Fuente: Clarín ~ Mesas vestidas con manteles de colores, globos y guirnaldas colgando de árboles y arbustos, payasos y animaciones, heladeritas con ruedas. Un día cualquiera por la tarde, las fiestas de cumpleaños copan la plaza Alemania, en Palermo. Decenas de chicos corren, juegan y trepan a sus bicis y monopatines. No es que nunca haya habido fiestas de cumple en esta plaza, pero la cuarentena por coronavirus obligó a trasladar al aire libre reuniones que antes se resolvían en un salón de fiestas.
Y para este rubro, la situación se vuelve cada vez más compleja. Se encuentran últimos en la fila del plan de reaperturas graduales que diseñó la Ciudad para salir poco a poco de la cuarentena. De hecho, la semana pasada el Área Metropolitana de Buenos Aires dejó el aislamiento (ASPO) para pasar al Distanciamiento Social, Preventivo y Obligatorio (DISPO); sin embargo, y pese a que se han ampliado los permisos para varias actividades, los salones de fiesta continuarán de la misma manera, sin poder abrir. Igual que slots (y bingos en Provincia), salas de cine y boliches.
En estos días el debate se da en torno a los últimos permisos otorgados en la Ciudad, como la apertura de los salones internos en bares y restaurantes, con un aforo del 30% de su capacidad. El decreto se publicó el domingo, pero de hecho ya había comenzado a implementarse unos días antes.
«La pregunta que nos hacemos es por qué no podemos operar como lo están haciendo bares y restaurantes. Con un aforo limitado, dependiendo de los metros disponibles, y con todos los cuidados y protocolos. Justamente lo que hacemos desde hace décadas es organizar reuniones. Además reuniones en las que tenemos pautados de manera rigurosa los tiempos, porque eso es parte de nuestro ejercicio cotidiano en la organización de una fiesta o de cualquier tipo de evento», le dice a Clarín Karina Barros, vocera de SyMA (Salones y Multiespacios Argentinos) y propietaria del salón Cielo Azul.
Barros entiende que los animadores -en general maestras y maestros de nivel inicial- pueden organizar a los chicos para que, por ejemplo, logren mantener el distanciamiento.
Los salones cerraron antes del 20 de marzo y, en todos estos meses, no lograron avanzar con el Gobierno porteño para consensuar una reactivación. Se estima que sólo en la Ciudad hay unos 200 salones. En general, se trata de emprendimientos familiares y pymes.
«Algunas familias están empezando a pagar préstamos que adquirieron para sostener todo lo que hay que pagar, pero sin haber facturado nada durante 8 meses», advierte Barros. Muchos pegaron un volantazo y sobreviven apelando a otros recursos.
Carolina De Micheli es propietaria del salón Marshmallow en Vicente López, un municipio donde tampoco se autorizó la apertura de salones. «En estos momentos estamos pensando y trabajando opciones para presentar a las autoridades. En Provincia quizás es más común que los salones tengan espacios al aire libre, y entendemos que con protocolos, se podrían habilitar usos. Pensamos también en organizar tardes de té, meriendas, picadas. Establecer turnos para que las familias y los grupos de amigos permanezcan en el salón una franja de tiempo determinado», cuenta.
La idea es generar recursos para sostener sus negocios. En Marshmallow comenzaron a llevar a domicilio «cajas sorpresa» (con golosinas, juegos y regalos) para cumpleañeros o aniversarios.
Casi hasta fines de los 80, los cumpleaños infantiles sucedían en las casas; aún en departamentos pequeños, los chicos festejaban puertas adentro. Uno de los primeros salones que abrió en la Ciudad es el de Cristina Tonna, La Piccola Tartaruga. «Ya somos segunda generación trabajando en el salón. En tiempos normales, los fines de semana teníamos festejos al medio día y a la tarde. Y los días de semana estábamos organizando reuniones espontáneas. Convocábamos a través de redes sociales para que las familias vengan a tomar algo y los chicos a jugar», cuenta Cristina.
«Nosotros sabemos cómo organizar reuniones seguras. ¿Por qué no podríamos trabajar con protocolos y un aforo con limitaciones como lo hacen los restaurantes?», se pregunta.
Voceros del Ministerio de Desarrollo Económico y Producción de la Ciudad informaron a Clarín que, con indicadores sanitarios positivos, se encuentran trabajando en una fórmula que permita pensar en la apertura de los salones. «Como ocurre con los restaurantes, hay que analizar el aforo y la ventilación. Estamos pensado en protocolos que permitan el regreso de la mayor cantidad de actividades posibles, siempre que la situación sanitaria lo permita», explicaron. ¿Hay una fecha posible de reapertura para los salones? «No aún», concluyeron.
Desde SyMA enviaron una nota al ministro del área, José Luis Giusti, poniendo la lupa en las reaperturas habilitadas en la Ciudad: «Muchas de ellas son equivalentes a nuestra actividad. Esto hace suponer que relegar la apertura de salones no sólo es una medida administrativa arbitraria, sino también muestra un desprecio o desinterés absoluto a nuestro sector por parte de las autoridades, violentando en todas sus formas el principio de igualdad», sentenciaron.
Frente a este panorama algunos propietarios tienen decidido recurrir a la Justicia, para solicitar que los dejen trabajar. También comenzaron a realizar protestas en la calle y a visibilizar su situación a través de las redes sociales.