Si bien los grandes polos gastronómicos porteños siguen atrayendo comensales -locales y extranjeros-, cada vez son más los que prefieren una salida walking distance, en la que poder disfrutar del momento con mayor comodidad, espontaneidad e incluso a veces con más seguridad, y que contrasta con el tiempo y la previsión que implica el desplazamiento por la ciudad.
Alimentado por el cada vez más frecuente hábito de salir a comer cerca de casa, la alta gastronomía ha comenzado a descentralizarse, haciendo pie en barrios como Chacarita, Devoto, Villa Crespo y, más recientemente, en Colegiales, La Paternal, Caballito o incluso fuera de la ciudad (Parque Leloir, Lanús, Olivos o La Horqueta). Primero llegan los emprendedores amantes de la gastronomía con propuestas con identidad, que suman opciones no habituales a la oferta barrial de pizzerías, cafés y minutas; acto seguido suelen desembarcar las cadenas (como por ejemplo Fabric Sushi, que cuenta ya con 41 locales en Castelar, Nordelta, Pilar, Acassuso, Ramos Mejía, Tortuguitas y Punta Chica, entre otros).
«Cuando estábamos buscando un lugar donde abrir Ronconcon queríamos un barrio alejado de las zonas saturadas de propuestas gastronómicas, como Palermo, Recoleta o San Telmo. Y encontramos en Caballito un barrio donde hay mucha gente que está cansada de irse a Palermo para conseguir una propuesta gastronómica como la nuestra. Además, en los tiempos de Netflix a muchos le da fiaca movilizarse tanto para salir a cenar», cuenta Emilio Bruno, uno de los socios detrás de Ronconcon, restaurante de cocina latina que el año pasado abrió sus puertas en Beauchef 527. Caballito
«Cada barrio tiene su magia y hay algunos que con nuevos restaurantes comienzan a tener mini polos gastronómicos, lo que está buenísimo ya que son de más fácil acceso y te permiten volver más rápido a casa, especialmente los días de semana», comenta Inés Puente desde la barra de Jornal, un restaurante que abrió recientemente en el boulevard García del Río, en Saavedra.
El boulevard y las calles que miran al Parque Saavedra conforman uno de esos «minipolos gastronómicos» actualmente en desarrollo, y que en poco más de dos años ha visto nacer un puñado de atractivas propuestas gourmet. «El boulevard estaba vacío cuando abrimos Moshu -recuerda Lucas Villalba, propietario de Moshu y Jornal, restaurantes que se encuentran a una cuadra de distancia uno de otro-. Quisimos ofrecer propuestas genuinas y auténticas ante todo, y de alta calidad».
En su caso, coincidieron las ganas de emprender con la necesidad, como vecino, de contar con opciones atractivas para salir a comer pero sin tener que alejarse del barrio. «Quería emprender y la gastronomía me fascinaba. Estaba viviendo en Saavedra y solíamos movernos a otros barrios como Palermo o Belgrano en busca de cafeterías de especialidad o algún restaurante para cenar. Como vecino sentía que faltaban opciones. Por eso, cuando decidí encarar el proyecto busqué por Saavedra y aledaños como Belgrano y Núñez, pero nunca se me pasó por la cabeza ir a Palermo. Hay demasiado, mucha copia».
Palermo en Saavedra
Con su propuesta diurna de desayunos, almuerzo y meriendas, Moshu abrió sus puertas en diciembre de 2017. Su muy lograda pastelería y sus platos de impronta casera atrajeron el interés del vecino: «Al abrir Moshu lo que más nos sorprendió fue la felicidad de los clientes, que nos decían ‘¡Qué bueno que abrieron un local de Palermo en Saavedra!’ -dice Lucas-. Hoy en día muchísimos clientes son habitués y viven en la zona, y con Jornal, que abrimos el año pasado, empezó a pasar lo mismo: viven muy cerca, en un radio de 20 cuadras y vienen varias veces por semana. Nos cuentan que les encanta poder cenar tomando un cóctel y volver caminando a casa. Que estaban cansados de trasladarse, buscar estacionamiento».
Dandy, la apertura más reciente en el barrio, también fue aplaudida por los vecinos: «La gente nos recibió con los brazos abiertos en la previa: ‘Ojalá les vaya bien’, ‘Qué bueno que venga una inversión al barrio’ -recuerda Francisco Bazán, gerente comercial de la cadena Dandy, que recuperó una esquina abandonada donde antaño funcionaba un vivero-. En Saavedra notamos el fenómeno de que hay mucha gente que quiere salir a comer cerca de su casa, sin tanto desplazamiento. Eso se suma a que el barrio tiene unos vecinos que son muy localistas, que les gusta mucho el barrio. Y no solo gente que vive allí de toda la vida, sino también gente joven que se acercó a Saavedra con la transformación edilicia que está experimentando, y que es de salir dentro del barrio».
La sensibilidad para percibir ese sentido de pertenencia en algunos barrios, en donde la generación de nuevos polos gastronómicos lejos de ser vista como un elemento intrusivo del paisaje es bienvenida, es un común denominador entre quienes deciden apostar por emprender en su zona de influencia. Es el caso de Alicia Cicchinelli, de Devoto. Hace seis años abrió en la esquina de Mercedes y Asunción el restaurante Alicia, sentando las bases para lo que es hoy el consolidado polo gastronómico de Devoto.
«Tenía la convicción de que iba a funcionar, porque al ser de toda la vida del barrio sabía que faltaba un lugar así, un lugar que muestre que Devoto podía ser un polo gastronómico», afirma Alicia, que a través de las años abrió también Casa Lucca y Mecha Fuego Porteño, todo en un radio de… una cuadra. Abdala Ghisays, chef a cargo de los tres restaurantes, agrega: «La mayoría de los clientes son del barrio, aunque al hacerse Devoto conocido hoy vienen clientes de Palermo, Villa Urquiza, Pueyrredón, e incluso también de provincia: de Ramos Mejía o San Martín».
«El vecino se siente cómodo porque no tiene que usar el auto, por temas de seguridad, y porque siente que tiene un plus tener un restaurante cerca de donde vive -dice Alicia-. Estar a una distancia que se puede hacer caminando es un placer». Federico Cuco, que las noches de los sábados oficia como bartender del bar Bronce, en Devoto, opina: «Hoy que hay más conciencia sobre el consumo responsable, nadie quiere beber y manejar. La posibilidad de ir y venir caminando genera una clientela más fiel».
Nuevas dinámicas urbanas
Pero la descentralización de las propuestas de alta gastronomía es también la esperable respuesta a la aparición de edificios de oficinas en barrios que hasta no hace mucho tiempo ofrecían un paisaje de casas bajas y poco movimiento comercial. Los nuevos restaurantes del boulevard García del Río son una opción bienvenida por quienes, por ejemplo, trabajan en las torres aledañas al shopping DOT y planean un almuerzo de trabajo, y lo mismo puede decirse del polo de Corrientes, en Olivos, que se nutre de quienes ocupan los edificios de oficinas que crecen en los márgenes de la avenida del Libertador. Optimizar los tiempos y evitar desplazamientos innecesarios son claves para aprovechar al máximo la jornada laboral, y la cercanía en estos casos en un valor en sí mismo.
El fácil acceso y la habitual disponibilidad de lugares para estacionar atraen a estos nacientes polos gastronómicos a muchos vecinos pero también a personas de otros barrios. Es el caso por ejemplo del corredor gastronómico que ha comenzado a gestarse en torno a la calle Holmberg, gracias al viaducto que reformuló la movilidad de la zona, o el que crece en torno a la avenida Martín Fierro, en Parque Leloir, con restaurantes como Malcriado o Bruce Grill Station & Wine Bar, con propuestas que se adaptan tanto a la salida «walking distance» del vecino de Parque Leloir como al almuerzo laboral de quienes trabajan a tiro del Acceso Oeste.
Sin embargo, algo que se repite en las nuevas propuestas gastronómicas que florecen en los barrios es que el principal visitante no deja de ser el vecino, aun cuando la fama rebalse sus fronteras y «venga gente de lejos». Y eso incluso vale para restaurantes que apuestan por zonas con historia gastronómica pero que se encuentran fuera del aspiracional que representan polos como Palermo, Puerto Madero o Recoleta para el público foodie tradicional. Es el caso, por ejemplo, de «Lanusita» (en Lanús), destacado hot spot gourmet de Zona Sur.
«No es una propuesta exclusiva para Lanús, sino para que miles de consumidores de la Zona Sur puedan vivir la experiencia Vico sin la necesidad de trasladarse a la ciudad de Buenos Aires», comenta Fernando Procupez, socio fundador de Vico, wine bar palermitano que recientemente abrió una nueva sede en Lanusita. «Si bien, recibimos gente de otros barrios, como Canning, Monte Grande o Quilmes, el 80% de los clientes es de Lanús», agrega Gabriela Vinocur, también socia de Vico junto a Viviana Wieczorek.
En una sociedad en la que la cercanía (al trabajo, al colegio, al ocio) se ha convertido en un nuevo lujo, la gastronomía no puede ser ajena al placer del walking distance.
Referencias:
Zona Norte
1 Alo’s: Blanco Encalada 2120. La Horqueta
2Asato: Corrientes 584, Olivos
Zona Oeste
3 Bruce Grill Station & Wine Bar: Av. Martin Fierro 3246, Parque Leloir.
Zona Sur
4Vico Wine Bar: Carlos Tejedor 257, Lanús
CABA
5 Jornal: García del Río 2802, Saavedra
6Fleur de Sel: a Pampa 3040, Belgrano
7 La Tornería de Camila: Freire 1084, Colegiales
8 Ajo Negro: Av. Córdoba 6237, Chacarita
9Mecha Fuego Porteño: Mercedes 3939, Devoto
10Oh No! Lulu: Aráoz 1019, Villa Crespo
11 Warnes: Darwin 62, Villa Crespo
12 Ronconcon; Beauchef 527, Caballito