Fuente: Clarín Gourmet by Daniela Gutierrez – Devoto es un barrio que deslumbra desde el primer vistazo con su rica herencia arquitectónica, destacada por la presencia de imponentes edificios religiosos. Es el caso de la Basílica de San Antonio de Padua, de estilo neorrománico, o del Seminario Metropolitano de Buenos Aires, por solo mencionar algunas de las joyas que embellecen sus calles.
Pero este valioso patrimonio edilicio no es el único atractivo de Devoto, en los últimos años el barrio también se transformó en un atractivo polo gastronómico. La más reciente incorporación de este circuito es un restaurante que ha encontrado su hogar en un ex convento de monjas, donde la oración ha dado paso a la degustación. Este nuevo espacio no solo conserva el espíritu del lugar, sino que lo reinventa, ofreciendo una experiencia gastronómica que vale la pena conocer.
Hoy se cumple una semana desde la apertura de este bistró y café, ubicado en un espacio con 120 años de historia. Este proyecto marca la primera incursión en Buenos Aires del chef y consultor cordobés Julio Figueroa, reconocido en su provincia por sus exitosos emprendimientos gastronómicos, quien pronto estará al frente de nuevas aperturas en la Ciudad.
Cómo es Ávito
Ávito no solo es un restaurante, sino también un espacio que rinde homenaje al pasado.Ubicado a dos cuadras de la Plaza Arenales, en una zona residencial del barrio de Devoto, el restaurante funciona en el histórico convento Nuestra Señora de la Misericordia, en Villa Devoto, un edificio que fue sede del geriátrico y la enfermería de las hermanas de la congregación.El edificio que hoy ocupa Ávito era la capilla del convento de las hermanas de la Misericordia. Foto: Martín Bonetto.
Tras ser vendido a la constructora MMCV, el lugar fue transformado en un complejo de lujo con dos piletas y departamentos, pero mantuvo su esencia arquitectónica. En 2018, este edificio fue la sede de la 35ª edición de Casa FOA, uno de los eventos más importantes de diseño y arquitectura en Argentina.
El espacio de Ávito conserva elementos originales del convento, como las baldosas centenarias de Savona, Liguria, y fue renovado con detalles modernos. Con amplios ventanales, techos altos, paredes blancas y carpintería en negro, el restaurante ofrece un ambiente luminoso y acogedor.Julio Figueroa saluda a los comensales. Foto: Martín Bonetto.
Una gran barra recibe a los comensales al entrar, y las mesas de diseño en madera clara se distribuyen a lo largo de un corredor y en dos salones adicionales. Además, Ávito cuenta con un deck al frente y un patio externo, ideales para disfrutar de la experiencia al aire libre.
Comprometido con la sustentabilidad y el impacto social, Ávito busca ser un negocio de triple impacto, promoviendo la responsabilidad social y la economía regional mientras ofrece una experiencia gastronómica que honra la historia y el presente de Devoto.
Detrás del proyecto está Julio Figueroa, un chef cordobés con 20 años de experiencia. Su trayectoria comenzó en 2013 con la apertura de Siamo, el primer deli café saludable de Córdoba, al que luego siguieron marcas como Oh My Bowl. Más tarde, se unió a un grupo que gestionaba diversas marcas, entre ellas Black Pan, Sushi World, Johnny B. Wood, Peñón del Águila, y sus propias firmas: Siamo y Oh My Bowl. Julio llegó a administrar casi 60 locales gastronómicos en Argentina, Chile y Paraguay.El frente conservado de Ávito. Foto: Martín Bonetto.
Sin embargo, la pandemia cambió su rumbo drásticamente, ese gran ecosistema gastronómico se redujo a solo 12 locales. Este golpe le permitió hacer una pausa y reevaluar su vida: “Me propuse no perseguir más la zanahoria, no quería más locura”, reflexiona.
Aunque no pudo quedarse quieto, lanzó una marca de carnes envasadas al vacío que alcanzó 70 puntos de venta. Además, creó Ida, un restaurante que se convirtió en un referente en la escena gastronómica cordobesa. Y hace apenas tres meses, inauguró Matorral, su último restaurante en Córdoba.Las baldosas de Ávito tienen más de 120 años. Foto: Martín Bonetto.
Este cocinero siempre tuvo en mente expandirse a Buenos Aires pero buscaba un proyecto con propósito. Cuando le propusieron encabezar Ávito y le mostraron el lugar, no dudó: “Me rijo por el instinto. Vine a ver la obra y lo primero que vi fueron los pisos. Pedí que me contaran la historia del lugar y automáticamente supe que la carta sería de comfort food, donde no podían faltar los platos de cuchara, un pastel y un braseado”, recuerda.
Ávito no es solo un restaurante para Julio, es el destino que estaba esperando: un lugar con pasado, sustento y futuro.
Qué comer en Ávito
El ojo de bife con hueso de Ávito. Foto: Martín Bonetto.
Sobre cada mesa de Ávito se colocan velas naturales, que se encienden en cuanto los comensales toman asiento. La experiencia comienza con un espumante de cortesía y un mini pan brioche caliente, acompañado de un dip de zanahorias que despierta el apetito.
Para diseñar el menú, Julio Figueroa se dejó guiar por su instinto: “Platos donde la sencillez sea la protagonista”. Siguiendo esta premisa, creó una propuesta que equilibra lo tradicional con lo innovador. Entre las entradas, destaca una selección de quesos servida con miel de panal ($ 18.000). Uno de los quesos proviene de Alquería Santa Olalla, un emprendimiento cordobés pionero en la producción de quesos de cabra.Uno de los platos fuertes de Ávito, los ñoquis de ricotta de cabra, trufa y yema de huevo. Foto: Martín Bonetto.
Otra opción son las berenjenas rebozadas, pero los verdaderos protagonistas de los entrantes son los barquillos norteños de cabrito, una especie de mini tacos hechos con una masa de arroz procesado y almidones reutilizados de la barra, en línea con la filosofía de cocina sin desperdicio que predica Julio.
Estos barquillos, rellenos de cabrito braseado, se acompañan con cilantro y limón ($ 8.500 la unidad), y sorprenden por la textura de la masa que combina a la perfección con el sabor del braseado y la acidez del cilantro.Los barquillos de cabrito de Ávito. Foto: Martín Bonetto.
Entre los platos principales, el ojo de bife con hueso de Ohra Pampa, la línea premium del frigorífico pampeano Pico, es un imperdible. Se cocina en Kamado y se termina en la parrilla, sirviéndose con una manteca inspirada en el Café de Paris, acompañado de un milhojas y kétchup de ajíes fermentados ($ 33.000).
La pesca del día es un pez limón de Mar del Plata, presentado con una salsa cítrica de ortigas ($ 21.500). En cuanto a la pasta, Julio se inspiró en lo que imaginó que se comía en el convento hace 12 años, incluyendo en el menú unos ñoquis de ricota de cabra con parisienne de chocolate blanco, servidos con pecorino, trufa negra y una yema cruda que los comensales rompen para completar la salsa ($ 19.500).Hay coctelería de autor en Ávito. Foto: Martín Bonetto.
Para el postre, las opciones incluyen un cubanito de chocolate amargo con dátiles, una pavlova de limón, y el más sorprendente, pastelitos de sobrasada y provolone con dulce de zapallo y miel, que destacan por su masa hojaldrada.
La propuesta de bebidas incluye una cava sostenible con 30 etiquetas de vinos sin sulfitos añadidos, de fermentación natural y orgánicos. La coctelería sigue una filosofía circular, donde todo se reutiliza, ya sea para decorar los tragos o para volver a la cocina y ser parte de los platos.Los pastelitos rellenos de sobrasada y parmesano. Foto: Martín Bonetto.
Para los servicios de mañana y tarde, se ofrece café de especialidad elaborado con granos colombianos seleccionados por Shiok, el tostadero del reconocido chef Javier Rodríguez, dueño de El Papagayo en Córdoba. Además, hay opciones veganas y sin gluten, con productos como masas laminadas, budines, scones dulces y salados, pasta frola con masa sablée vegana, dulce de boniato y nueces pecan, y benedictinos rosti con papa, trucha, huevo, panceta y salsa holandesa de naranja y jengibre.
Actualmente, Ávito cuenta con 94 cubiertos para desayunos y meriendas, y 60 cubiertos para la cena. Durante esta semana de estreno, el menú de mediodía será el mismo que el de la noche, pero a partir de la próxima semana, ofrecerán tres sugerencias que cambiarán semanalmente. Además, la carta se renovará mensualmente para mantener la propuesta fresca y atractiva.La pavlova cítrica. Foto: Martín Bonetto.
En su esperado debut en la Ciudad de Buenos Aires, Julio Figueroa presenta una propuesta culinaria que rescata los sabores entrañables de la cocina casera y los aromas que evocan la infancia. Con una atención meticulosa al producto de estación, y al comensal, su enfoque se basa en la simplicidad en la elaboración y en lograr un equilibrio perfecto en la combinación de sabores. El entorno acompaña y enriquece la experiencia, creando un ambiente acogedor y ameno, ideal para disfrutar momentos que se convierten en memorias.
Ávito. Pareja 3670, Devoto. Domingo, lunes y martes de 8 a 21 hs. Miércoles, jueves, viernes y sábado de 8 a 0 hs. Instagram: @avito.bistrocafe