Fuente: Clarín Gourmet by Paola Pluzzer ~ Algunos de sus bares y restaurantes marcaron una época. Cuáles cerraron sus puertas, cuáles aún resisten y cuáles llegaron con nuevas propuestas.
Las Cañitas, la zona de Palermo que se erigió como uno de los polos gastronómicos porteños más exitosos de fines de la década del 90, elegida por su movida nocturna y sus bares y restaurantes de moda, ya no trasnocha como antes. Crisis, nuevas tendencias y pandemia mediante, mucho cambió por estas coordenadas de la Ciudad de Buenos Aires.
En su apogeo, toda esta área ubicada detrás del Campo Argentino de Polo era uno de los spots más frecuentados por los fotógrafos que hacían guardias para capturar una imagen de los famosos que frecuentaban sus locales gastronómicos.
En esos tiempos, además de ser un atractivo para las celebridades vernáculas y para los porteños, estas veinte manzanas delimitadas por las avenidas Dorrego, Luis María Campos y del Libertador se convirtieron en uno de los circuitos más elegidos por los turistas por su vibrante vida nocturna.
Praliné, uno de los exponentes de la nueva vida diurna de Las Cañitas. Foto: Juano Tesone .
Con su epicentro en el boulevard Chenaut y en el rectángulo comprendido por las calles Arce, Arévalo, Ortega y Gasset y Báez, restaurantes y bares icónicos como Soul Café, Novecento, Morelia, Báez, El Portugués, El Primo, Jackie O, Santino, Ink y Voodoo Bar ofrecían una propuesta innovadora para la época: un mix de gastronomía local e internacional, tragos de autor y buena música hasta la madrugada.
Junto con otros restaurantes como El Primo, Azul Profundo (que después cambió de dueño y se convirtió en Campobravo), Piegari Piazza, El Estanciero y La Fonda de Polo, la zona mantuvo ese tipo de movida hasta aproximadamente 2015. En la actualidad, solo siguen en pie Novecento, El Estanciero y Campobravo.
¿Qué generó la transformación?A medida que Las Cañitas aumentaba su fama como polo gastronómico, también crecía el precio de sus alquileres. Sumado a la escasez de lugares para estacionar y a las denuncias por ruidos molestos que realizaban los vecinos que vivían cerca de los locales, el barrio comenzó a perder ese espíritu inicial.
Las cafeterías como Prospero Velazco hoy son tendencia en Las Cañitas. Foto: Juano Tesone.
La mayoría de los bares y restaurantes cerraron o se trasladaron hacia otros circuitos gastronómicos, como el de Palermo Soho y Hollywood. La crisis de 2001 también impactó fuerte en Las Cañitas y en la forma de vivir la noche porteña.
Hoy Cañitas tiene otro perfil, más familiar y residencial. En sus cuadras sobresalen las parrillas, las tiendas para comprar comida, las cafeterías, las hamburgueserías, las heladerías y los lugares de brunch. El día late más fuerte que la noche.
Los bares y restaurantes de la época dorada de Las Cañitas
Uno de los pubs que puso de moda a Las Cañitas con una propuesta disruptiva fue Soul Café, comandado por Luis Morandi y el músico Fabián «Zorrito» Von Quintiero. A mediados de los 90, durante una gira por Nueva York con Charly García, el Zorrito comenzó a ver que había una gastronomía con un ambiente que no existía en nuestro país.
El mítico Soul café por dentro. Foto: Archivo Clarín
«Veo la tendencia, música en los restaurantes, color, buenas sillas y mesas, todo me hace mucho ruido», recordó el músico en una entrevista con Clarín. «No teníamos un mango, ni credibilidad, ni inversores, ni nada. Llegamos a Las Cañitas porque era barato y estaba bien ubicado», agregó en relación a Soul Café, que abrió en 1995 y cerró en 2013.
«El Soul fue un éxito desde el comienzo», afirma Morandi. «Le compramos el local a la familia Serrano. Cuando fuimos a verlo, vino Dolli (Irigoyen) y ella nos dijo que era el lugar indicado«, cuenta. «El Soul era muy musical y espontáneo, había un escenario con instrumentos, entonces de repente venían a comer Charly, Fito, Calamaro, Juanse o algún músico, y se armaba una zapada en vivo”, recuerda.
En el Soul se recreaban platos clásicos que bautizaban con nombres ligados a la música, como el guiso Yupanqui. “Después incorporamos una carta de sushi, cuando tampoco era muy común acá. La gente hacía dos horas y media de cola para entrar. La pasábamos bien, nos divertíamos, todo el tiempo pasaban cosas», revive Morandi.
Charly García, Diego Maradona y Claudia Villafañe en Soul Café en 1995.
Fue en el Soul Café que se produjo el encuentro entre el actor Colin Farrell, de visita por el país, con su ídolo Diego Maradona, otro habitué del lugar. Al poco tiempo, la misma sociedad abrió Super Soul, un café de especialidad, como los que ahora abundan. Y el Zorrito tuvo otros emprendimientos en la zona, como Voodoo Bar, Santino, de comida italiana, y Nina Wok, pero todos cerraron.
Los restaurantes que sobrevivieron los cierres y la pandemia
Otro de los restaurantes icónicos de Las Cañitas que abrió un año después de Soul Café y que sigue vigente es Novecento, el famoso bistró con estilo europeo. «En los ’90 había mucha farándula. Calamaro, Charly, Valeria Mazza y Susana Giménez son algunos de los que estuvieron en Novecento. Ricardo Darín y el Chino, su hijo, todavía vienen seguido», cuenta Mariano Babusci, dueño del restaurante.
Novecento tal como era en los noventa, en pleno apogeo de Las Cañitas.
«En 1991 abrimos la primera sucursal en el Soho de Nueva York, que en ese momento era un barrio nuevo para la gastronomía. Entonces quisimos replicar esa idea acá y abrimos en Báez 199. Fue un éxito desde el primer día«, dice Babusci.
«La zona se puso de moda. Todos los bares que abrían tenían mucha onda. Había chefs nuevos, gastronomía de vanguardia, mucha noche. Con el tiempo, la movida gastronómica empezó a trasladarse hacia otros barrios. Sin embargo, Las Cañitas está vigente», defiende.
Cuenta que durante la pandemia se reinventaron con el take away y lanzaron otras marcas de delivery, como Las nueve empanadas, Milanga Show y Market Novecento para la venta de vinos. «Todas funcionaron desde el arranque y siguen muy bien. Además, apenas se levantó el confinamiento, notamos que la gente salió mucho a comer y el barrio revivió», se entusiasma.
Campo Bravo abrió en 2002 en Las Cañitas.
Algo similar sostiene Luciano Ladoux, gerente de Campobravo, restaurante especializado en carnes que inauguró en Las Cañitas en 2002. «Vi mucho caudal de gente que volvió a movilizarse después de tanto encierro. Ojalá siga así», dice. Hijo de padres gastronómicos, tenía 15 años cuando su papá abrió Campobravo.
«La imagen que tengo de aquella época es la de gente haciendo cola para entrar a comer. Eso ya no sucede. Me acuerdo de la vorágine. El boom se dio porque se pasó de las parrillas y bodegones clásicos a restaurantes de autor, que tenían otra onda, pasaban otro tipo de música y marcaban otra impronta. El éxito fue tal que muchos mozos se compraron sus casas con las propinas que ganaban«, detalla.
El Estanciero, desde 1999 en Las Cañitas.
El Estanciero fue otro de los pioneros. Abrió en 1999 y hoy sigue en pie. «Elegimos esta zona porque se estaba desarrollando y poniendo de moda. Del ’99 al 2006 fue la época dorada, con muchos famosos que venían a comer. Se abrían constantemente restaurantes, y todos estaban llenos. La gente consumía mucho», afirma Luciano Montonati, encargado general del restaurante.
«En principio fue un barrio de casas, en cinco años se convirtió en un polo gastronómico, y hacia 2015 mutó hacia una zona más familiar. En cuarentena, Báez era una cuadra fantasma. Pero dos años después, Cañitas se ha reinventado. Abrieron muchos locales, no con la gloria de los ’90, pero sí con el espíritu de ser un lugar donde comer bien y pasar un buen momento«, concluye.