Fuente: RosarioPlus ~ Rosario perdió mucho de su oferta nocturna tras la pandemia. Bares y restaurantes cierran más temprano y lo atribuyen a la falta de demanda. Los posibles factores de este cambio de hábitos: la inseguridad y nuevas formas de relacionarse por parte de los jóvenes.
“Salimos del cine, después de las 12 de la noche, buscamos un lugar para comer algo y…. Nada, todas las cocinas cerradas». Quejas como esta se multiplican en esta Rosario post pandemia.
El covid 19 y sus derivaciones sociales y económicas fueron una sentencia de muerte para muchos negocios del sector gastronómico. Dos años después de este flagelo, queda claro que la nocturnidad en Rosario cambió sus costumbres. La inseguridad llegó para copar los escenarios después del Covid-19 y cada vez es más común ver poca gente hasta tarde en las calles. Esa es solo la punta de un ovillo de un cambio de costumbres que obliga a bares y restaurantes a cerrar sus puertas mucho más temprano.
Ya no es sencillo encontrar en la ciudad un lugar abierto los días de semana para comer en los corredores gastronómicos más clásicos. Incluso, aquellos locales que históricamente mantenían abiertas sus puertas las 24 horas, ya no lo hacen y acotan sus turnos. De estos espacios que coronaron la noche rosarina y mantenían esa costumbre hoy quedan pocos y la postal de Rosario se vuelve triste y desértica, salvando algunos espacios de Pichincha.
Alejandro Pastore, miembro de la Asociación Empresaria Hotelero Gastronómica y Afines Rosario (AEHGAR) y representante del Paseo Pellegrini, explicó que este fenómeno encierra varias aristas, una de ellas la inseguridad es una de ellas. Pero que sobre todo es una forma de adaptarse a la demanda de la gente. “Todos esos cambios son receptivos en la gastronomía, no somos ajenos a una realidad que es sistémica”, detalló a RosarioPlus.com.
“Evidentemente, pasó la pandemia y apareció un turno más fuerte previo al horario de cena que la gente tomó y consolidó. Logró que el público se divida en un rango horario más amplio, más allá que nuestra sociedad se caracterizó por cenar tarde”, sumó. La distribución de la demanda, que antes se concentraba en horarios más reducidos, es más pareja ahora, sin tanta sobrecarga en el horario nocturno. Según Pastore, este cambio de costumbre también impactó en otros rubros nocturnos, tal es el caso de las cocheras y los cines que dejaron de ofrecer películas en trasnoche.
Para el empresario “no es que no haya oferta gastronómica los días de semana, sino que es más limitada y, si bien hay opciones para cenar tarde, no es en el volumen que se estilaba anteriormente”. “Hoy hay que ir en busca de lo que uno quiere, no encuentra uno con esa postal de bares abiertos en todos lados”, dijo. Tal vez, añadió, “la mayoría de los negocios permanecían abiertos los días de semana hasta las 2 de la mañana porque era parte de la propia costumbre”.
Tanto el negocio de Pastore como otros del Paseo Pellegrini se caracterizaban por mantener sus puertas y cocinas abiertas durante toda la noche, todos los días. Hoy La Maltería de la Avenida y el tradicional bar Mengano, entre otros, se subieron a esta ola de cierres tempranos, entre otras cosas por la escasa demanda y la poca gente que circula en las calles después de las 23. La bohemia rosarina perece y era un gran alimento de estos espacios, hombres y mujeres partidarios de la noche que ya no están.
Pastore consideró al respecto que los jóvenes tienen otras formas de relacionarse y divertirse y que si los seis o siete bares que abrían toda la noche lo seguirían haciendo, “lo más probable es que se hubiesen fundido todos”. Expresó entonces que si los jóvenes van a un concierto, al cine o al teatro no suelen ir a comer después de la función y prefieren hacerlo antes o directamente no hacerlo. “Muchas veces prefieren juntarse en una casa o espacio público y esa es una lectura que debemos hacer y que nos condiciona”, amplió.
En todo esto hay un público que está fuera de la tendencia. Se trata de las parejas adultas o grupos de amigos y amigas de mediana edad que no encuentran sitios representativos para sus deseos a la hora de salir a comer. Esta demanda se ve habitualmente en redes sociales y se hacer carne puntualmente a la salida de los teatros o conciertos masivos. Así fue el caso del periodista y docente Carlos Colombo, que fue al recital de Lila Downs y La Delio Valdez en el Anfiteatro y a la salida ya de madrugada no logró dar con un lugar para comer algo.
“Salimos después de las 12 a buscar un lugar para comer algo, ya que habíamos ido a las 20. Nada, todas las cocinas cerradas, el fracaso gastronómico de Rosario es terrible, las gestiones municipales mataron restaurantes y bares, Rosario es una ciudad sin noche y sin gastronomía”, escribió en su muro de Facebook. Entre los variados comentarios aprobando su mirada, Delia Rossia escribió: “Muy cierto a mí me pasó cuando fui a ver a Serrat queríamos comer algo en Olaf, cerraban y nos dieron pizza pero empezó a caer gente y bueno siguieron atendiendo”. “Hay que reabrir El Chaco y La Parrillita Norte debe volver a ser lo que era”, escribió con nostalgia el también periodista Sergio Naymark.
La pregunta que se puede hacer es dónde está toda ese gente que circulaba de noche en Rosario. Pastore arriesgó a decir que una causante del vacío en muchos corredores nocturnos tiene como principal cómplice al casino, donde, aseguró el empresario, muchos de estos hombres y mujeres pasan noches enteras, cuando antes lo hacían en los bares, boliches bailables y espacios culturales, hoy también en retirada.
“Nosotros no podemos competir con el atractivo del casino. Ese mismo noctámbulo que antes paraba en mi bar y otros de Pellegrini hoy elije el casino algunas noches para divertirse. Es un actor significativo que cuando apareció en la escala de lo nocturno absorbió mucha gente”, especificó.
Asimismo, el gastronómico no quiso dejar afuera el panorama de inseguridad, situación que padecieron muchos de sus colegas con amenazas y balaceras a los frentes de sus locales, y que padece todo el mundo con la cantidad de robos. “Es una situación innegable, tanto desde el plano real como simbólico, desde aquel que le pasó algo y quien también ve que la situación es compleja y opta por cambiar sus conductas y extremar cuidados”, manifestó.
Igualmente, Pastore sembró algo de esperanza en el final. En este contexto de violencia tan arraigada llamó a los rosarinos a ocupar los espacios públicos para ganarle a la tristeza y el dolor. “Las autoridades deben tomar la responsabilidad de acompañar a la población resolviendo estos problemas para que nos animemos a dar un paso del umbral de la puerta para amplificar nuestros derechos”.