Fuente: Gastronomique ~ De 500 metros cuadrados y con 40 canillas de cerveza artesanal
Growlers llegó a un nuevo punto de la ciudad. El reconocido bar de cervezas artesanales eligió a Recoleta como barrio para su tercer local. Allí, desde el 3 de diciembre, ya se disfrutan las mejores cervezas artesanales del país seleccionadas por sommeliers en un ambiente informal y distendido, bajo el espíritu craft que la caracteriza y que atraviesa su bebida, su sabrosa cocina casera y la estética original de su ambientación.
El local se descubre sobre la Avenida Santa Fe 1430. Es un espacio de 500 metros cuadrados distribuidos en dos plantas con techos altos que incluyen una hermosa terraza y 40 canillas de cerveza artesanal.
Al ingresar al local, una barra sobre la calle despacha las primeras cervezas en un sector que invita a beber y comer al paso sobre mesas altas, resguardadas por una pared de ladrillos a la vista. Tras cruzar una puerta de vidrio y hierro tan amplia como el ancho del local, los visitantes ingresan al salón de planta baja, gobernado por una larga barra de cemento, donde el comensal ordena su pedido y desde donde se despachan la mayoría de las cervezas y cocktails. Al lateral, el colorido mural de Fiorelo Azevedo Filho está pintado sobre una pared con relieves y se integra a la pizarra donde Growlers anuncia su carta de cocina. Al frente, la escalera incita a subir mientras se contempla la pegatina creada por el Estudio Rooster que replica una de las ilustraciones más representativas del local de Palermo.
La planta alta, cuenta con una tercera barra, un sector cerrado y una terraza al aire libre. Los espacios están unidos a través de un mural de AquilesArte que se extiende del techo al suelo. Sus flores, al alcance de la mano de cualquiera que se siente sobre la pared, y los colores transmiten la alegría de una charla entre amigos y también entre desconocidos. Aquí, los comensales pueden optar por mesas bajas, donde un sillón Chesterfield sorprende entre el mobiliario de madera, y también por mesas altas y comunitarias.
Al llegar a la terraza con vistas a las cúpulas de iglesias y edificios históricos, se observan a lo alto los jazmines creciendo sobre vigas de rieles que se mezclan con las guirnaldas de luces. Las mesas se extienden hasta su baranda de rejas de hierro rescatadas de edificios antiguos y sobre un piso de cerámica con arabescos que parecen integrar esta cervecería al barrio.
En cada rincón del nuevo local, los comensales disfrutan una numerosa variedad de cervezas con sugerencias que van desde la alta tomabilidad hasta otras de sabores más complejos. Así, hay diversos estilos como Lager, Honey, de Trigo, Belgian, Weisse, Sour, NEIPA pasando hacia las IPA, Barley Wine, Dubbel y llegando a otras como Stout, Imperial Stout, Porter y Amber Ale.
Todas de las bebidas tiradas desde sus 40 canillas están incluidas en el happy hour, cuando la pinta se bebe a $80. Esto sucede de lunes a domingos de 12.30 a 21 horas y también contempla a la sidra artesanal. Además, su carta de bebidas incluye cocktails clásicos y una sección de imperdibles mezclas con cerveza.
Entre los platos de su cocina sabrosa, casera y de espíritu callejero, el chef Manuel Miragaya propone una gran variedad de platos para picar como la jugosa Empanada frita de bondiola de cerdo cortada a cuchillo y verdeo y, para hacerlo entre dos, los Chicken Tenders de pechuga de pollo en tempura con limón y dip de berenjenas ahumadas ($190), entre otros.
Entre los platos más pedidos están las smashed burger, como las de carne, con queso azul caramelizado, cebollas asadas bourbon, pesto de rúcula, maní tostado y pepinos agridulces ($200). El cliente las puede ordenar en combo, con papas fritas y pinta de cerveza ($280). Además hay una opción vegetariana, una de cordero y otras osadas, como la cuádruple smashed Burger.
Entre los choripanes, de puro cerdo, sugieren la versión con provoleta grillada, tomate con orégano, pimientos ahumados y salsa criolla ($190). Y la carta se extiende a los rolls, como el picante Burrito de bondiola de cerdo BBQ braseado durante 8 horas, con guacamole, cheddar, nachos y jalapeños en tortilla de trigo ($220) y a otros platos como la Provolone Grill, una provoleta a la parrilla con garrapiñada de maní tostado, sal de naranjas, verdes y cebollas asadas bourbon ($190). Para el postre, las opciones son la Chocotorta Oreo y la Cheescake de limón. Además, el menú también ofrece opciones para celíacos.
Y, como en sus otros locales, aquí se adquieren y rellenan botellones para llevar cerveza artesanal a donde uno quiera.