Fuente: La Nación – Desde Nueva York hasta Kyoto, pasando por París, Lisboa y Budapest, hasta Buenos Aires, Montevideo y el DF. Una lista imprescindible para revalorizar espacios con encanto y personalidad, que siguen brillando alrededor del mundo.
Lugares de encuentro, de charla, de amistad, amores y también desencuentros: historias mínimas que enhebran el día a día de todas las ciudades del mundo, esos hormigueros enloquecidos que encuentran en los cafés un descanso, un respiro. ¿Qué los convierte en clásicos? De algunos se podría celebrar su grandiosa arquitectura, de otros el hecho de representar la identidad de determinada ciudad y también de haberse convertido -por algunos designios indescifrables- en el sitio elegido por personalidades destacadas de la cultura y la política. De todos, que siguen sosteniendo un ritual que resiste al paso del tiempo.
Como todo ranking, el listado es arbitrario, aunque no excluyente. En el camino quedaron -para evitar la repetición- otros cafés clásicos como el propio Tortoni, en Buenos Aires; el Landtmann, de Viena; el Grand Café, de Oslo; o The Wolseley, en Londres. Y muchos más. Esta es nuestra selección, que apunta a rescatar la esencia e identidad de las ciudades que los albergan.
1- Café A Brasileira (Lisboa, Portugal)
A Brasileira, ubicado en el Barrio Alto de Lisboa, es un café icónico que ha preservado la cultura del café durante casi 120 años. Fundado en 1905 por Adriano Telles, un inmigrante portugués en Brasil, A Brasileira cautiva con sus paredes cubiertas de espejos y una refinada decoración. Telles buscaba introducir a los portugueses en la calidad del café brasileño, permitiendo a los clientes degustarlo de forma gratuita.
El café se convirtió en un punto de encuentro para intelectuales, revolucionarios y figuras destacadas, incluyendo escritores como Fernando Pessoa, de quien hay una estatua de bronce en la terraza del café. A Brasileira ha mantenido su identidad y simbolismo como centro de los círculos intelectuales y sigue siendo uno de los establecimientos icónicos de Lisboa. La lujosa fachada, diseñada por el arquitecto Manuel Norte Júnior, es su distintivo. Hoy en día, es de los pocos cafés en Lisboa que han permanecido abiertos a lo largo del siglo XX.
2- Café de Tacuba (México DF)
El icónico Café de Tacuba está emplazado en el centro histórico de la Ciudad de México y se destaca por su menú enfocado en la tradicional comida local y su decoración que evoca el México del siglo XX. Fundado en 1912, lleva más de 100 años de historia como parte integral de la identidad de la capital mexicana. La casona que lo alberga tiene una historia que se remonta al siglo XVII, y el café ha sido testigo de eventos históricos y sociales, como la boda de Diego Rivera y Guadalupe Marín en 1922.
También fue frecuentado por personalidades destacadas como el presidente Porfirio Díaz y el compositor Agustín Lara. A pesar de un incendio en 1999 que casi lo destruye completo, el Café de Tacuba sigue siendo un tesoro cultural y gastronómico que atrae por su autenticidad y sabores tradicionales.
3- Vesuvio Café (San Francisco, Estados Unidos)
Vesuvio Café, ubicado en el pintoresco barrio de North Beach en San Francisco, fue el icónico punto de encuentro de la Generación Beat. Desde 1948, este salón está cargado de jazz, poesía, arte y vida bohemia. Con una variada clientela, atrajo a artistas, escritores, turistas y amantes de la cultura de la costa oeste norteamericana.
Es famoso por ser el lugar donde Neal Cassady hizo una parada en su camino hacia la Six Gallery para una lectura de poesía en 1955. También fue frecuentado por Jack Kerouac y otros poetas beat, convirtiéndose en un destino imprescindible para los admiradores del movimiento. En el Vesuvio Café la atmósfera es más bien retro, pero acogedora, con una decoración ecléctica y obras de escritores famosos en sus paredes. Con una carta reducida, se centra en proporcionar un espacio auténtico para sumergirse en el legado cultural de la Generación Beat.
4- Sarasa Café (Kyoto, Japón)
El café Sarasa Nishijin está ubicado en un antiguo sento, que formó parte de una política de baños públicos que se remonta al Siglo XVI y fueron un boom después de la Segunda Guerra Mundial, cuando muchos hogares no tenían bañera. El café abrió en el año 2000, dos años después del cierre de la casa de baños original de Fujinomori Onsen.
La arquitectura típica japonesa de su fachada contrasta con la particularidad de su interior decorado con coloridos azulejos de mayólica que cubren sus paredes y el baño. El café logra conservar el espíritu del establecimiento original que lo precedió, aunque su público haya mutado a jóvenes y lugareños que aprovechan sus sofás para apoltronarse. Un sitio especial para relajarse, leer, tomar café y probar pastelería típica de Japón.
5- Café Brasilero (Montevideo, Uruguay)
El Café Brasilero, en la Ciudad Vieja de Montevideo, es un verdadero tesoro cultural rioplatense. El bar es el más antiguo, en funcionamiento, de la ciudad. Fundado en 1877, su encantadora decoración es un pasaje directo a épocas pasadas y sus paredes están adornadas con cuadros y fotografías de personalidades que han pasado por allí. A lo largo de su historia, fue un punto de encuentro para la intelectualidad y la bohemia uruguaya.
Después de haber sido restaurado en 1982, el café continuó con su misión de ofrecer el mejor café y fomentar el ambiente cultural, con actividades como música en vivo, charlas y lecturas de poesía. Su carta incluye una selección de gastronomía moderna y exquisitos cafés, entre los que destaca el “Eduardo Galeano”, en honor al escritor que pasaba sus tardes en este viejo salón.
6- Confitería La Ideal (Buenos Aires)
La emblemática confitería porteña La Ideal reabrió sus puertas en noviembre del 2022 después de permanecer durante seis años cerrada. Fue una excelente noticia no sólo para el patrimonio porteño, sino también para la historia cultural de la Ciudad de Buenos Aires.
Antes de convertirse en una confitería, en el edificio de La Ideal funcionaba un conventillo. Fue el inmigrante español Manuel Rosendo Fernández quien decidió darle nuevos aires y transformarla en un verdadero ícono de la belle époque del microcentro porteño. Desde entonces pasó por diversas etapas: fue un salón de tango, el sitio de reunión de la alta alcurnia y de los presidentes de la Nación, un atractivo para turistas, desconocidos y famosos como Madonna, y un restaurante desmejorado que parecía condenado al olvido. Con su reapertura, La Ideal tiene una vida más para recuperar su esplendor original.
7- Café New York (Budapest, Hungría)
Se dice que el Café New York, conocido como Nueva York Kávéház en Budapest, regresó triunfalmente a su antigua gloria. Fundado en 1894, considerado como el café más hermoso y querido de la ciudad a principios del siglo XX, cayó en decadencia después de la Segunda Guerra Mundial y fue transformado en una tienda de artículos deportivos.
Sin embargo, a principios de los años 2000 fue restaurado y ahora forma parte del majestuoso Palacio de Nueva York. La cafetería, junto con un restaurante y un bar, ofrece un menú que rinde homenaje a la cocina multicultural de la antigua monarquía austro-húngara. El Café New York se autodenomina como “el mejor café del mundo” y su exuberante decoración evoca la grandiosidad de un templo barroco.
8- Le Procope (París, Francia)
El Café Procope, uno de los más antiguos y emblemáticos de París, fundado en 1686, fue el primer café literario del mundo y un lugar frecuentado por destacados escritores, filósofos, políticos y artistas. Después de altibajos en su historia, el café fue meticulosamente restaurado en 2006 y ahora forma parte del patrimonio histórico de París.
El interior del Café Procope es un tesoro, con una exquisita decoración y una atmósfera de bohemia 100% parisina. Además, tiene una estrecha relación con la Revolución Francesa y exhibe objetos históricos, como el sombrero de Napoleón Bonaparte que dejó como parte de pago. El café ofrece una experiencia culinaria de primer nivel y es un testimonio vivo de la grandeza del pasado de París.
9- Hafiz Mustafa (Estambul, Turquía)
Este histórico café de Estambul asegura ofrecer los “postres más deliciosos de la tierra desde 1864″. Más allá de la exageración, la historia y su vigencia son un fuerte respaldo para esta temeraria afirmación. Para poner en perspectiva, cuando el Hafiz Mustafa abrió sus puertas, Abraham Lincoln era el presidente de los Estados Unidos y la reina Victoria gobernaba Gran Bretaña.
Hadji İsmail Hakkı Bey fue el creador de este emporio que nació como una fábrica de dulces, en el sótano de la tienda. Hafız Mustafa, su hijo, fue el primero en fabricar el pastel salado llamado Poğaça. Su fama le hizo ganar 12 medallas en Europa en panadería y confitería entre 1926 y 1938. Así se convirtieron en verdaderos embajadores de los sabores turcos: baklavas, kadayifs, grageas de cereza, almendra, avellanas, canela y café. Y una larga lista de imperdibles que tienen un lugar especial en la cocina otomana.
10- Café Pushkin (Moscú, Rusia)
Encanto y nostalgia. Eso se percibe en cada rincón del Café Pushkin, en el corazón de Moscú. Inaugurado en 1999 en un antiguo edificio donde funcionaba una farmacia, este café recrea la elegancia del siglo XVIII con una decoración cuidadosamente seleccionada, una biblioteca en el primer piso (con más de 3 mil libros y un ejemplar fechado en 1663) y una carta en la que se destaca un delicioso chocolate caliente tradicional.
El Café Pushkin, se ha convertido en un ícono moscovita, con sus baños decorados con porcelana, los jardines de su terraza, y las antiguas piezas decorativas, como un arpa, un telescopio y un globo terráqueo, la boiserie trabajada en maderas oscuras e incluso los camareros, vestidos de acuerdo a la vieja usanza. Todo un combo que evoca a un tiempo pasado que parece detenido entre sus paredes.
11 – Café Sacher (Viena, Austria)
El Café Sacher, ubicado dentro del Hotel Sacher, en Viena es un tesoro histórico que conserva la atmósfera de los antiguos cafés vieneses que solían ser frecuentados por Mahler, Adolf Loos, Wagner, Klimt o Freud. La fama de este café se debe en gran parte a la icónica torta Sacher, inventada por Franz Sacher en 1832.
En aquel entonces, Franz era un aprendiz de 16 años que recibió el encargo de crear un postre especial para servir al príncipe Wenzel von Metternich. Así nació esta receta que ha perdurado durante más de 180 años y es un símbolo de la gastronomía vienesa, famosa en todo el mundo. El café, declarado Patrimonio de la UNESCO, ofrece la oportunidad de disfrutar de esta deliciosa torta y sumergirse en la atmósfera histórica de la ciudad. Además, se puede degustar café acompañado de crema chantilly y licor de chocolate. Para completar la experiencia retro, hay siempre periódicos disponibles, como lo marca la tradición de los cafés vieneses.
12 – Café Sabarsky (Nueva York, Estados Unidos)
El Café Sabarsky lleva el nombre de Serge Sabarsky, cofundador de la Neue Galerie, el museo de arte y diseño austriaco y alemán que lo alberga en Nueva York. Este sitio es un verdadero y sentido tributo a los icónicos cafés de Viena. Su interior está decorado con auténticos objetos de la época, como las luminarias diseñadas por Josef Hoffmann, los muebles de Adolf Loos y las banquetas tapizadas con una tela de Otto Wagner que data de 1912.
Un elegante piano de cola Bösendorfer ocupa un rincón del café y todavía se sigue utilizando: este es el escenario perfecto para conciertos y eventos culturales en el museo. Además, en el café es posible acceder a una experiencia culinaria de primer nivel bajo la dirección del chef Christopher Engel. Visitar el Café Sabarsky significa sumergirse en una recreación del encanto y el ambiente de los cafés vieneses de principios del siglo XX, pero en Nueva York.