Fuente: Ámbito ~ Tres emprendedores europeos crearon Kitchenita, un e-commerce que lanza marcas exclusivas para apps de envíos despachados desde «cocinas ocultas». ¿Cómo usan internet para garantizar un éxito y satisfacer el consumidor?
Desde hace ya un tiempo, pero más a raíz del confinamiento, los argentinos asumimos que el delivery no es solo pizza y empanadas. Hoy muchos restaurantes –algunos de altísima gama- no sólo se animaron a los envíos a domicilio por primera vez, sino que debieron pensar maneras para que los platos lleguen de la mejor manera posible, de la mano de cartas reducidas y un buen packaging.
Pero meses antes de esta crisis sanitaria, tres socios europeos “la vieron venir” y desembarcaron en Argentina con la idea de “democratizar el delivery”, al ofrecer platos de alta calidad con empaques sustentables y materia prima a agroecológico a precios que promedian los $ 350 o $ 400. Así nació Kitchenita, un emprendimiento que se dedica a crear marcas nativas pensadas para el delivery bajo el modelo de trabajo de las “Dark Kitchens”, espacios ocultos, pequeños y optimizados para el despacho de comida. Estas pequeñas cocinas ganan cada vez más popularidad a nivel mundial.
“ Somos un e-commerce, no somos un restaurante comida que vende online. No venimos a competir con los offline que hoy hace delivery.”, indicó a Ámbito Gaspard Hambückers, COO de Kitchenita, compañía, co-fundada por Arthur Madrid y Alexandre Boccara, su actual CEO.
Hoy Kitchenita cuenta con cuatro marcas pensadas de forma exclusiva para el delivery: LIMU ( Poke), FISHICO (Fishcakes) JARDIN (Vegana con productos de la marca NotCo) y PLANTA BASE (street food a base de plantas), todos ellos con materia prima orgánica y packaging eco-fiendly (hasta los palitos son comestibles). Pero para diciembre de 2020 planean tener 10 y en breve esperan lanzar una marca de empanadas con un twist, es decir reversiones de la mano de un chef argentino de primera línea (aún no revelado) a $ 60 la unidad.
La intención es que cada pedido llegue en 20 minutos en perfectas condiciones. Pero más allá de lo atractivo de la propuesta, es interesante destacar que a cada marca la crean a partir de la data recolectada en internet para ver las necesidades culinarias de cada barrio. En diálogo con Ámbito, Gaspard Hambückers habló de la innovación en el negocio que hay detrás de esta tentadora experiencia para vivir en casa.
Periodista: ¿Cómo nació Kitchenita y en qué consta el negocio exactamente?
Gaspard Hambückers: Kitchenita nació en septiembre de 2019 por dos motivos. Primero porque a nivel mundial el mercado del delivery estaba explotando y desembarcaban en Latinoamérica las super apps internaciones y al mismo tiempo incursionaban apps de pedidos a domicilio regionales. Al ver este cambio, notamos que los restaurantes no estaban hechos para el modelo online y no supieron de todo adaptar su menú, su puesta en valor y sus procesos al servicio del delivery: la pizza seguía llegando con el queso solo de un lado, fría y a los 40 minutos. Así, nos dimos cuenta de que había mucho para mejorar en la oferta online y desde nuestro negocio pensamos marcas exclusivas el delivery que ofrezcan lo que la gente busca cuando pide comida. Y el segundo, es que vimos que a nivel internacional crecía el modelo de cocinas ocultas o “Dark Kitchens”, espacios de trabajo de entre 16 y 20 metros cuadrados optimizados para el proceso de producción, elaboración y despacho de comida. Cuando lanzamos kitchenita, nuestra idea principal era construir y usar estas “Dark Kitchens”, que en el mundo eran cada vez más comunes. Y en el proceso nos dimos cuenta que a nivel local no había ninguna, tuvimos que construir la primera en Belgrano. Actualmente tenemos dos cocinas, la otra está en Palermo y buscamos construir una tercera en Balvanera, porque como las apps funcionan por polígonos, la zona tiene muy buen radio y llega, por ejemplo, a Puerto Madero.
P.: ¿Cuáles son las particularidades de este modelo de trabajo?
G.H: Hoy kitchenita tiene dos unidades de negocio. El primero es la creación de marcas nativas para el delivery que nacen de la data, porque usamos un software propio para entender los huecos de la oferta y así ver qué tipo de comida falta en qué barrio y a qué precio. En función de eso, se busca un inversor. Así nació en Belgrano Limu, de Poke Bowls, porque faltaba una oferta de esa comida a 400 pesos.
El segundo punto es que no soy un restaurante offline con muchísimos platos y una amplia oferta de vinos. Soy casi “monoproducto”: tengo 5 o 6 platos del mismo estilo, dos postres, una propuesta muy corta de bebidas y nada más. Todo para no marear al cliente y que no pierda en su casa 20 minutos en la app para decidir, así como uno puede perder ese tiempo en Netflix buscando qué ver por streaming.
El tercero es que mis marcas tienen un proceso de cocina muy rápido, mis platos se despachan en 5 minutos, lo que permite tener un tiempo de entrega de entre 23 y 25 minutos cuando el promedio de algunas apps es de arriba de 30.
Por último, mis marcas también están pensadas para viajar, porque sabemos que la experiencia de que el plato llegue bien y rápido es muy valorada por el cliente. Yo paso mucho tiempo con un ingeniero de catering para crear un packaging que no llegue volcado, que se mantenga caliente o frío, según el caso, que sea lindo –porque si no voy a ofrecerte decoración y ambiente de un restaurante, quiero que el empaque esté bien hecho- y para fabricarlos usamos solo productos biodegradables. Hasta los palitos de Limu son comestibles.
P.: Vemos que tienen propuestas culinarias para hasta hace poco había que ir sí o sí a un restaurante y pagar más. ¿Buscaron que el delivery sea novedoso?
G.H.: Con la data, estamos surfeando las tendencias del consumidor de hoy y mañana al crear marcas veganas y usar packaging eco-friendly. A la vez, hacemos mucho hincapié en la trazabilidad del producto, conocemos a nuestros proveedores y toda la materia prima que usamos es agroecológica. Porque nos abastecemos en cantidad y porque despachamos desde una misma cocina tres marcas, sin costos de salón, podemos ofrecer platos muy accesibles. Es que Kitchenita nace con la idea de democratizar el acceso a un punto gastronómico de calidad, pensado para el online, que cueste entre $350 y $400.
P.: Desde Kitchenita hacen mucho hincapié en el concepto de Foodlab. ¿Cómo funciona?
G.H.: Después de analizar la data, trabajamos con distintos cocineros argentinos. Uno es Facundo Acevedo, nuestro chef ejecutivo, quien además fue chef del restaurante Sucre y de la Embajada Argentina en Londres y en Caracas. Los que hacemos en los Foodlabs es bajar el ecosistema de creación en función de la data que recibimos de nuestro software y ahí vamos a hablar con el chef, quien piensa 5 o 6 platos por cada marca.
P.: ¿Vieron incrementado el negocio en tiempo de pandemia?
G.H.: Sí. Nosotros ya de antes nos habíamos planteado la democratización del delivery, y la coyuntura jugó a favor del negocio porque en estos tiempos muchos argentinos pidieron comida alguna vez. Pero al mismo tiempo, pasamos de tener mucha más competencia. Si antes teníamos entre 20 o 30 marcas por categoría, ahora tenemos 300, porque muchos de los restaurantes de la Capital Federal están en las apps. Con el confinamiento creció nuestro negocio original al haber mayor demanda, pero el post cuarentena nos va a venir bien también, porque muchos restaurantes se van a ir de las apps y otros se van a quedar, lo que está bueno porque se demuestra que vale la pena tener una pata en los envíos a domicilio si tenés un restaurante offline, siempre y cuando lo hagas bien. Pero para darte una idea, antes de la pandemia trabajábamos 4 o 5 y hoy somos 23 empleados.
P.: ¿Existen nuevas necesidades de los consumidores de nivel local? Y si es así, ¿qué planean hacer desde Kitchenita?
G.H.: Argentina evolucionó mucho en la propuesta gastronómica de delivery. En los 6 meses de pandemia se ganaron 5 años de posicionamiento. Yo creo que además la gente está cada vez más exigente cuando pide comida y creo que el mundo elige productos que cuidan mucho más el medioambiente, hay un menor consumo de carne, un consumidor más responsable y eso es intergeneracional. También hay una tendencia de comer más saludable. El argentino está saliendo de los pedidos “empanada-milanesa-pizza” y se anima a algo diferente. A nosotros nos viene bien que el mercado esté apuntando hacia donde estamos apuntando nosotros. Por eso, después de inaugurar nuestro hub en Balvanera, queremos tener 5 o 6 hubs bien hechos para cubrir todo Capital Federal y Zona Norte.
P.: ¿Además de las nuevas marcas, existen otros objetivos que se plantean?
G.H.: Sí, estamos desarrollando a través de nuestro software el posicionamiento de marcas de delivery de terceros en las super apps, Hoy, al generar mucha data a través de nuestras marcas, podemos ayudar a posicionar otras, porque entendemos cómo funcionan los algortimos de esas apps, sabemos qué hay que tener para estar en el top 3 de sushi o vender mejor tu postre los fines de semana. Nuestra idea es ofrecer este servicio de posicionamiento. También, cuando tenganos los hubs, buscaremos alquilar espacios a terceros. Por último planeamos expandirnos en Latinoamérica. Tras buscar inversores, arrancamos con un capital semilla de u$s 500.000. Ahora aspiramos a reunir u$s 5 millones para la próxima ronda, para que en marzo o abril podamos expandir Kitchenita, el software y sus marcas a América Latina, con nuestros primeros focos en Bogotá, Lima, Montevideo y Asunción.