Fuente: Clarín ~ Los empresarios aseguran que muchos locales bajan las persianas y no hay nuevas aperturas. Los costos y las fuentes de trabajo.
Lo que antes era anotarse para esperar una mesa ahora es con suerte un turno con el salón casi lleno. Lo que hasta hace poco era un cierre para un cambio de firma ahora es, en la mayoría de los casos, la bajada definitiva de la persiana. La crisis está pegando fuerte en el sector gastronómico y los empresarios alzan la voz para pedirle al Gobierno medidas paliativas.
Según datos de la Asociación de Hoteles, Restaurantes y Confiterías y Cafés (AHRCC), que reúne a las distintas cámaras empresarias del sector, hay cada vez más cierres de locales gastronómicos y casi ninguna apertura. Aseguran que con el desplome del consumo lo primero que ajusta la gente son las salidas a comer afuera.
La Cámara, por la caída de su rentabilidad y por la pérdida de fuentes de trabajo, se declara en estado de emergencia. Según sus autoridades, los aumentos sostenidos de las tarifas de gas y electricidad resultan, para muchos comerciantes, imposibles de pagar cuando cada vez tienen más mesas vacías. Por otra parte, la carga impositiva es otro de los puntos que reclaman sean revisados.
«De lo que recaudamos, el 40% se va en Ingresos Brutos, IVA, aportes jubilatorios y cargas sociales. Somos una de las actividades que más trabajo intensivo genera, y sin embargo no recibimos ninguna mano estatal», explica Camilo Suárez, titular de la AHRCC.
”Hay un doble discurso que ya no se sostiene. Por un lado, el Gobierno de la Ciudad promociona a Buenos Aires como la capital Iberoamericana de la gastronomía pero nos cierra los accesos a Puerto Madero y hace que los dueños de los locales no sepan qué hacer con los empleados. Al mismo tiempo, el Gobierno Nacional nos destroza con tarifas impagables y no atiende nuestros reclamos, pero asegura que cuida el empleo. En el medio, el consumo se desplomó: la gente ajusta primero por las salidas a comer afuera y los laburantes se llevan la vianda de su casa o caen en la comida por peso, de dudosa calidad. El resultado es que todos los días cierra un restaurante y hace rato que no abren nuevos”, agrega.
De a acuerdo a un relevamiento de Clarín un restaurante chico de unas 25 mesas (alrededor de 100 cubiertos) paga por mes $ 35 mil de luz y alrededor de $ 20 mil de gas a lo que hay que sumarle $ 15 mil de agua. Y en el caso de un restaurante más grande (250 cubiertos) las tarifas se van a $ 50 mil de luz, $ 45 mil de y $ 20 mil de agua.
Los empresarios gastronómicos aseguran que vienen solicitando -sin éxito- que les permitan imputar aportes jubilatorios a cuenta del IVA. «Pero lo más urgente son las tarifas: hemos pedido muchas veces que se congelen, porque son exorbitantes, y ya anunciaron nuevos aumentos -enfatiza Suárez-. Un restaurante tiene las hornallas y las heladeras prendidas todo el tiempo. ¿Qué quieren que hagamos? No soportamos nuevas subas”.
Tanto en el gremio como en la AHRCC aseguran que pese a la falta de respuestas a estos reclamos el diálogo con el Gobierno nacional, a través de la ahora Secretaría de Energía, continuará para que se fije un tope tarifario para el sector. «No sé si a esta altura podemos ser optimistas pero es nuestra obligación defender la situación de nuestros representados, y de los trabajadores a quienes les damos empleo, sin rendirnos. Confiamos en que los que deciden se den cuenta de que así vamos muy mal», cierra Suárez.