Fuente: Cronista ~ Los comercios hacen malabares para atender la alta demanda y cubrir las bajas. Los centros turísticos son las plazas más afectadas, especialmente la Costa Atlántica. La actividad del sector bajó un 40% y la facturación cayó a la mitad.
Ante el avance de la variante Ómicron y el número récord de contagios, la gastronomía ya sufre los coletazos de la tercera ola del coronavirus. Los comerciantes advierten que, de extenderse la escalada de casos positivos, se frenaría aún más la reactivación de la industria.
El sector -uno de los más golpeados por la pandemia– se ilusionaba con sacarle el jugo al verano, tras la flexibilización de las restricciones. Pero en plena temporada, restaurantes y bares se ven obligados a reducir los horarios de atención, restringir el espacio en sus salones y hasta cerrar sus puertas temporalmente por la falta de personal, que se encuentra aislado debido a contactos estrechos o Covid-19.
Los centros turísticos son las plazas más afectadas, especialmente la Costa Atlántica. Mar del Plata es uno de los balnearios más comprometidos. Se estima que hay, al menos, 4000 personas infectadas que se desempeñan en el sector, es decir, alrededor del 25% de los marplatenses que trabajan en gastronomía, de acuerdo a la seccional local de la Unión de Trabajadores del Turismo, Hoteleros y Gastronómicos de la República Argentina (Uthgra), que realiza un monitoreo diario y le exige a los dueños de los comercios que se cumplan los protocolos sanitarios.
La Cámara Gastronómica de esa ciudad alertó sobre una merma en la actividad de hasta el 40%, a raíz de la suba de contagios que reporta Mar del Plata desde fines de diciembre -con cerca de 13.000 ‘casos activos’-, pero se mostró confiada en revertir la situación, para sacar adelante la temporada.
«El trabajo bajó. Hay mucha circulación en la playa, calle y espacios públicos al aire libre; pero, para el sector, la temporada no está siendo lo brillante que se anunciaba. La gente se está resguardando. Se suman los turistas que cancelan reservas, lo que impacta directamente en las ventas«, asegura Hernán Szkrohal, vicepresidente de la Asociación Empresaria Hotelera Gastronómica (AEHG) de ‘La Feliz’.
En una hamburguesería de la calle Olavarría, uno de sus mozos se acaba de recuperar y le toca cubrir ahora a compañeros aislados. «La demanda bajó un 30% y facturamos un 50% menos que a comienzos de año«, señala su encargado.
Desde uno de los restaurantes de los principales paradores de Pinamar –que vive una temporada récord, con casi un 100% de ocupación- reconocieron que la facturación también cayó a la mitad. «Estamos con un 25% menos de empleados. Esto lentifica la atención y la capacidad de dar respuesta a la alta demanda. Tenemos una clientela fiel, que nos elige y apoya. Queremos seguir brindando la calidad de servicio que nos caracteriza. Hicimos un esfuerzo grande para sostener la operación«, cuentan desde el restó.
El 20% de los locales de Antares redujeron su servicio. «La mayoría viene sufriendo bajas desde las Fiestas. Mar del Plata, Pinamar, Rosario y Córdoba han llegado a tener a casi todo el equipo aislado en cuestión de dos semanas. Las sucursales que atienden desde el mediodía tuvieron que priorizar uno de los turnos por no tener personal suficiente para afrontar ambos«, comentan desde la cervecería artesanal.
En la Ciudad de Buenos Aires -donde se registraron 12.656 casos nuevos en las últimas 24 horas-, varias marcas debieron tomar medidas al respecto. Café Martínez está funcionando con un 16% menos de su dotación. Llegó a tener un 25% inactivo. La baja implica alrededor de 40 empleados.
Esta semana, dos de sus locales funcionaron a medio turno: el de Talcahuano 948 y el de Avenida de Mayo y Chacabuco. Días atrás, tuvo cerradas dos sucursales en General Rodríguez y San Fernando, en la provincia de Buenos Aires.
«El panorama es desparejo y dinámico, cambia hora a hora.Trabajamos como podemos. Tenemos problemas con los proveedores logísticos. El Gobierno tiene que habilitar que los comercios podamos hacer los testeos. Necesitamos kits gratuitos para hacer las pruebas nosotros», sostiene Marcelo Salas, socio gerente de la empresa de café.
Desde una de las principales cadenas de comida rápida, admiten que están al borde de cerrar locales temporalmente, por un 20% menos de plantel operativo. «Estamos muy apretados, tratando de sostener el horario de atención.Desde el punto de vista económico, también es un problema, ya que debemos pagar la ausencia laboral de los casos positivos y de los contactos estrechos, y las horas extras de quienes los están cubriendo«, aseguran desde esta compañía de fast-food.
«El escenario es complicado, entre la menor cantidad de turnos y los extras para compensar las bajas. Tuvimos que cerrar Lado V y el centro de producción momentáneamente. Sans tiene cerrados el primer piso y la terraza. Achicamos las cartas porque no tenemos otra opción. Cada día es peor», dice el empresario gastronómico Santiago Olivera, propietario de estos bares ubicados en Palermo.
Es complejo cubrir los faltantes que surgen abruptamente, ya que no es fácil encontrar reemplazos rápidamente
Según Grupo Gestión, se triplicó la búsqueda de staff temporal.Sin embargo, cubrir los faltantes que surgen abruptamente es una situación delicada. «No es fácil encontrar reemplazos rápidamente. Se dificulta contratar empleados de forma temporal porque el mercado laboral está reducido por la cantidad de gente contagiada. Además, hay puestos que son más sensibles que otros. No es lo mismo si se enferma un cocinero que un bachero», analiza Gustavo Fernández Capiet, secretario de Fehgra.
No obstante, remarca la diferencia entre la actualidad y el momento más crítico de la cuarentena.»Estamos lejos de esa situación. El problema es la mochila de la deuda que arrastramos. Un empresario me comentó que por el cierre de su local perdió $ 400.000 por día. El interrogante es si esta situación se sostendrá o empezará a ceder. Es incierto cuándo se normalizará», concluye.