Fuente: Clarín ~ A pocos metros del Parque Lezama sigue consolidándose un polo gastronómico con una amplia oferta de platos.
El antiguo barrio de San Telmo tuvo un resurgir noctámbulo varias décadas atrás y hoy la zona es vidriera atractiva de muchos polos gastronómicos. Entre las avenidas Belgrano y San Juan, la oferta explota. Restaurantes, bares, cervecerías y cafés en casi todas las cuadras son visitados por cientos de turistas y, por supuesto, por el público local. Además, en los últimos tiempos este barrio tan bonito, con su famoso mercado -patrimonio cultural de la Ciudad-, anticuarios muy cotizados y plazas apacibles, tiene un oasis culinario escondido en la calle Caseros, entre Bolívar y Defensa. En tan sólo cien metros, nueve locales dan vida a una de las cuadras más parisinas de la Ciudad, sobre todo por el estilo de sus cálidos boliches. Hermosos y frondosos árboles otorgan sombra a los visitantes que se resisten a dejar el ritual del verano, y aunque las temperaturas otoñales a veces requieren un abrigo, eligen las mesas de la calle.
El + Acá Club Social propone un paseo completo: librería, restaurante y actividades culturales.
Casi en la esquina, llegando a Bolívar, medio escondido tras una fachada de blanco inmaculado, se encuentra El + acá Club Cultural. Un elegante edificio del año 1929, que requirió cuatro años de restauración, para ahora lucirse con un restaurante muy luminoso. Pero la cosa no termina ahí. El centro cuenta con una galería de arte, una librería, mini cine y salones multiuso donde se dan clases de yoga, talleres literarios, entre otras actividades culturales. El restó propone menú ejecutivo para los mediodías y la carta muestra sándwiches fríos, esmeradas ensaladas, tablas de fiambres o vegetarianas para compartir, tapeos para los que sólo quieren picar algo y clásicos de clásicos como milanesas u omeletes. Ofrecen tardes con meriendas y la posibilidad de pispear libros sin la obligación de compra. Los viernes y sábados hay cenas con platos más elaborados. Para los días soleados, el patio, ubicado en el fondo del local, tiene mesas y plantas que prometen un ambiente calmo y “un afuera” sin ruidos urbanos molestos.
Un bodegón con gran oferta de tortillas (Silvana Boemo)
La Popular de San Telmo es un bodegón con onda palermitana. Las mesas de afuera, sobre la esquina, son las más codiciadas. El salón está decorado con sifones antiguos y banderines. De lunes a viernes ofrecen un menú ejecutivo hasta las 16.30, en un ambiente agradable con platos bien caseros. En la puerta, una pizarra invita a probar los diecinueve estilos de tortilla de papa que ofrecen, entre los que se destacan la de langostinos, morcilla y de ciervo.
El + Acá Club Social
Pero si hablamos del barrio, fue Caseros el primero en plantar bandera en la zona hará unos diez años. El salón es muy luminoso gracias a enormes ventanales que permiten ver desde el interior las mesitas blancas de la calle. La cocina de Santiago Leone es porteña, o como él prefiere decirlo, “con diferentes raíces inmigrantes”. Coletazos de corriente italiana, española y el mix porteño. Toda la pasta es casera, destacándose los malfatti, que están desde los inicios del local y que son un clásico que los vecinos han elevado casi a la categoría de inamovible. También se puede probar risotto con vegetales, carnes asadas y ensalada de salmón. El ambiente es muy tranquilo, con música suave que se disipa con los altos techos.
Como en todo circuito gastronómico, no podía faltar una cervecería. On Tap Craft Beer dice presente con su oferta de 20 canillas de cerveza artesanal, 100% nacional, incluidas las de la Patagonia. En los happy hour (de 17 a 20.30) la birra tiene un descuento. Es un espacio pet friendly (aceptan mascotas, con platitos con agua para nuestros mejores amigos…). La comida es pensada en función del maridaje con cerveza: hamburguesas caseras preparadas con distintos cortes de carnes, platos vegetarianos y veganos, papas rústicas, alitas de pollo y otras ofertas con la misma onda.
Pegadita se encuentra la única heladería de la cuadra: El Fundador. Esta empresa, establecida en 1914, ofrece cremas y postres helados artesanales. La pizarra muestra al menos sesenta sabores, entre los que se destacan algunos exóticos como vodka con naranja, crema de whisky, fernet con cola, cerveza, Aperol y limoncello. También tienen versiones freakys sin alcohol como helado de palta, maní, rosa mosqueta o sauco. Para comer in situ o para llevar.
Las mesas en la vereda son un gran atractivo de la cuadra (Silvana Boemo)
Mucha gente se agolpa en la puerta de Hierbabuena, un espacio con mesas rústicas en la vereda, y un salón lookeado como bodegón antiguo cool. El menú es vegano, apto para celíacos. Aunque tienen una mínima propuesta que incluye pollo y salmón, el corazón del local es verde. La gran mayoría de los productos son elaborados con mercadería orgánica. Ofrecen desayunos saludables y meriendas. Un cartel indica que es un juice bar, y la carta con treinta opciones naturales lo confirma. Los fines de semana se brunchea y entre semana proponen menú ejecutivo. Pared de por medio está el market, una encantadora tienda que ofrece una variada pastelería, pasta seca italiana, panes, especias, aceites importados y muchas delicatessen más. Un paseo obligado.
A las 17, el Club Social De Luxe levanta su persiana para deleitar al barrio con una cocina americana-francesa. Platos muy elaborados, adaptados al paladar argento. Las hamburguesas son uno de los platos más pedidos, seguidos por el bife de chorizo. Por las tardes hay promos de papas con cheddar y cerveza y happy hour en coctelería. El interior del salón tiene mesas vestidas y la enorme barra muestra una antigua vitrina que alberga cientos de botellas. Los fines de semana hay shows musicales en vivo, y los domingos al mediodía (único día que abre temprano) también.
Pizza gourmet en un ambiente cool (Silvana Boemo)
Y en esta cuadra tan variada, para satisfacer el exigente paladar de porteños y foráneos no podía faltar una buena pizzería. The pizza ofrece productos gourmet de fermentación natural, elaborados con blends de harinas orgánicas. Se pueden elegir entre trece opciones, todas con ingredientes top: pulpo español, trufas negras, gravlax de salmón ahumado y otras especialidades. El salón es amplio, con boxes y mesas tanto adentro como en la vereda también.
Un salón enorme con antigüedades a la venta, ofrece comida italiana. Panes y pizzas se elaboran a la vista de los comensales. (Diego Waldmann)
Cruzando el boulevard, lleno de glamorosas plantas “colas de zorro”, se encuentra Nápoles. La vidriera con letras doradas no permite llegar a descubrir toda la oferta del local, pero los enormes muñecos de soldados ingleses -como escapados de una película navideña Made in Hollywood- pueden dar una pista. El interior del salón, de unos cincuenta metros de largo, huele a pasta fresca y a pan recién amasado. Durante las mañanas se amasa el pan a la vista de los clientes y por las noches es el turno de la pasta y las pizzas. Cada una de estas tres especialidades tiene su barra. Tiempo atrás, el local era un anticuario, por lo que la ambientación es digna de ver: viejas bibliotecas, un caballo de madera, metegoles y bicicletas se entremezclan en las mesas iluminadas, aún a plena luz del día, con velas y candelabros. La pizza no es ni a la piedra ni al molde, es el espíritu de Nápoles redondo, con harina y complementos al estilo.
La oferta gastronómica es bien “tana”: burrata y entremeses acompañan la pasta fatta in casa y las crocantes pizzas. También ofrecen carnes y productos de pesca. El paseo por la zona no es sólo gastronómico: luego de disfrutar una buena comida se puede comprar todo lo que se ve en el anticuario. Desde un mínimo adorno hasta un auto, pasando por ropa nueva y usada de primerísimas marcas.
En Napoles tambien se puede comprar ropa de primera calidad.(Diego Waldmann)
Terminando el recorrido se encuentra Bacán, como su nombre lo indica, un ambiente coqueto y luminoso con largos sillones Chesterfield e impecable puesta en escena. La cocina está comandada por el chef Martín Carrera, que muestra su larga trayectoria en la calidad de cada plato. Es un restaurante que pretende que la comida sea lo más importante, sin espumas ni esferas, con tintes italianos y franceses que se mezclan con los toques porteños. Ofrece mollejas doradas, pastas caseras, parrilla, pescados y ensaladas. La carta se renueva siempre en busca de lo mejor del mercado.
¡Pasen y vean entonces! No se pierdan este nicho de San Telmo remixado y recargado. El nuevo polo, ya consolidado, es una fiesta y los espera.