Fuente: Clarín ~ Ya a mediados de marzo, los restaurantes estaban sintiendo fuerte la merma de clientes por efecto del coronavirus. La cuarentena obligatoria dispuesta por el gobierno nacional terminó por darles un golpe durísimo al sector. Como calcula un flyer que circuló en las redes sociales en estos días, dos millones de trabajadores gastronómicos se vieron afectados por esta crisis. En el medio, muchos buscaron una salida de emergencia apostando al delivery y al take away.
Cecilia Boullosa es periodista, pero todos la conocen como @chicaelectricaa. Escribe sobre comida y viajes en varios medios y dirige la agencia de contenido digital Miserere. Su cuenta de Instagram es un faro que alumbra todas las novedades y tendencias de la escena gastronómica porteña. Pero de pronto, ella también vio cómo esa luz se apagó de golpe.
Y en ese momento de caos y confusión, sin pensarlo, se puso a hacer lo que siempre hace, pero de otra manera. “Empecé a armar listados sobre la situación: qué lugares cerraban y cuáles sumaban delivery o take away para seguir funcionando como podían. Se generó una bola de nieve y me empezó a llegar información por todos lados: DM’s, WhatsApp, llamados. Pasé tres días casi sin dormir, compartiendo la forma en que estaba reaccionando la escena gastronómica porteña frente a la pandemia. La información cambiaba minuto a minuto y después la cuenta @cienciaygastronomia me ayudó a hacer un Google Maps para que la data que recabé de las entregas a domicilio estuviera geolocalizada”, cuenta Boullosa.
Los seguidores también se sumaron a rastrear deliveries y a pasarle la información por privado para ampliar la guía. Y el trabajo de Cecilia fue agradecido no solo por chefs y empresarios gastronómicos sino, lo que ella más destaca, “el staff raso de las cocinas, panaderos, bacheros… Lamentablemente, muchos ya perdieron el trabajo en estos días”.
Boullosa cree que “el mundo que conocíamos, se extinguió de un día para el otro”. Y en eso que ya no será igual, enmarca que “muchos de los restaurantes, cafés y bares que nos gustaban y donde la pasábamos bien en Buenos Aires, no van a volver a abrir. Muchos se van a fundir. Va a haber que refundar la gastronomía”, sentencia. Cuenta que ya hay muchos cocineros haciendo alianzas y pensando cómo salir de esto, y que parte del trabajo de los periodistas gastronómicos va a ser ahora documentar e informar sobre ese proceso que dirá “chau rankings 50 Best y más gastronomía real y sustentable”.
Pero ella prefiere no quedarse con la angustia y cuando se le pregunta qué la movilizó más de todos los casos con los que tuvo contacto, no duda: los panaderos jóvenes de Buenos Aires. “Germán Torres, Francisco Seubert Also, los chicos de Fraga, todos reaccionaron muy rápido y se adaptaron muy bien al nuevo escenario. Siguieron amasando, horneando pan y entregando, algunos bajaron los precios. Me pareció muy simbólico eso de que el pan no puede faltar, ni siquiera en un momento tan difícil como éste”.