Fuente: Cronista – Chila cerró sus puertas y nació Amarra, una «embajada gastronómica» que recibe chefs de los mejores restaurantes del país/ El chef invitado presenta un menú por pasos que se sirve durante 3 semanas/ Las próximas semanas aterriza Mendoza, Bariloche y Córdoba en las cocinas de Pedro Bargero/ El objetivo: valorar la gastronomía argentina en su totalidad.
El 17 de marzo, y después de 17 años de una gran vida, Chila cerró sus puertas. Pero el restaurante a cargo de Pedro Bargero – tantas veces premiado entre los 50 mejores de Latinoamérica – no se borró del mapa. Sino que mutó hacia una propuesta diferente, dinámica, federal (y muy interesante): «Amarra».
Amarra funciona como una embajada gastronómica que busca acercar cocinas de distintas partes del país a Buenos Aires. En la misma sede de siempre, ubicada sobre Alicia Moreau de Justo en Puerto Madero, recibirá a chefs de otras provincias que presentarán, de a uno, un menú propio y fijo durante 3 semanas. Buscando enriquecer nuestra cultura gastronómica, Amarra es un puente, un punto de unión para poner en valor a la Argentina entera, trabajando en conjunto.
Este miércoles 19 de abril Azafrán aterrizó en sus cocinas directo desde Mendoza para dar inicio a este ciclo con las creaciones culinarias sofisticadas, y autóctonas de la región cuyana, del chef Sebastian Weig. Y con MALEVA estuvimos ahí para contarles de esta nueva experiencia en detalle con 5 razones por las que vale la pena conocer Amarra:
1. Excelencia asegurada: Pedro Bargero selecciona él mismo a los mejores restaurantes del país.
Algo que llama la atención de la propuesta es que el menú lo elaboran por completo, y con total libertad, los chefs invitados. Pedro Bargero se convierte en una pieza de la ejecución de los platos, confiando en que los restaurantes que él seleccionó mantendrán el nivel que los hace merecedores de ese lugar. Con su trayectoria repleta de reconocimientos, podemos asegurarnos degustar sabores de excelencia.
Las primeras tres semanas, que iniciaron el pasado miércoles (y que irán de miércoles a sábados, sólo en el turno noche) tienen a Azafrán como protagonista, desde Mendoza. En mayo recibirán a Ruda, también de Mendoza y después pasarán por sus cocinas Ánima desde Bariloche y Herencia desde Córdoba. Los seguirá la dupla de Darío Gualtieri y Julián Galende. Por ahora, esos son los «equipos» confirmados para el inicio de este proyecto, hay que estar atentos a ver cómo continúa.
2. Es una oportunidad para viajar por los sabores del país sin salir de la ciudad.
Cada invitado y cada menú es un poema a la provincia que vino a acercar. Incluso traen la materia prima de ahí junto con recetas que tienen un arraigo cultural y emocional importante. Ayer, en los platos encontrábamos hojas de parra, Malbec, maíz, trucha, chivo; ingredientes muy propios del terruño mendocino.
A su vez, la carta incluye reversiones sofisticadas de clásicos de su infancia como el tomaticán, un guiso que colocaron dentro de una cáscara de huevo como parte de uno de sus «snacks» de entrada. Este fue elegido entre los preferidos de ambos chefs, porque no nos olvidemos que Pedro es oriundo de la provincia cuyana también.
3. Una cocina con tanto dinamismo te regala la oportunidad de vivir momentos completamente diferentes.
A diferencia de los restaurantes tradicionales, con una carta limitada y reducida, Amarra te permite visitarlos una vez por mes y vivir experiencias completamente diferentes entre sí. La duración de cada invitado (3 semanas, 4 noches por semana) y la libertad en la elaboración de su propuesta gastronómica convierten a Amarra en un restaurante distinto con cada nueva propuesta. Los sabores, sus presentaciones, los tamaños de los platos, el maridaje, todo se transforma con la llegada del próximo chef invitado. No hay peligro de caer en el aburrimiento sino todo lo contrario, te vas con la intriga de cómo será el próximo.
4. Te hacen parte de cada paso de este viaje culinario.
La atención es sumamente personalizada y cálida desde el inicio. Pero, además de eso, hay una constante participación del comensal en cada paso, cada elección y la historia de cada plato que se acerca a la mesa. Para quien visita Amarra con ganas de vivir la «full experience» – aprender, entender y contextualizar para luego degustar con mucha más información – este acompañamiento constante es clave.
5. El vino marida perfecto con lo variado de la propuesta.
Cada paso viene acompañado de un vino y cada vino tiene un por qué, con el objetivo de escoltar los sabores del plato siempre resaltando a estos como los verdaderos protagonistas. Más allá de algunas cepas tradicionales, como el Malbec o el Torrontés, nada resultó obvio. Para acompañar el tomate con ajo negro, nos presentaron un Chardonnay Roble 2011, un espumoso que pasó 40 meses en contacto con sus lías lo que aporta una complejidad y un sabor únicos en boca.