Fuente: Cronista ~ A los 24 años, Matías Merlo abrió su primer bar. Una década después, Tiki Bar continúa siendo uno de los puntos más destacados de la noche marplatense. El espíritu hawaiano del concepto adaptado a la impronta indeleble de la Perla del Atlántico es sumamente seductor. Sin embargo, la coctelería es la verdadera estrella de esa esquinita de la calle Alem cuyo creador resume, simplemente, como “un bar de amigos”.
¿Cómo fueron tus inicios en el mundo de la coctelería?
Mi relación con la coctelería empezó como algo casual en Mar del Plata, la ciudad donde elegí establecerme. Estudiaba diseño de indumentaria en Buenos Aires, pero en el verano viajaba a la costa y trabajaba en distintas barras para poder ir a la playa de día. Desde un principio me gustó este mundo, porque también tiene que ver con el diseño y con el mar, y funciona como una continuidad de lo que pasa durante el día en la playa; me di cuenta rápido de que era una hermosa forma de mantener dos universos en paralelo.
En esta ciudad conocí el oficio, entendí que era una vida diferente a la que podría adaptarme y todo lo que significa trabajar en verano, mientras todos los demás están disfrutando. Desde ahí supe que el protagonista es siempre el que está del otro lado de la barra, él (o ella) es quien se tiene que divertir; si vos también lo hacés, entonces el premio es doble.
¿Cómo te formaste profesionalmente?
En Buenos Aires trabajé con Cepas Argentinas, estudié en el Centro Argentino de Vinos y Espirituosas y me formé con Inés de los Santos y Mariano Ramírez. Además, gané una beca en un torneo de coctelería organizado por Bols y me fui a estudiar a su academia en Holanda. Luego de mucho trabajo, estudio y lectura, volví a la Argentina con la idea de abrir un Tiki Bar, ya que ese concepto reunía todas las condiciones que a mí me gustaban.
¿Por qué Mar del Plata?
Mi conexión con la ciudad nació en la niñez, principalmente con la zona de Waikiki. Comparto la teoría de Daniel Gil –uno de los pioneros del surf en nuestro país- que una vez me dijo que en Waikiki existe una tela de araña invisible que te atrapa para siempre. Además, mi unión con la playa es muy fuerte ya que desde los 12 años practico surf; como todos mis amigos de Mar del Plata lo hacían, me convertí en un surfista más.
¿Siempre soñaste con un Tiki Bar?
Años atrás, en Mar del Plata había un bar que tenía una estética muy tiki, con reminiscencia hawaiana, llamado La Princesa. A mí me parecía hermosa la combinación de la decoración, el sonido, la música vintage de los ’60 y el reggae; sin embargo, no se destacaba especialmente la coctelería. Al viajar y encontrar otros bares tiki fui profundizando el conocimiento, ya que es un concepto que existe desde los años ’30 en el que conviven distintos estilos. Nosotros empezamos emulando esos salones pero terminamos creando nuestra propia identidad: un tiki que está influenciado por el Atlántico y por la cultura italiana que domina la ciudad.
¿Cuál es el secreto de la vigencia del Tiki Bar a lo largo de estos 10 años?
La única respuesta que encuentro es la honestidad. Es un bar que no pretende ser más de lo que es. La gente viene porque se siente cómoda, y esa comodidad es auténtica. El que está del otro lado de la barra es el protagonista, y los equipos que se fueron formando en el bar tienen esa premisa. A pesar de que la excusa sea la cultura tiki, el corazón del proyecto es que es un bar de amigos real, sin pose, que hace que todos se sientan bienvenidos.
¿Cuáles son tus proyectos 2020?
Por ser el décimo año de Tiki Bar queremos hacer una celebración especial a mitad de año y actualizarlo para que su trayectoria se vea reflejada. El bar se fue haciendo con gente que se fue acercando a nosotros, es un proyecto colectivo del que muchos formamos parte. Por otro lado, en Salitre (Leandro N. Alem 3728), que es un comedor de estilo californiano, continuamos con una propuesta del chef Martín De Gerónimo que tiene más que ver con la cafetería, el brunch y el post-playa. En televisión, es mi cuarto año en Cucinare, así que también estaré viajando constantemente a grabar el programa a Buenos Aires.
También sos Embajador de Marca de Rochas París. ¿Cómo fuiste elegido?
Tengo una relación de amor con la ciudad de Biarritz, se podría decir que engaño a Mar del Plata con ella cada vez que puedo, pero en el fondo creo que es porque hay una similitud en el lifestyle de ambas. Creo que la marca me eligió porque buscaba transmitir ese espíritu francés en la Argentina, y mi conexión con Francia también es fuerte a partir de ese enamoramiento con Biarritz.