Fuente: Ambito ~ Recientemente terminó la puesta en valor de la cúpula. Sus vitrales estarán iluminados de noche, lo que compondrá así una magnífica obra de arte.
La Confitería del Molino es una verdadera pieza de arte. Hace un poco más de dos años comenzó la obra para ponerla en valor y, con pandemia de por medio, su fachada estará lista en aproximadamente 60 días.
“Se está terminando de restaurar todo lo envolvente. En dos meses estará finalizado este proceso”, confirmó el Arquitecto Jorge Caramés, Asesor de la Comisión Nacional de Monumentos, de Lugares y de Bienes Históricos y supervisor de las obras. “Todo el edificio se pudo reconstruir por datos que fue aportando la gente, documentación, diarios, hasta recetas se encontraron. Recientemente terminamos la cúpula, que estará iluminada de noche, y ya se bajaron los andamios de este sector”, agregó.
El trabajo que se está haciendo en la confitería cuenta con un nivel de detalle e investigación que llevaron a que de a poco se fuera recuperando el edificio original. Por ejemplo, por nombrar tan sólo una pequeña parte del proceso, en su interior, las paredes habían sido pintadas varias veces. Sin embargo, esa pintura se fue quitando hasta dejar al descubierto su esqueleto original, conformado por estuco, una especie de imitación del mármol. Además, muchos vitrales como los de la cúpula, estaban rotos, en parte por consecuencia del granizo, y fueron restaurados para volver a brillar.
Pese a que la pandemia retrasó todos los tiempos y la cantidad de personal trabajando en el edificio debió reducirse, este año se pudo avanzar en su recuperación. Actualmente, más allá de los trabajos patrimoniales, hay toda una serie de temas estructurales y técnicos que se están llevando a cabo, cómo los relacionados a la electricidad, la mejora de los ascensores, etc.
“Se está haciendo un trabajo de manera artística y científica. La cúpula se restauró y hoy tiene un vitral que se ilumina por encima de las aspas del molino como si fuese un faro”, aseguró Teresa de Anchorena, presidenta de la Comisión Nacional de Monumentos. “En todos los interiores también se está avanzando, pero cada parte es una pieza de arte, se están recuperando bronces, vitrales y haciendo otro tipo de intervenciones”, agregó. “Todos tienen una pequeña historia personal con El Molino, es nuestra identidad, nuestra historia y un recurso turístico”, finalizó De Anchorena.
Si bien nadie quiere arriesgar una fecha de finalización, ya se sabe que la gran confitería pronto volverá para ocupar un lugar central de Buenos Aires.
Las obras de restauración y puesta en valor de este inmueble se realizan a través de la Comisión Administradora “Edificio del Molino” cuyo titular es el Contador Público Ricardo Angelucci y un equipo técnico a cargo del asesor patrimonial, el Arquitecto Guillermo García. Así mismo, participan otros organismos del proyecto y financiación de las obras entre los que se encuentran el Ministerio de Obras Públicas de la Nación y el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.