tantos lugares y no había tanta información. Había un prejuicio sobre el vegetarianismo, se pensaba que comíamos sólo ensalada», cuenta Lara (27), otra trabajadora. Dicen que hoy la gente que entra sin saber que es un lugar vegetariano se sorprende al ver los chorizos, lomitos y hamburguesas vegetales a base de seitán.
Los mediodías hay un menú del día para llevar, que cuesta 100 pesos. Sentarse a comer con gaseosa y café cuesta 150. Las pizzas rondan entre los 190 y 250 pesos. La comida por peso está en 225 pesos el kilo. «El mercado que buscamos es el de la gente que está trabajando, es una zona con muchas oficinas, y que sea una comida sana y accesible», afirma Pablo. También elaboran productos congelados y hacen envíos a domicilio. La masa de pizza, tarta y los panes son también caseros.
A la noche, explican, cambia mucho el ambiente, hay cerveza artesanal y se ofrece sólo la carta. Sentarse a tomar y comer algo ronda los 200 pesos por persona. El público es, en general, joven. Además hacen ciclos de cine, recitales acústicos y ferias de productores. «La idea es poder usarlo como bar cultural. Que no sea todo alrededor de la comida», apunta Lara.
Militancia y salud
Punto Mercado Holístico (Pueyrredón 601)es un almacén orgánico, dietética y restaurante vegetariano y vegano. Abre de lunes a viernes, de 9 a 20.30, y sábados, de 9 a 16. El lugar arrancó en 2012 en este modo mixto, con el espacio para sentarse a comer (tiene 12 mesas entre el interior y la calle) y la venta de productos orgánicos, dietéticos, para celíacos y diabéticos.
«Quisimos que la gente pudiera venir al restaurante, pero también llevarse los productos que nosotros usamos para cocinar en sus casas», indica Franco Bellini, (34) uno de los dueños.
Las 6 personas que trabajan en el lugar son vegetarianas. «La impronta del lugar siempre fue de militancia ideológica y de salud. Por supuesto que tiene que funcionar comercialmente, pero quisimos hacer algo que a uno le guste y en lo que uno cree», refiere.
Según Bellini, no quisieron montar un local «exclusivo, snob, no quisimos ser sectarios, acá no vienen sólo vegetarianos. Es más, queremos plantar la semilla en la gente que por ahí come carne o productos animales». Incluso revela que la intención también es acompañar al que adquiere la dieta por razones de salud: «Al Mercado llega mucha gente con dolencias a la que le prohibieron comer productos animales no por razones filosóficas o morales, sino por enfermedad, y la ayudamos».
El menú sale 250 pesos e incluye la entrada, tostadas integrales con escabeche casero; un plato principal, por ejemplo una lasagna de zucchini, zanahoria y berenjena con una ensalada de hojas verdes y tomates confitados; más bebida con un postre o café. Llevar sólo el principal cuesta 150.
En la cocina, relata, usan «la mayor cantidad posible de productos frescos, orgánicos y agroecológicos». También hay pastelería vegana, desayunos saludables y cafetería cuyas promociones arrancan en los 120 pesos. Los sábados ofrecen brunch. En todo se utiliza harina y azúcar integrales y orgánicas, y obviamente nada lleva huevo, leche ni crema.