Fuente: mdZ – Aunque históricamente se asoció a las mujeres a las tareas domésticas, entre ellas la cocina, siempre fueron hombres los chefs favoritos. Sin embargo, algo está cambiando en la sociedad y ellas son las que marcan tendencia en la gastronomía.
Durante las últimas décadas y a pesar de que aun hay que salvar múltiples obstáculos -muchos de ellos ligados al «techo de cristal» y el «suelo pegajoso«- las mujeres han conquistado espacios que hasta ahora les resultaban esquivos. Las resistencias aparecen incluso en los lugares menos esperados, como, por ejemplo, la gastronomía. Aunque muchas veces se siguen asignando a las mujeres las tareas domésticas, recién ahora son ellas las que brillan en la industria gastronómica.
Son chefs, enólogas, gerentes y bartenders, entre otras, las que están marcando tendencia no sólo en el ámbito local sino a nivel internacional. Logran atravesar barreras y, con profesionalismo, talento y habilidad conquistan nuevos espacios. Estas cinco mujeres tienen la receta para cautivar a los clientes con sabores y servicios que salen de lo común y comparten los secretos de esa atractiva fórmula.
Marcela Vázquez es la chef ejecutiva de Pablos Restó y Pastelería. Ella no es la única en este lugar cuya historia siempre estuvo impulsada por mujeres audaces y perfeccionistas. Tanto ella como su hija Penélope Mariani, a cargo de la comunicación, trabajan para conjugar la identidad y tradición de la marca con las nuevas demandas de los clientes.
«Mi proyecto desde la comunicación se basa en poder plasmar todos estos valores familiares en una propuesta bien definida, que se trata de una pastelería tradicional y pastas artesanales como el corazón de nuestra cocina”, dice Penélope, segunda generación de la familia a cargo de este sitio. Su mamá remarca que esta es una «actividad dinámica, desafiante y creativa». Logró que su voz tenga fuerte relevancia: «Tengo la suerte de haber ganado un lugar que no deja de sorprenderme y que me permite vivir todo el tiempo nuevas experiencias, lo que hace de mi trabajo una tarea muy enriquecedora”, comenta.
Desde el proyecto #Tomavino, Estefi Pascarelli, coincide en la riqueza del aporte de las mujeres al mundo de la gastronomía. Ella empezó a tomar vino por hobbie, se formó como sommelier y decidió que esta era la vida que quería tener. “Ser sommelier es un estilo de vida. El vino evolucionó mucho y hay más interés en conocer sobre esta industria», explica, consciente de la importancia que tiene esta disciplina en la elaboración, por ejemplo, de las cartas de bebidas de los restaurantes.
Su objetivo es el mismo que el de las mujeres del clan Mariani: ofrecer una experiencia de calidad. Y es el mismo que motiva a Natalia Lisanti, que es directora de operaciones Qüem, una empresa de alimentos congelados. «Busco que nuestros productos transmitan y brinden practicidad, variedad, siendo ricos y saludables”, declara la responsable de cuidar que cada insumo llegue a los consumidores con altos estándares de calidad.
Con apenas 26 años, Lucila Rey Minervini también pisa fuerte en el mundo de la gastronomía. “Lo que más disfruto de mi rol es poder ver todo el proceso de producción de principio a fin», dice desde el Laboratorio de Bierhaus que tiene a su cargo. Allí asigue de cerca todo el proceso de elaboración de la cerveza artesanal. «Veo cómo llega la materia prima, ir probando el producto en cada etapa y verlo como se termina transformado en cerveza. Me gusta poder encontrar las fallas para darles una solución”, confiesa.