Fuente: La Nación – Chef y diseñadora de interiores, Romina Roux encontró en esta estructura una alternativa para crear su propio restaurant en el patio de un hotel.
“Si rastreas los domos, están presentes en todas las culturas originarias. El hombre, cuando empezó a construir, lo hizo de esa manera. Mucho más tarde nació la recta”, asegura Verónica Da Pos, fundadora de Domo Rojo. Sin embargo, en los nueve años que tiene trabajando con estas estructuras, nunca le había tocado hacer un restaurant o montar una en un patio en la ciudad. Su primera experiencia es también el primer restaurant de estas características que se hace en Buenos Aires: un omakase hecho con pesca argentina que la chef Romina Roux montó en el patio del hotel Pleno Palermo.
Pensar fuera de la caja
¿Cómo llega una cocinera especializada en cocina nipona a construir un domo en un patio de Palermo? “La idea surgió de la necesidad. Quería aprovechar ese patio inmenso para hacer un restaurant independiente del que había”, cuenta la chef de RŪ, el restaurant que desde noviembre funciona detrás de Raggio Osteria. De miércoles a sábado a la noche, Romina recibe a 12 comensales en una barra y los agasaja con sushi preparado en el momento. “Hace un tiempo había empezado a investigar sobre domos por un proyecto en el campo, en Carlos Keen“, explica. Aunque su búsqueda no tenía que ver con un proyecto profesional, lo que encontró le pareció una alternativa interesante. Sin saber si era viable o no, se acercó a la fábrica de Domo Rojo.
“Quise crear y decorar el domo yo misma, en algún punto quería sacarme las ganas de hacer algo con ese otro estudio que hice hace tiempo”, cuenta Romina. Y es que además de estudiar en el IAG, la chef tiene una formación en diseño de interiores, algo que hasta el momento no había explorado. “Les pedí que me hagan dos puertas y el techo transparente”, explica. Entendiendo que su restaurant solo abriría por las noches la idea de ver el cielo resultaba tentadora.
Cuidadosamente apuntadas, las lámparas de enfoque tenían un rol fundamental para Romina. No solo desde lo práctico sino también en el ambiente que generan.
La barra circular forrada en una pana de algodón azul y las banquetas también fueron hechas por Roux y son casi todo lo que cabe en el espacio de 27 m2 y 3,5 m de altura. “Busqué las banquetas más cómodas que vi y las hice tapizar en gris, después vinieron las lámparas de enfoque y la bacha de acero a medida”, cuenta. En los detalles como los caracoles del mar atlántico, la vajilla artesanal hecha por su madre y su hija y el noren, una clásica cortina oriental que cuelga a la entrada, y la música está el clima.
La cúpula de la itamae tiene todo lo que necesita: del mobiliario para poder cocinar al freezer-heladera bajo mesada, luz focal y cava. En el techo pusieron un sistema de sonido que ocultaron con una pantalla.
Priorizar la eficiencia
Aunque no las tengamos tan presentes, las cúpulas geodésicas (nombre técnico del domo) tienen la particularidad de ser muy eficientes . “Por un lado, hay una enorme economía de materiales que ofrece un espacio dentro sin columnas, con lo cual es muy aprovechable”, explica Verónica. Si a eso se suma la velocidad con la que se arma y el precio, muy por debajo de cualquier otro sistema constructivo, la idea de la chef está por encima de la originalidad de la propuesta.
“El domo se puede equipar de modo que termina dando las mismas prestaciones que el cuarto de un hotel o una cocina profesional”, asegura Da Pos. Según la especialista, los glampings y las instalaciones rurales donde más se los solicitan, solo son una de las tantas posibilidades que ofrece una de las estructuras más resistentes, versátiles y eficientes creada por el hombre.
A un domo se le puede dar improntas diferentes de acuerdo a su equipamiento, estilo y uso. Una misma estructura puede ser un restaurante, un refugio de montaña o un invernadero.
Separado de las mesas del restaurant del frente por una biblioteca de plantas y una huerta de aromáticas y flores comestibles, el domo urbano de RŪ se corre de todo lo esperable. “La verdad estoy contenta con el resultado.Fue un proyecto largo porque el espacio era muy reducido y realmente quería que quede bien”, asegura su dueña. La apuesta era arriesgada; el que no arriesga no gana.
«Quería que el lugar no solo sea cómodo para cocinar sino también para nuestros comensales. Que fuera lindo a la vista, funcional y tuviera buena iluminación y acústica.»
Romina Roux, itamae en RŪ
RŪ
Gurruchaga 2121, dentro de Palermo Pleno Hotel.
Solo con reserva vía WhatsApp al +5491144268072