Fuente: Cronista – Tres historias de diferentes latitudes, tres mujeres con vidas muy distintas, y una misma pasión: el gin, esa bebida tan versátil que desde hace un tiempo se reivindica como tendencia mundial/Todas crearon en Argentina marcas que se lucen por su calidad y originalidad/Desde la Patagonia hasta Rosario.
Tres historias de diferentes latitudes, tres mujeres con vidas muy distintas, y una misma pasión: el gin, esa bebida tan versátil que desde hace un tiempo se reivindica como tendencia mundial. Sorrel Moseley-Williams es inglesa, periodista y sommelier, vive en Buenos Aires desde hace varios años y en 2019 creó Dill & Tonic, su gin tonic listo para tomar. Valeria Saavedra trabajó en gastronomía y coctelería durante varios años en Europa, y desde 2017 destila su gin La Salvaje en Rosario, su ciudad natal. Taté Moretti es licenciada en finanzas y trabaja en un banco en Neuquén, hasta las cuatro de la tarde, momento en que se saca el uniforme de bancaria para ponerse su auténtico oficio: el de destiladora. Desde su destilería Patagonian Distillery creó Gina, su gin floral.
«Somos muy pocas mujeres al frente de una destilería o haciendo bebidas destiladas» cuenta Taté, que en 2017 empezó a destilar vodka, porque le pareció una bebida con un espíritu noble, que había que reivindicar, y al mismo tiempo la forma más pura para aprender sobre el universo de los destilados, por no tener sabor a nada.
«Ahí te das cuenta que lo que importa en un destilado es la calidad del alcohol». Hasta que el mundo le pidió que se ponga a hacer gin; una vez que sintió que ya había aprendido suficiente a partir de su experiencia a través del vodka, creó Gina, un gin floral, que lleva el nombre de una de sus hijas. «Sabía que iba a llevar el nombre de una mujer, quería que tenga un toque femenino, por eso encaré para el lado de las flores, me costó unos cuantos meses lograrlo, porque soy muy obse». Después de experimentar tiempos, proporciones, temperaturas, graduación alcohólica, y varias catas a ciegas, sacó al mercado su botella, que tiene pétalos de rosas, de jazmines, flor de azahar, de sauco, manzanilla y lavanda. «Yo quería que cuando abrieras la botella sea un perfume». Y claramente lo logró, porque fue premiado en Londres con una medalla de bronce en The International Wine & Spirit Competition, en la categoría Signature Botanical.
«Siempre estuve bastante activa en hacer eventos, ver lo que sucede, más para divertirme que para hacer plata. En 2019 Tato Giovannni me convocó para guiar el evento «Las Invasiones Inglesas» en Las Patriotas, y ahí hice el primer Dill and Tonic». Cuenta Sorrel, la periodista y sommelier oriunda de Inglaterra que hace años vive enamorada de Buenos Aires y su escena gastronómica…»
«Si bien hay mucho ganado en la visualización de las mujeres en el mundo de la coctelería o detrás de una barra, todavía hay mucho por recorrer». Hace poco en un cumpleaños en un bar en Neuquén, uno de los invitados la felicitó por su gin, y le contó que a su mujer le encantaba, pero a él no, porque le gustaban las bebidas más fuertes. «Te juzgan a veces desde la parte comparativa, como si las mujeres tomáramos bebidas dulces. Yo tomo whisky desde los 20 años. Creo que las mujeres estamos más dispuestas a conocer cosas nuevas. Hoy hablar de una bebida para mujer o para hombre no va más. El 70% de nuestro público son mujeres, tal vez había un segmento que estaba desatendido, de mujeres que no encontraban un producto que les gustara tanto como Gina».
En su destilería Patagonian Distillery, Taté trabaja en su laboratorio desde la tarde hasta altas horas de la noche con su alambique de cobre, en busca de la receta perfecta tanto para su gin, como los que elabora para terceros. Su consejo para poder saber cuándo estás ante un buen gin: «cuando lo olés, sin la tónica, si lo primero que sentís es el aroma del alcohol, eso te da la pauta de que no es lo mejor que vas a tomar. Siempre tiene que sentirse la composición botánica, el enebro. Después podés elegir algo más herbal o floral, va en gustos».
«Siempre estuve bastante activa en hacer eventos, ver lo que sucede, más para divertirme que para hacer plata. En 2019 Tato Giovannni me convocó para guiar el evento «Las Invasiones Inglesas» en Las Patriotas, y ahí hice el primer Dill and Tonic». Cuenta Sorrel, la periodista y sommelier oriunda de Inglaterra que hace años vive enamorada de Buenos Aires y su escena gastronómica. En pandemia se puso a escribir su libro «Mil», sobre el restaurante de Virgilio Martínez en Cuzco; «estaba tan al pedo que me puse a cosechar kinotos en los ratos libres, y Martín Westerdahl, mi actual socio, un día vino a casa y me dijo, «hagamos algo». Y yo le dije, «¿no querés que elaboremos mi Dill & Tonic?«.
Martín es brewmaster, dueño de la fábrica de cerveza Portlander. Juntos prepararon las primeras 300 botellas. Hicieron pruebas y su gin tonic listo para tomar se hizo parte de «Canuto», la caja de delivery que lanzó Tegui en plena cuarentena. La etiqueta la diseñó Inti, una amiga, a quien todavía le paga con alcohol, y el gin lo aportó Enebro. «Nosotros tomamos el producto y le hacemos nuestro aporte». Junto con Martín, Sorrel macera el gin con su propia receta y elabora el agua tónica en la fábrica de cerveza. «Ya hicimos dos ediciones especiales con nísperos, otra con ume, la fruta japonesa, cosechada por el chef Maxi Matsumoto, con etiqueta diseñada por Pesqueira». Tienen una línea clásica, otra «pink» con pomelo rosado, otro con pepino, y otro con eneldo de Sueño Verde. Su producto apunta a restaurantes y bares chicos, no tanto a bartenders. Apu Nena es uno de sus clientes predilectos.
«El mercado comercial de las bebidas es muy masculino, cuando yo decía que hacía gin, pensaban que hacía pantalones, lo asociaban a otro trabajo. Antes también, trabajaba en el mar, y hay determinados espacios que son mayormente ocupados por los hombres, pero hay que estar: con estar es un montón, yo persisto», le cuenta a MALEVA Valeria Saavedra, creadora del gin La Salvaje…»
«El gin tonic es lo más simple y complejo de hacer a la vez, porque si no tenés buen hielo ni buena tónica, o se le va el gas, es el peor trago del mundo. La quinina de la tónica es un botánico muy poderoso y amargo, necesita mucha azúcar para que sea tomable. Nosotros elaboramos una con menor nivel de azúcar». Supertonic es el nombre de la tónica que elabora Sorrel para Dill & Tonic, y que hoy en día también se vende en tiendas como The Coffee Store. La clave está en la maceración. Ellos maceran el eneldo con el gin, lo dejan entre 24 y 48 horas. También elaboraron versiones con pimienta rosa de Chubut y Mendoza. Su propósito es lograr tener una variedad con ingredientes de cada provincia. «Que sea más federal, que pueda inspirar a la gente; poder aplicar todo lo que vengo aprendiendo como periodista, a una bebida que inventé yo, es algo poderoso».
Valeria Saavedra nació en Rosario y en 2004 se fue a vivir a Barcelona, donde trabajó en gastronomía y coctelería. Allá vivió el boom del gin tonic en España y estudió fitoterapia; así aprendió sobre destilación con plantas, y durante varios años tuvo un emprendimiento en Ibiza y Formentera; a bordo de un barco preparaba cócteles y mojitos para servir en los yates que recorrían la zona. «Cuando volví quise compartir un poco de esa experiencia, de lo que había vivido». En 2017 casi no existían marcas de gin en Argentina, y Velu quiso desarrollar algo contemporáneo y proyectar otro estilo. «El mercado comercial de las bebidas es muy masculino, cuando yo decía que hacía gin, pensaban que hacía pantalones, lo asociaban a otro trabajo. Antes también, trabajaba en el mar, y hay determinados espacios que son mayormente ocupados por los hombres, pero hay que estar: con estar es un montón, yo persisto».
La Salvaje, su gin, está elaborado con diez botánicos (cedrón, romero, eucaliptus, laurel, enebro, coriandro, piel de naranja , cardamomo y otros), inspirado en el Litoral, el campo y el Río Paraná. «Es un gin que representa nuestra propia naturaleza salvaje; al mismo tiempo es elegante, tiene fuerza, y también es sutil». Es un homenaje a Rita La Salvaje, una mujer icónica e irreverente de Rosario, que inspiró a Fontanarrosa en varios escritos. «Este gin tiene que ver con la naturaleza salvaje de cada uno, y con la naturaleza misma».