Fuente: La Nación – Los cortes de búfalo están generando un interés inusitado para la cocina por parte de los chefs.
En los subtrópicos, como es el norte argentino y en otros climas cálidos de América, con pastizales de regular o mala calidad, los búfalos son insuperables en su eficiencia productiva. Duplican la producción de kilos de carne por hectárea por año. ¿Como? Con un 15/20% más de parición, con un 60% más de ganancia diaria de peso, con el doble o triple de crías por vientre, con faena de bubillos gordos mucho más jóvenes, etcétera. A esto se agrega un 50% menos de costos de veterinaria y un 40% menos de gasto de personal, además de una inversión en tierras mucho menor. La búfala produce como la vaca, pero estando en una hectárea que vale cinco veces menos.
En el mundo entero, en los últimos 40 años, el búfalo creció un 87% y el vacuno un 30 %. Con 215.376.623 cabezas, son casi el 15% de la población ganadera mundial. El continente americano detenta el récord mundial de crecimiento anual en población bubalina (10-15% vs. 1-2% en Asia), y ya es el segundo continente en cantidad de búfalos: en primer lugar Asia, con el 95% (204.660.000 de cabezas); en segundo lugar América, con el 3% (7.000.000) y en tercer término África con el 2% (5.000.000). Europa y Oceanía tienen poblaciones menores. En el mundo, principalmente en Asia, hay mas de 100 millones de microempresas familiares que con el búfalo salieron de la subsistencia hacia economías sustentables. La causa principal del crecimiento del búfalo es su mayor rentabilidad.
El boca a boca entre productores genera más proyectos bufaleros (el 30-40% de las hembras vendidas en remates las compran criadores nuevos). Y las nuevas generaciones que heredan superficies menores, que asimilan tecnologías modernas (como lo es el búfalo) buscan más rentabilidad. El búfalo es muy competitivo. Primero ocupó campos bajos inundables. Pero después a los campos altos, que eran de cría obligada, los transformó en campos de cría, recría y engorde.
La leche, muy rica en nutrientes, contiene un 30% más de proteínas y un 35% más de sólidos totales. Tiene un 19% menos de colesterol. Y rinde más del doble en quesos (por ejemplo la famosa “Mozzarella di búfala”) y en manteca, por tener 2,5 a 3 veces más grasa. La res rinde el 50-53%, hasta el 59%, pero entrega más kilos de carne.
La carne, de muy buena calidad, similar a la del vacuno en jugosidad y terneza, es una carne nutracéutica, rica en nutrientes (34% más de proteínas, 11% más de hierro y otros minerales) y más saludable para el consumidor (40% menos de colesterol y con una grasa más sana por contener más ácidos grasos poliinsaturados, que son los digeribles).
Es carne producida totalmente a campo natural, dentro de un sistema de producción orgánica, prácticamente sin uso de antibióticos y hormonas. Y es carne de una gran terneza por provenir de animales jóvenes, que se terminan y se faenan con un año y medio menos de edad, todavía con dientes de leche. Una nueva tendencia hacia la carne gourmet está surgiendo en varios nichos de mercado del país.
Su carne es más versátil; se adapta a las variadas exigencias del consumidor gourmet. Su fuerte es la combinación y conjunción de músculo magro y, por fuera, una grasa extremadamente deliciosa, muy apetecible al paladar.
Esa conjunción permite jugar con los cortes en su punto de cocción. Y son cortes que hasta hace poco tiempo no eran utilizados, como el ojo de bife y el bife de chorizo. El búfalo se adapta a una mesa variada de comensales. El que quiere carne magra le saca la grasa (fácil de sacar por ser subcutánea).
Otros comensales prefieren más sabor y jugosidad. Se puede jugar con los puntos de cocción optando por el blue (sellado de los dos lados), o sino a punto. Y ambas cocciones con o sin grasa. La grasa permite al chef lucirse con la incorporación de la misma al plato final de carne para su degustación. Se aclara que las comparaciones de la carne y de los cortes se hace con lo equivalente en vacunos.
El autor es director de AACB, CADIA, IBF, productor y docente