Fuente: Clarín Gourmet by @laflordebarracas – Fundado en 1906, La Flor de Barracas cerró durante la pandemia y volvió con novedades. Gastronomía porteña a toda hora y espacio para shows y proyección de películas.
La esquina de Suárez y Arcamendia parece una postal del pasado. Allí, se encuentra el histórico bar La Flor de Barracas que con sus casi 120 años de historia le regaló una gran noticia al barrio: su reapertura -con su identidad intacta- tras tres años cerrado.
“No se puede no respetar tanta historia. De ninguna manera podíamos cambiarle el nombre al bar ni cambiar nada de lo que fuera de la esencia del lugar”, dice Hernán Greco, nuevo responsable de continuar con la tradición de este bar notable junto a Agustina Díaz. Conservando ese espíritu, recuperaron cada una de las sillas, las mesas y hasta una vieja pizarra de menú que indica 1906 como año de apertura.
La flor de Barracas es un bar histórico con alma y cocina de bodegón. También, lugar de encuentro de vecinos, sala de ajedrez y otros juegos como dados y naipes, y, como yapa, inaugura Don Narciso Club, un espacio con shows en vivo para disfrutar tomando un vinito con algún entremés.
La historia de la Flor de Barracas
“La Flor… nació en 1906 y hasta la pandemia se mantuvo abierta. Al principio fue un restaurante, después una fonda española atendida por sus dueñas que llegaron a Argentina huyendo de la guerra civil española”, explica Agustina Díaz.Soda en sifón, en La Flor de Barracas .Foto: Ariel Grinberg
Con los años y bajo otra gestión, el nombre del local cambió. Lo llamaron “La puñalada”. “Eran tiempos en donde las cosas se resolvían de otra manera, circulaban las piñas por acá y así lo nombraron”, comenta Agustina. Luego tuvo sucesivos dueños y recuperó su nombre.
“Cuando llegó la pandemia La Flor cerró sus puertas. Los dueños que tuvieron en la última etapa hicieron un trabajo en conjunto con una escuela y muchas actividades culturales aparte del servicio normal de comidas”, señala Hernán.Salón principal de La Flor de Barracas. Foto: Ariel Grinberg
Por eso cuando la Flor de Barracas cerró fue una revolución en el barrio. “Todos preguntaban cuándo volverían a abrir”, dice Agustina y agrega que durante un tiempo hubo un intento de sacar adelante al negocio por medio de una cooperativa, pero se terminó disolviendo.
“Y, ahora llegamos nosotros tratándo de resignificar el espacio. De darle valor y restaurar y recuperar todo sin cambiar su esencia”, dice Agustina con entusiasmo en su rostro.
Cómo es actualmente La flor de Barracas
Una esquina, amplia, con baldosas antiguas, mesas y sillas que acompañan. Una gran barra de madera maciza, mostradores antiguos y un muestrario de botellas de licor y ginebra. Ventanas fileteadas, antiguas botellas de refresco Neuss que ofician de floreros y música de tango de fondo.
“Nosotros creemos que en el sur se cuecen las habas entonces a partir de ese simple posicionamiento hasta ético, elaboramos la carta gastronómica, la oferta cultural y la idea musical”, explica Hernán y continúa: “Una de las primeras cosas que resolvimos cuando entramos fue quitar una televisión que había en el salón. Porque nosotros creemos que el bar tiene que volver a ser lugar de encuentro”.
Este acto motivó a que los sábados se realizará un taller gratuito de ajedrez, que comenzará en poco tiempo.
“En esta esquina vive el mismo espíritu que hay en cualquier esquina de cualquier sur, de cualquier ciudad de este mundo y eso es lo que hizo Pino Solanas maravillosamente en la película Sur. En homenaje a todo eso, intentamos reproducirlo en el bodegón”, declara Hernán.
El patio es como el de las abuelas, en el medio de la propiedad. Se puede ver parte de la cocina y se respira un clima de relax. Cuenta Agustina que es el lugar preferido por los obreros de la zona, que copan este espacio en su hora de almuerzo. En pocos días, se podrá disfrutar sándwiches, fiambres y, como no podía ser de otra manera, una buena cerveza.
La novedad se encuentra detrás de la gran puerta plegadiza de madera -que fue traída por los Cantini de una escuela-. Allí se encuentra Don Narciso Club (entrada por Arcamendia 780), un lugar para disfrutar conciertos, pequeños shows y proyección de películas. El 2 y 9 de diciembre inaugura las tablas Ariel Prat con su show «Pratanguero». Las puertas se abren a las 21 y el show comineza a las 22. La mesa de noche de La Flor de Barracas. Foto: Ariel Grinberg
Ofrecerán para quién quiera «picar algo» un menú de tapeo con buñuelos de acelga ($ 2.500), ravioles fritos (de borraja, pavita y nuez, $ 3.500), mozzarelitas con fileto y aceitunas negras ($ 3.000) y tablita de quesos ($ 4.000). Cabe aclarar que el salón estará abierto con el menú nocturno habitual.
Qué comer en La Flor de Barracas
Pastas caseras de La Flor de Barracas. Foto: Ariel Grinberg
Abre bien temprano, a las 7 de la mañana para que los padres que llevan a sus hijos al colegio puedan tomarse un cafecito antes de ir a sus trabajos. Eso sí, “acá vendemos café con leche, nada de flat white”, dice entre risas Hernán.
La carta muestra para desayunos y meriendas, medialunas ($ 400), tostado de jamón y queso (media porción $ 1.800, porción entera $ 3.600), tostadas con huevos revueltos ($ 2.200) y promos que incluyen infusiones desde los $ 900 hasta los ($ 4.500)
Para almuerzos, los infaltables buñuelos de acelga o tortilla de papas ($ 2.000 cada opción), grandes milanesas a caballo o napolitanas ( $ 5.500), escalope con guarnición ($ 4.200) o pastas caseras cintas al huevo (desde $ 3.800), canelones ( $ 4.200) o empanadas ($ 800).Menú del día de La Flor de Barracas. Foto: Ariel Grinberg
El menú del día se va adaptando al clima y al momento. Con los días de calor, el hit es la lengua a la vinagreta con una ensalada rusa. Cuesta $ 4.500 e incluye bebida.
Los postres son los típicos de todo bodegón: flan ($ 1.000), vigilante o Martín Fierro ($ 2.000 cada uno), budín de pan ($ 1.500), duraznos o frutillas con crema ($ 1.800) y postre helado ($ 2.000)
“A la noche, como toda flor, nos embellecemos y nos ponemos lindos. Nos vestimos de noche”, bromea Hernán haciendo alusión a que las mesas del mediodía tienen individuales de papel, pero por las noches se destacan los manteles blancos impolutos.
Viernes y sábados, en horario de cena, se puede pedir la Flor de milanga ($ 8.000) que lleva fileto, mozzarela, panceta, arvejas, morrones y 2 huevos fritos. Servida con papas fritas, como todas las milanesas que ofrecen. También hay selección de pastas como malfatti con salsa ($ 5.000) y tabla de quesos y fiambres ($ 5.000).
Para el final dulce, flan con crema o dulce de leche ($ 2.000), mousse de chocolate ($ 2.500) o frutillas/duraznos con crema ($ 2.000).Budín de pan con crema. Foto: Ariel Grinberg
Hay un proyecto para abrir los domingos al mediodía, “Un mediodía familiar. Como hacía mi abuela que en su patio de Mataderos ponía el mejor mantel almidonado: eso quiero hacer” agrega Hernán. Si todo sale bien y concretan los domingos familiares, esperan cerrar las nochecitas con un vermú, tipo 19 horas.
La Flor de Barracas. Av. Suárez y Arcamendia, Barracas. Abre de lunes a jueves de 7 a 18 (o eventualmente hasta las 19). Viernes y sábados, de 7 a 2 am. Domingo, por ahora, cerrado. Instagram: @laflordebarracas