Fuente: Clarín Gourmet by Guillermo Kellmer ~ La pandemia de coronavirus y la cuarentena hizo que mi carrera como catador de comida popular en 2020 se redujera a la elección de la mejor empanada de las cadenas de delivery. La experiencia, además de varios kilos de más, me dejó una gran satisfacción: que un verdadero especialista en empanadas me pidiera que probara las suyas.
Como conté en mi vuelta a la versión “jurado gastronómico” del catador, la balanza me obligó a frenar un poco con eso de comer de todo para ponerme a las órdenes estrictas de Corina, mi nutricionista. Por lo que la cata de las empanadas bien caseras, con un toque gourmet y envasadas al vacío podemos decir que es del catador AD (Antes de la Dieta).
Y es aquí que hace su ingreso Nacho Cuevas, el verdadero protagonista de esta historia. Toda su vida profesional la había desarrollado en la parte comercial de importantísimas empresas gastronómicas en las que había llegado a ocupar cargos gerenciales.
Todo en casa. Las empanadas caseras de Nacho Cuevas vienen con un toque gourmet. Ya reparta unas 70 docenas por semana. Foto Fernando de la Orden
Sin embargo, siempre lo volvió loco la parte práctica del negocio, la cocina. Y lo que arrancó siendo un drama, él lo convirtió en oportunidad. Pocos días antes de arrancar la cuarentena se había quedado sin trabajo. Y decidió que eso que siempre hacia para la familia y los amigos debía convertirse en un negocio: cocinar para vender.
El tema era qué cocinar, cómo prepararlo y cómo venderlo. Según cuenta su mujer Josefina, un noche como tantas otras se quedó cocinando. Y a la mañana llegó la confesión que cambiaría la vida de la familia (se completa con dos hijas chiquitas). “Hice 18 empanadas en dos horas y media”, dijo él. “¿Y si vendemos empanadas?”, lo empujó ella.
En el relato no me queda claro cómo fue que decidieron que al nacer “Empanadas en Casa” (@empanadasencasaba en Instagram) fueran congeladas y envasadas al vacío. Pero en el entusiasmo de Nacho noté el amor y el toque propio que le puso y le pone a cada empanada. Probarlas fue un camino de ida. Y al parecer no fui el único seducido por su mano para la cocina.
Vienen envasadas al vacío, un proceso que le da al producto cinco veces más de vida útil. Foto Fernando de la Orden
“Mi mujer y yo somos parte de familias numerosas por lo que al principio fue fácil conseguir clientes. Y fue el boca a boca los que no llevó a ir creciendo. Notamos que podía andar en serio cuando la mitad de los pedidos ya venía por fuera de WhatsApp y que el 92% de lo que pedían una vez lo volvían a hacer”, resume Nacho aquellos primeros días.
Rápidamente la casa se transformó y trastocó la vida familiar. La primera adquisición fue la máquina para envasar al vacío (“le da al producto cinco veces más de vida útil”, explica Nacho). Después de romper su multiprocesadora, la de su mamá y la de su suegra llegó la cortadora de vegetales. Al primer freezer se le sumaron dos más y hoy son cinco, todos en el living. Aquel impulso inicial se había convertido en un emprendimiento y hoy ya reparten un promedio de 70 docenas de empanadas por semana.
¿La fórmula? “Para ponerlo en marcha, toda la familia encolumnada. Mi mujer en los pedidos y la comunicación, mi papá que es del Interior y se había mudado a Capital se ocupaba de contactar proveedores, yo mismo hacia todas las entregas”, cuenta Nacho.
Y después su mano. “Se me vienen sabores a la cabeza que después veo como llevarlos a la cocina. Y con todos busco que tengan un detalle, algo que los haga distintos, un toque gourmet”, agrega.
Un golpe de horno deja a las empanadas listas para comer. Hay once sabores para elegir. Foto Fernando de la Orden
Así, en las empanadas caprese tienen un mix de quesos, tomates confitados y un aceite de albahaca, las de pollo vienen con la carne marinada en naranja, ananá y pimientos asados. Para aquellos como yo que decimos que “la” empanada es la de carne, sugiero que prueben por ejemplo la de bondiola que viene braseada a la cerveza negra durante cuatro horas.
“Arrancamos con cinco sabores y hoy tenemos 11”, resume Nacho y cuenta que las últimas novedades son las de portobellos, espinacas y queso azul; osobuco al malbec, y espinacas y parmesano.
El entusiasmo con que describe cada sabor es equivalente al que le pone al emprendimiento que le cambió la vida y hoy su negocio. “Cuando cocinás para amigos lo mejor que te puede pasar es que dejarlos satisfechos. Que algo que hago con tanta pasión llegue a tanta gente es un sueño”, concluye.
Las empanadas vienen envasadas al vacío de a media docena y con instrucciones muy sencillas para que la cocción las convierta en las exquisiteces que me tocó probar el año pasado. Las próximas me esperan en el freezer para el catador DD (Después de la Dieta).