Fuente: Clarín ~ A lo largo de 8 episodios, cuenta cómo un prestigioso cocinero se arremanga para salvar un bolichito familiar.
Hubo una tanda de monarquías. Hubo otra de biopics de deportistas. Otra de biopics de cantantes, otra de secuelas cinematográficas convertidas en episódicas y así podría seguir la lista temáticas del universo de las series. No podría faltar, por supuesto, la de la cámara puesta en los chefs y sus internas en las cocinas. No hay muchas. Hay demasiadas.
Sin embargo, no todas merecen destino de minuta, se digiere y me olvido. El Oso, por cierto, va por otro carril. Ni el de gourmet, ni el de comida al paso, más allá de sus preparaciones. La ficción que hace unos días estrenó Star+ transita la transformación de un crack de la exquisitez hecha plato en un tipo que se arremanga en una mesada sucia donde su hermano preparaba sandwiches.
Su hermano se suicidó, el negocio se hunde, las historias de los que estaban en ese humilde barco de comida rápida empiezan a ganar terreno como complejas criaturas de ficción y entonces aparece en escena Carmen Berzatto, prestigioso chef en los lujosos restaurantes de Nueva York. De trabajar en los mejores restaurantes de Nueva York, Carmy termina siendo el cocinero y el encargado de limpieza de «The Beef».
El personaje que encarna Jeremy Allen White, apodado “Carmy” o ‘El Oso’, se come la serie, narrativamente hablando. Él es quien intenta salvar el local que comandaba su hermano y él, a su vez, se anima a reinventarse en la adversidad: aquí, en su nuevo alrededor, no hay pinzas especiales para colocar pétalos pequeños sobre risottos y codornices. Aquí hay mugre, en todos los sentidos posibles.
Del primero al último de los ocho episodios de esta creación del experimentado Christopher Storer se ve no sólo cómo Carmy intenta revertir la realidad de “The Beef”, el nombre del bolichito del Chicago marginal, sino también la capacidad de adaptación de cada uno de los integrantes de la cocina que hasta hace unos días lideraba Mike, cuya muerte sacudió a todos y dejó al descubierto unos cuantos problemas, fundamentalmente económicos.
Con un ritmo diferencial para cada uno de los episodios, El Oso recorre los distintos vínculos, tanto laborales como personales, mientras desgrana pedacitos de la historia de cada uno (tiene un lugar clave su ayudante Sydney, a cargo de Ayo Edebiri). Tiene un modo muy interesante de quitar capas hasta llegar a la herida, si la hubiera. Y, de haberla, no la esquiva, pero tampoco se regodea en ella. Carmy (Jeremy Allen White) y su primo Richard (Ebon Moss-Bachrach), alta tensión.
Arranca estilo tsunami, con paso frenético, casi sin dar respiro. Hay una jaula, un oso, un sueño, una pesadilla, una realidad. Y todo es parte de lo mismo. ¿Qué estamos por ver?
Y esa pregunta va encontrando respuestas en los siete capítulos restantes, donde de pronto todo es un loop de picado de cebolla, de carne, de corridas, de un “sí, chef” detrás del otro, y de pronto puede reinar velocidad crucero para los diálogos hondos.
Como en algún momento tienen Carmy y Jimmy Cicero (interpretado por Oliver Platt, el psiquiatra Daniel Charles de Chicago Med), o Carmy y su primo Richard (Ebon Moss-Bachrach), con quien entabla una relación de permanente tensión.
El Oso no es una serie más, ni del streaming ni del universo gastronómico, ni del 2022. Tiene todas las chances para subirse al podio de las tres mejores del año. Y eso que todavía falta más de dos meses.
Ficha
Calificación: Muy buena
Drama Protagonistas: Jeremy Allen White, Ayo Edebiri y Ebon Moss-Bachrach Creación y dirección: Christopher Storer Emisión: Ocho episodios disponibles en Star+.