Fuente: Cronista ~ Después de 17 años, volvió a abrir su propio restaurante, que con sólo un año de vida fue incluido en los Latin America’s 50 Best 2018. Segundo capítulo de Clase Foodie, el ciclo de entrevistas audiovisuales de Clase Ejecutiva.
Es una de las referentes de la nueva era de la cocina argentina. Forjó una carrera basada en programas de televisión y asesoría de empresas gastronómicas. Hace un año abrió Narda Comedor, que fue incluido en los Latin America’s 50 Best 2018. Ahora, su militancia por la alimentación saludable apunta contra el lobby de la industria de comida para niños. Por eso, fue la elegida para protagonizar este segundo capítulo de Clase Foodie, el ciclo de entrevistas audiovisuales a grandes referentes y talentos emergentes de la gastronomía, la enología, la coctelería y expresiones afines del universo sibarita.
Lejos de ser un restaurante sofisticado, el espacio que la cocinera Narda Lepes abrió en el Bajo Belgrano -diseñado por el arquitecto Horacio Gallo-, es un refugio de las distracciones. El objetivo aquí es uno solo: enfocarse en la comida. “Comé bien”. “Comé en estación”.
“Tomá agua”. “Probá cosas nuevas”, se puede ver escrito en el local, conceptos alrededor de los cuales gira la propuesta que desembarcó hace solo un año en la calle Sucre. “Con la apertura en 2017, la chef Narda Lepes quiso mostrar a sus compatriotas cómo se ve una dieta saludable, al mismo tiempo que demuestra que puede deleitar al paladar tanto como al estómago”, resumieron los jueces del Latin America’s 50 Best a la hora de rankearla en el puesto 46°.
Emprendedora precoz, a fines de los ‘90 estuvo al frente de la cocina en los restaurantes La Corte, Ono y Club Zen, que cerraron en 2001. Pero 17 años después decidió volver a apostar por abrir un lugar propio. «Ahora sentía que tengo un mejor mapa de cómo armar un restaurante para que sea un lugar al que yo iría, que me guste mostrar y que sea comercialmente viable. Porque podés poner un lugar divino, pero si no es comercialmente viable tenés que hacer otra cosa para vivir. Y prefiero hacer que las cosas que hago funcionen comercialmente para, en el tiempo que me queda, hacer otras que me gustan y que no son comerciales», explica Lepes.
Inquieta y multifacética, se resiste a definirse con el concepto de emprendedor que circula hoy. «No me gustan mucho los nichos de emprendedores porque muchas veces vas, los escuchás… Y son personas que ya eran millonarias. Te cuentan que empezaron a hacer algo en el garage del edificio, que resulta que fue construido por su papá y les dio la planta baja. ¡Gordi, eso no es empezar en un garage y eso no es ser emprendedor!», explica. «Sí me identifico con el término emprendedora en cuanto a que siempre me gustó hacer y probar cosas nuevas, y tengo una cabeza que piensa los negocios desde otro lugar. Creo que en lo que más me especializo es en solucionar problemas, de empresas sobre todo. Tengo una forma creativa de solucionar problemas: a la larga, después de trabajar mucho en eso, es a lo que me dedico porque me fui haciendo buena», agrega.
Militancia por la buena alimentación
Referente de su generación, Narda Lepes construyó su identidad combinando lo popular y lo sofisticado. Su estilo directo, informal y con humor la volvió una figura cercana, que habla sin cassette, primero con los gestos y después con palabras que no mide demasiado pero que se vuelven firmes cuando se trata de temas que domina. Mujer de opiniones fuertes, no suele pasar desapercibida, así sea por su postura a favor de la legalización del aborto en la mesa de Mirtha Legrand o por sus consejos de cocina saludable en las redes sociales. “Tengo que dar mensajes a prueba de balas. No mensajes de Miss Mundo, que es lo que trato de no hacer nunca”, afirma. Y deja en claro que la comunicación es uno de los temas que más la ocupan