La Birra Bar: la hamburguesería de Boedo que empezó con deudas en 2001 y llega a Miami

Fuente: Clarín Gourmet by María Florencia Pérez ~ Nació como un emprendimiento de barrio y ya tiene 11 sucursales en Argentina. Ahora desembarca en Estados Unidos y España.

La historia de La Birra Bar podría contarse como si se tratase de los avances de esas películas de Hollywood que se construyen sobre la figura del self made man. Entonces el tráiler arrancaría con una escena en que su dueño, Daniel Cocchia, es un pibe de Boedo de séptimo grado que trabaja a las seis de la mañana frente a las hornallas de la rotisería familiar con expresión desvelada por el madrugón. 

La imagen fundiría a negro, y 34 años después. lo veríamos en North Miami Beach. Los mismos rasgos, los mismos gestos, pero ahora es un adulto con actitud ejecutiva, concentrado en los detalles finales de la inauguración de la primera sucursal internacional del bar que fundó en su barrio cuando era un veinteañero, en el fatídico 2001.

Al tráiler no le faltaría tensión dramática: esos episodios que realzan el carácter épico del protagonista. Y entonces se los vería al joven Daniel y a su pareja, Roxana, peleándola a los pocos meses de la primera e inoportuna apertura porteña, vendiendo hasta su Fiat Siena para pagar las deudas ocasionadas por la peor crisis económica de la historia reciente de Argentina.

Antes de fundar La Birra Bar, la familia Cocchia  arrancó con una rotisería en Boedo

Antes de fundar La Birra Bar, la familia Cocchia arrancó con una rotisería en Boedo

La Birra Bar y la búsqueda de la hamburguesa perfecta

Entre la rotisería de sus padres que todavía existe y lleva su nombre -como corresponde a todo hijo único (y pródigo) – y los doce locales de La Birra Bar que funcionan hoy en ciudad y provincia de Buenos Aires y venden casi 50 tipos diferentes de hamburguesas pasaron casi treinta años, miles de horas de trabajo y mucho entusiasmo y audacia. “No estudié gastronomía ni administración de empresas, mi formación viene de estar desde los 3 años metido en la cocina con mi mamá, ayudando a mis viejos en su trabajo por necesidad”, cuenta Daniel a Clarín.

Es que el creador del “El Templo” de las hamburguesas -tal como llaman sus seguidores a la Birra Bar- y su familia fueron conocidos inicialmente en Boedo por su pollo al spiedo, ese manjar crocante y dorado que hace más de 25 años estaba tan de moda y que hasta el día de hoy siguen vendiendo Violeta y Jorge Cocchia en la rotisería Dany.

Cuando Daniel decidió despegar no se fue muy lejos. En el local de al lado de la rotisería abrió un bar junto a Roxana. Tampoco cortó del todo el cordón umbilical: instaló un pasaplato entre ambos negocios para compartir la cocina de la que salían comandas para los clientes de los dos emprendimientos. “Inauguramos en octubre de 2001, a los pocos meses se nos complicó mucho o sea arrancamos con deudas. Nos pusieron el hombro muchos amigos que se quedaron firmes en la barra”, recuerda.

"El pan de nube", una de las claves del éxito de la hamburguesa de La Birra Bar.

«El pan de nube», una de las claves del éxito de la hamburguesa de La Birra Bar.

De ese proyecto inicial -al que más tarde se sumó su hijo Renzo con una propuesta que incluía cafetería de especialidad- a la hamburguesería con cola de dos horas de demora por el boca o boca de los fanáticos pasaron más de diez años. ¿Qué transformó de forma radical su negocio? ¿Cuál fue el detonante que hizo que crecieran de forma exponencial a partir de 2017?  “Nos obsesionamos con la búsqueda de la hamburguesa perfecta. Fue casi un capricho porque era un producto que consumíamos pero no encontrábamos la que nos convenciera”, dice Daniel.

Con el pan, por ejemplo, hubo meses de ensayo y error. De fracasar una y otra vez con las recetas de panaderos de oficio. Finalmente ellos mismos se encargaron de desarrollar una textura liviana, esponjosa que es el icono de la casa: “el pan de nube o volador o la almohada inteligente, como le dicen nuestros seguidores”, explica el artífice de la marca.

La fórmula final fue pan hecho en casa, un blend propio de cortes de carnes y salsas de autor. De vender 20 hamburguesas diarias -porque allí se terminaba su capacidad de producción- llegaron a las 7 mil que comercializan hoy por día en sus doce locales. En 2017, el bar que compartía cocina con la rotisería quedó demasiado chico, instalaron otro a la vuelta de 400 metros cuadrados. Lo bautizaron La Birra Bar Night y se convirtió en la matriz de las diez franquicias actuales, algunas de las cuales abrieron en pandemia.

La Birra Bar Night en Boedo, la matriz de las diez franquicias actuales.

La Birra Bar Night en Boedo, la matriz de las diez franquicias actuales.

La expansión de La Birra Bar 

“Hasta hace muy poco trabajábamos veinte horas por día porque hacíamos todo nosotros. Desde estar a las 6 de la mañana amasando los panes hasta subir fotos a redes. Pero después nos dimos cuenta que para crecer precisábamos un equipo y ahora somos veinte personas, muchos de ellos seguidores de la marca y amigos, que trabajan en administración y marketing entre otras áreas”, cuenta Daniel.

Hoy tienen planes de expansión al interior (Mendoza, Córdoba y Neuquén), España, Portugal y la apertura más inminente es en los Estados Unidos. ¿Vender hamburguesas en la meca de este producto es una buena idea? Suena a peligrosa odisea comercial pero los Cocchia le tienen fe a su mística, alimentada por seguidores que hasta fundaron un fan club de 10 mil miembros. También, a lo que definen como “espíritu lúdico” más que carácter empresario.

Recorrimos mucho los Estados Unidos y nadie hace algo que se parezca a lo nuestro. Abrimos en julio en Miami y no vamos a estar en una zona hiper ‘prime’. Confiamos en que va a pasar lo mismo que en Boedo, la gente se va a trasladar de otros lugares para probar nuestras hamburguesas que tienen un sello que trasciende lo argentino, tienen la marca de La Birra Bar”, afirma Daniel. Convicción y confianza tiene de sobra. Sus pronósticos en la meca de la hamburguesa son grandilocuentes. El tiempo dirá si también son acertados. 

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