Fuente: Cronista – La inflación genera una brecha en las ventas entre los distintos canales y zonas del país, en un escenario en el que el comprador adopta nuevas estrategias para ganarle a los aumentos en las góndolas.
En la Argentina en los últimos años se observa una dispersión en el consumo que es consecuencia, en gran medida, de la inflación. El argentino, a la hora de gastar el dinero que tiene en su bolsillo, decide sobre la base de cuál es el producto o la experiencia que pueden generarle un mayor ahorro en el corto y mediano plazo o el máximo placer en lo inmediato. Es así que a pesar de la fuerte caída del poder adquisitivo ante la creciente brecha que existe entre el IPC y los salarios, la demanda del consumo masivo en los supermercados se sostiene.
Sin embargo, esto no tiene que ver exclusivamente con los bienes básicos. También se registra, desde el final de los aislamientos y la post pandemia, un boom en rubros de consumo como el gastronómico y el turismo. Esto, según los especialistas, está atado a distintos factores. Uno de ellos tiene que ver con una tendencia global, una era de «nueva normalidad» en la que la población en todo el mundo celebra el simple hecho de estar vivos.
Luego, en la Argentina, esta situación de mesas llenas y bolsillos vacíos está relacionada con la imposibilidad de proyectar a largo plazo, y el poco valor que tienen los billetes. Así, una vez que el argentino percibe su ingreso prefiere gastarlo en viajar por el país los fines de semana largo, ir a recitales internacionales o salir a comer varias veces por semana, ya que ese dinero no le alcanza para adquirir un bien durable, acceder a un crédito o invertir.
– El consumo aumentó 5,9% año a año (con un acumulado anual de 7,9%)
– La facturación aumentó 119,6% año a año (con un acumulado anual de 122%)
– El precio promedio ponderado aumentó 109,8% (con un acumulado anual de 108,3%)
Fuente: NielsenIQ – datos de abril 2023
Ante ese escenario se enfrenta el shopper local cada vez que tiene que salir a comprar, y es por eso que debe decir, de manera informada, cuál es el mejor canal para llenar el changuito, en qué supermercados hay descuentos y cuáles son las marcas que ofrecen la mejor relación precio-calidad. De esta manera, en el consumo masivo también se ve la dispersión en los volúmenes vendidos que existe entre los distintos formatos. Mientras que las cadenas de supermercados crecen a un ritmo del 8 por ciento mensual en promedio, según datos de Scentia, los autoservicios independientes se derrumban. Y, al mismo también, también se registra una demanda dispar entre el Área Metropolitana de Buenos Aires y el interior del país.
De esta manera, la inflación no solo genera una amplitud de precios en las góndolas, sino que también impulsa múltiples hábitos en el consumidor, que debe decidir, todos los días, cuál es la mejor manera de hacer rendir su dinero en un escenario en el que lo ve devaluarse constantemente.
Supermercados versus autoservicios
En este 2023 los supermercados logran mantener cifras positivas en sus volúmenes vendidos mes a mes, y esta tendencia se replica desde el inicio de la pandemia. Con un mayor traslado hacia el consumo de bienes básicos, este canal se afianza como uno de los ganadores del año. Sin embargo, de acuerdo con Osvaldo del Río, director de la consultora Scentia, en este período el canal denominado self service -que incluye a los supermercados y a los autoservicios- podría terminar negativo, como resultado del fuerte derrumbe que exhiben los autoservicios independientes.
Con todo, del Río considera que el segundo semestre va a cerrar negativo, apalancado por la mala performance de los autoservicios. «En los últimos meses esperábamos algo más negativo de lo que fue, y esto tiene que ver con que la gente está yendo más al supermercado por precio. Además, se concentran las ventas en los primeros días del mes, que es cuando la gente tiene plata y busca hacerla rendir más haciendo una compra grande», explica el director de Scentia sobre uno de los comportamientos habituales en el shopper local.
El canal de los autoservicios independientes se vio muy afectado por programas como Precios Justos.
De acuerdo con un relevamiento de Ecolatina, desde la entrada en vigencia del plan en noviembre del año pasado, el IPC de Consumo Masivo elaborado por la consultora se desaceleró, por lo que se puede decir que fue relativamente eficiente a la hora de controlar los incrementos en las góndolas.
Pero Ecolatina detalla que mientras que en el canal moderno, como los supermercados y los hipermercados, se observó una mayor incidencia del programa, en el canal tradicional el aumento de precios de los productos atravesados por Precios Justos fue mayor. Además, la consultora aclara que esto no es algo que suceda exclusivamente con este programa, sino que es algo que se repitió a lo largo de los últimos 10 años con otros controles de precios, como Precios Cuidados y Precios Máximos.
Por su parte, del Río alerta ante el desabastecimiento que generan estas políticas de controles de precios. «La inflación del 2023 está muy condicionada a Precios Justos, algo que va a continuar. En tanto, esto ya genera algunos faltantes de productos», dice el consultor.
Damián Di Pace, director de la consultora Focus Market, sostiene que se observa un deterioro en las ventas minoristas ante la pérdida del poder adquisitivo. «El año electoral influye en el consumo ante la incertidumbre, algo que este año se adelantó, porque hay muchos escenarios posibles», explica el especialista. En tanto, considera que el consumidor no logra adaptarse a estos niveles de inflación, a pesar de las múltiples estrategias que se aplican para ganarle a las subas.
Según el relevamiento de la consultora, Di Pace afirma que la brecha de precios entre los supermercados y los autoservicios es de hasta el 30 o el 35 por ciento en algunas categorías y marcas, dependiendo del canal. Ante ese escenario, Focus Market proyecta que 2023 cerraría con una inflación en torno al 130 por ciento, «aunque puede llegar a acelerarse en los próximos meses si seguimos con esta línea, en la que mes a mes pasamos de un 5 al 6, y en mayo ya llegamos al 8 por ciento», alerta Di Pace.
Maximiliano Narducci, manager de NielsenIQ, reconoce que la inflación genera que haya un mayor porcentaje del gasto destinado a los productos básicos. «Los consumidores hoy indican que entre el pago de los servicios, los impuestos, la alimentación y la educación para las familias, es decir los gastos fijos, ya no hay resto», expresa. Además, el especialista adelanta que las perspectivas no son buenas, ya que la canasta medida por la consultora crece por encima del 100 por ciento interanual en precios ponderados.
Qué pasa en el interior
En el total del self service que mide Scentia la Ciudad de Buenos Aires y el Gran Buenos Aires caen a un mayor ritmo que el interior del país. De todas maneras, del Río considera que esto tiene que ver con el impacto que tienen los fines de semana largos en las ventas, en las que se da un traslado del consumo hacia ciertos puntos turísticos del interior del país.
Además, desde el último trimestre del año pasado a esta parte, en algunas ciudades de la Argentina se observa un boom de demanda de extranjeros, que cruzan la frontera para hacer sus compras mensuales y hasta semanales. Así, la tendencia muestra una mejor performance en los puntos de venta mayoristas e hipermercados de ciudades como la capital de Mendoza, Iguazú, en Misiones, Gualeguaychú, en Entre Ríos, y Clorinda, en Formosa.
Si bien este comportamiento se registra desde octubre del 2022, la última devaluación local de abril mejoró el panorama para los chilenos, paraguayos, bolivianos y uruguayos que vienen a la Argentina a comprar todo tipo de productos. De acuerdo con cadenas de las zonas, los artículos más demandados son los de cuidado personal, limpieza del hogar y bebidas alcohólicas y no alcohólicas.
«En zonas típicas de frontera como Clorinda y Concordia, entre otras, los supermercados están creciendo a tasas chinas en unidades, por encima del 30 por ciento. Esto tiene que ver con que grupos muy grandes de consumidores se trasladan y hacen que crezca el consumo masivo», explica Narducci de Nielsen IQ a partir de los relevamientos de la consultora en las zonas calientes.
El consumo efímero
La consultora especializada Voices! llevó a cabo un estudio global de opinión pública en 56 países, en el que se preguntó a los participantes si preferirían ganar cierta cantidad de dinero ahora o el doble dentro de un año. Y en la Argentina el resultado demostró cómo la mirada cortoplacista del consumo y de los ingresos afecta a las decisiones, ya que el 61 por ciento de los argentinos prefirió recibir hoy un pago extra que se igual al de sus ingresos normales en lugar del doble dentro de un año. En tanto, un 26 por ciento señaló que prefería recibir dentro de exactamente un año un pago extra que sea igual al doble de sus ingresos mensuales normales, y el 13 por ciento se muestra indeciso.
Así, es posible comprender por qué las experiencias generan una mayor demanda que otros productos, cuyas ventas se derrumban ante un escenario de crisis económica en la Argentina. De esta manera, por caso, bandas internacionales como Coldplay pueden llenar 10 estadios en River Plate, al mismo tiempo que un 39,2 por ciento de la población está por debajo de la línea de la pobreza según el Indec.
«Como no hay opciones de ahorro eficientes la gente adelanta sus consumos, y esto se ve en restaurantes, turismo, ocio, esparcimiento, que son sectores de la economía que crecen pero es básicamente porque la gente no tiene capacidad de ahorro», agrega Di Pace de Focus Market.
El consultor Fernando Moiguer sostiene que la alta inflación cambió de múltiples maneras la forma de consumir y la estructura de la población en la Argentina. «Encontramos que se dan tres argentinas: en el 1988 y en el 2001 la clase alta se sentía clase media y la baja también. En cambio ahora hay un cambio fuerte en esa estructura, las tres clases sienten que no hay futuro», explica.
Según su perspectiva, la clase alta proyecta su futuro fuera del país, la clase media espera no seguir bajando su status y poder seguir comprando alimentos y «la clase baja espera poder comer y no resignar la garantía de precio-calidad». En ese marco, el panorama local quedó dividido en dos: una clase alta y media, que representan la mitad de la población, y una clase baja que es la otra mitad. Pero cada uno de esos estratos tiene valores y perspectivas diferentes.
«Si las empresas quieren ser multitarget le debe hablar a las tres argentinas. La clase alta va a seguir siendo clase alta y la baja sin importar lo haga también, se sedimentaron los extremos de la pirámide, y eso es algo que nunca había pasado, la Argentina que se construyó bajo el imaginario de clase media se resquebrajó», sentencia Moiguer sobre la situación actual. «Las marcas pueden ir a las tres clases son a las que mejor les va, y el ejemplo más claro es el de Dia», grafica, con respecto a la cadena de supermercados que en el último año reconvirtió sus sucursales para ofrecer una experiencia más premium en el punto de venta, sosteniendo su estrategia de precios bajos y marcas propias.
En tanto, en lo que respecta al consumo en rubros como el gastronómico y el turismo, las tres clases se amoldan en este escenario. De todas maneras, Moiguer es cauto a la hora de proyectar por cuánto tiempo más se puede sostener esta demanda considerando la caída del poder adquisitivo en la Argentina. «No sé cuánto va a durar, pero está pasando algo que en el mundo se ve más exagerado, estamos festejando estar vivos en la post pandemia, a pesar de la guerra y el cambio climático. Esto es muy habitual, pasó en los Años locos, y se esperaba algo así», considera.
Además, el factor local impulsa esta tendencia. «Acá la plata no vale, no puedo ahorrar y se junta todo, que impulsa el consumo desbocado. En el segundo semestre se van a mantener estos niveles, porque se espera el ‘Plan platita’ antes de las elecciones», concluye el especialista.
Esta nota se publicó originalmente en el número 354 de revista Apertura.