Fuente: Clarín ~ Pese a que el el Paseo del Bajo mejoró el entorno, los restaurante de Puerto Madero no recuperan clientes.
Fueron algo de más de dos años de una obra clave para la movilidad en la Ciudad. Pero quienes más sufrieron la construcción del Paseo del Bajo, afirman que aún siguen padeciendo las consecuencias de los cambios. Por lo que, lejos de estar solucionado el efecto de la obra, todo sigue bajo negociación.
Los restaurantes de Puerto Madero -que conforman uno de los mayores polos gastronómicos de la Ciudad- convivieron durante meses con los inconvenientes para el ingreso y egreso de la zona, el caos de tránsito, los escombros, los camiones y el ruido de las máquinas que espantaron a los clientes.
La obra del Paseo del Bajo duró poco más de dos años. Los restaurantes de la zona la sufrieron.
Como correlato lógico, las ventas de los restaurantes cayeron en picada: se cerraron locales, se perdieron fuentes de trabajo y muchos propietarios quedaron con la soga al cuello. Y ahora cuando todos celebran la mega obra vial, las ventas no mejoran.
Para los gastronómicos hay una explicación: la falta de estacionamientos y el caos que esa ausencia genera. Con el Paseo del Bajo desaparecieron las cocheras pagas a cielo abierto, con las que se perdieron 6.000 plazas de estacionamiento. Y Alicia Moreau de Justo se convirtió en una avenida de cuatro carriles en la que es muy difícil estacionar.
“Puerto Madero es un emblema de la gastronomía porteña, un ícono para el turismo y da trabajo a mucha gente. Acompañamos las obras pese a sus consecuencias para nuestra actividad. Hoy pedimos comprensión y reciprocidad para que no termine la zona como un polo fantasma por falta de clientes”, reclama Ariel Amoroso, presidente de la Asociación de Restaurantes, Hoteles, Cafés y Confiterías de la Ciudad.
Verónica Sánchez, titular de la Cámara de Restaurantes, ejemplifica la problemática: “El cliente de Puerto Madero es de salir a comer en auto y ahora no viene porque no tienen lugar donde dejarlo. Es simple, pero hasta el momento no se encontró una solución al tema”.
Pese a que el el Paseo del Bajo mejoró el entorno, los restaurante de Puerto Madero no recuperan clientes. (Rafael Mario Quinteros)
La situación llegó a tal punto que algunos restaurantes tuvieron que alquilar cocheras en edificios linderos. «Los dos años y medio de obra fueron dificilísimos, con déficit millonarios, hoy no me puedo dar el lujo de no recibir al cliente que viene con su auto», dice Eduardo Aguirre, de Rodizio. «Estamos manejándonos con parches. Uno de esos fue armar un convenio con dos edificios vecinos que nos dejan usar sus cocheras. pero no es suficiente», se queja.
Las advertencias del sector sobre la falta de estacionamiento tienen larga data y desde hace tiempo se vienen manteniendo reuniones entre representantes gastronómicos y Gobierno porteño. Pero las primeras propuestas no concretaron avances. «Como del otro lado tenemos Microcentro, nos plantearon llevar los autos a estacionamientos de ahí. Estamos a una distancia de 600 metros, un cliente como mucho te permite mover su auto unos 300 metros, y además pretendían que el valet parking volviese al restaurante en monopatín eléctrico, uno que guardaría en el baúl del vehículo del cliente. Una locura», dice el titular de Rodizio Puerto Madero.
Mientras las negociaciones siguen y los gastronómicos esperan una respuesta, Ricardo Fernández de El Mirasol se enoja: «No tuvieron en cuenta el funcionamiento de la zona, ni antes ni después de la obra. Ahora, se forman filas interminables frente a las puertas de los restaurantes. Es un caos en el que cada lugar trata de ver dónde meter los autos«, describe. En su caso, él también tiene un convenio con un edificio, pero le permiten usar las cocheras privadas los jueves, viernes, sábados a la noche y los domingos al mediodía. «El resto de los días tengo que hacer magia». Así, en la zona, muchas veces pueden verse autos estacionados sobre las veredas.
En la Secretaría de Tránsito y Transporte respondieron que “el Paseo del Bajo es una obra sin precedentes y de las más importantes de la Ciudad. Beneficia no sólo a los vehículos particulares, pesados y colectivos, sino que también mejora la calidad de vida de quienes transitan y viven en la zona. Desde el comienzo trabajamos en conjunto con el polo gastronómico, los vecinos y comerciantes, y mantenemos conversaciones en forma permanente, buscando soluciones superadoras que mejoren aún más las condiciones de todos los sectores”.
La obra del Paseo del Bajo permitió ordenar el tránsito, abrir calles y pasos peatonales para conectar Madero y Huergo con Moreau de Justo y sumar un parque público frente a los docks donde están los restaurantes.
Y a menos que se encuentre una solución pronta, estacionar en Puerto Madero se volverá todavía más complicado, una vez que lleguen las grúas, que todavía no entran pero sí tendrán potestad de levantar autos en infracción.