Fuente: La Nación – El restaurante y bar temático del rock que lleva más de 25 años en el interior, crece en Buenos Aires con nuevas sedes y llega a la Capital; la historia contada por el emprendedor que lo creó.
El restaurante y bar temático decorado con la historia del rock internacional suma sucursales y revela su biografía. Surgió en Córdoba, lleva más de 25 años en Rosario, se instaló hace unos años en Pilar, abrió recientemente sus puertas en Unicenter, Martínez, y proyecta otra sede en el moderno Paseo Gigena de Palermo, entrando así en la ciudad de Buenos Aires.
Rock&Feller’s nace en Córdoba en el año 1996, con un nombre que alude a un género musical que abarca varias generaciones, y con una segunda palabra que, en una especie de lunfardo de Estados Unidos, hace referencia a los amigos. Guillermo Fernández Christe, uno de sus socios fundadores, conversó con LA NACION y contó cómo fue el paso a paso de este emprendimiento que hoy se posiciona como el Hard Rock made inArgentina.
Oriundo de La Falda, Córdoba, Guillermo se encontraba cursando la carrera de arquitectura en la capital de la provincia, cuando decidió hacer un emprendimiento paralelo a los estudios: optó por abrir un bar junto a varios amigos. Con la mirada observadora propia de los que se dedican a su profesión, fue detectando elementos y detalles que cambiaban completamente la experiencia del consumidor en un local gastronómico: “Noté cómo logrando una buena iluminación se generaba una sensación de placer en las personas; detecté que el sonido también juega un papel clave en la experiencia del cliente”.
Fernández Christe fue combinando poco a poco la comida con la arquitectura y con el tiempo se fue especializando en las operaciones gastronómicas. Llegó un momento en que contaba con emprendimientos paralelos de bares y restaurantes, pero con ritmos en los que advertía que se perdía tiempo: “El horario fuerte de un bar no coincidía con el del restaurante. Eso te obligaba a disponer de una infraestructura que no se optimizaba, que tenía mucho tiempo ocioso; entonces, empecé a pensar en la idea de juntar los dos emprendimientos”.
El empresario se percató de que en otros países ya se daba esta particularidad: en el mismo lugar la gente tomaba un trago, almorzaba o cenaba. Tenía especial afición por los pubs ingleses, donde se manejaba este modelo y “eso no ocurría en Córdoba por los años 90, por lo que pensé en desarrollar algo que unifique ambos conceptos: el de bar y el de restaurante”. En el afán por lograr esto, puso como condición la particularidad de que pudiera tener crecimiento; observaba que los pubs eran más artesanales en su atención y en la cocina, y él buscaba algo que sea más estandarizado en sus operaciones, que le permitiera replicarlas y crear una franquicia con ese emprendimiento.
El producto que resultó de esta investigación y fruto de una exhaustiva consultoría con expertos de Harvard, fue el desarrollo de un bar y restaurante con seis tramos horarios (desayuno, almuerzo, merienda, after office, cena y after hour (posterior a la cena), todo girando en torno a la temática musical. El Hard Rock argentino estaba tocando sus primeros acordes.
Un viaje por la historia del rock en distintos puntos del país
Es así como en 1996 abrió el primer Rock&Feller’s en Córdoba y dos años después desembarcó en Rosario, donde hoy cuenta con tres locales. Uno de ellos ubicado en la esquina de Boulevard Oroño y Jujuy, otro en el Alto Rosario Shopping y un último en el histórico Hotel Savoy.
En Buenos Aires la marca desembarcó en 2017 en Pilar, y abrió el mes pasado una sucursal en Unicenter. Además, cuenta con un proyecto en otra zona pujante de la Ciudad: en la esquina de Avenida del Libertador y Dorrego, frente al Hipódromo y al Campo de Polo, se encuentra en su fase final la obra del Paseo Gigena. Este complejo de usos mixtos albergará oficinas y una variada propuesta de ofertas comerciales, entre las que se encuentra una nueva sucursal de Rock&Feller’s.
En cada uno de ellos, se cuenta la historia del rock, desde sus comienzos hasta la actualidad. A través de imágenes, vestuarios, accesorios e instrumentos están representados los diferentes ídolos de este género musical con bandas y estrellas nacionales e internacionales “En los inicios le solicitábamos a las estrellas del rock nacionales o que visitaban la Argentina que firmaran instrumentos o accesorios vinculados a ellos”, detalla Fernández Christe. Es así como cuentan con guitarras con el autógrafo de Luis Alberto Spinetta o Charly García, entre otros.
Además, varios de los elementos de decoración que se lucen en los locales son réplicas exactas de vestuarios o accesorios icónicos de famosos. Entre ellos, una conocida máscara de Madonna que utiliza en un videoclip, que fue hecha por la misma diseñadora que se la produjo a la reina del pop. Hay imitaciones de un traje de la guardia inglesa que utilizó Mick Jagger en un recital, zapatos de Elton John e trajes de Elvis Presley, hechos por vestuaristas famosos, que se dedican a replicar estas vestimentas.
Al explicar el motivo por el cual eligieron el rock como género musical para decorar los espacios, señala que, en la génesis del proyecto, buscaban apuntar a un target amplio. “Para que sucediera eso, la música nos ayudaba. El rock internacional abarca muchas edades: chicos de 20 y adultos de 70 escuchan a los Rollings”, señala el emprendedor y agrega: “Además nos permitía una decoración llamativa, ya que son inagotables las posibilidades. Fuimos generando un verdadero museo de rock”.
Los locales de la marca fundada por Fernández Christe llegaron a ser cuatro en Córdoba, que luego se convirtieron en franquicia, pero después de que el funcionamiento no convenciera a los fundadores, dejaron de formar parte de la marca. Hubo también un intento de desembarco en Estados Unidos (en 2003) y en Bolivia (2001), pero se vendieron a terceros, ya que resultó difícil gestionarlos a la distancia.
Un modelo de producción innovador
El restaurante cuenta con un modelo particular de atención, abastecimiento y producción, en el que combina puestos de trabajo, estaciones de preproducción y un servicio a la mesa peculiarmente personalizado. “Manejamos alrededor de 2000 comensales diarios, por lo que la atención no se podía hacer con un sistema tradicional”, señala Fernández Christe.
En un restaurante, la clásica forma de trabajar es solicitando un plato, que es luego cocinado por el chef. En el caso de estos locales, se trabaja con diversos puestos operativos, cada uno se ocupa de una parte distinta del producto. De esta forma, los platos terminan siendo elaborados por seis o siete personas diferentes. En su proceso de trabajo, incluyen la preproducción: una vez que ingresa la mercadería, se preproduce lo más que se puede, se fracciona y se almacena, hasta que el cliente pide el producto. Una vez allí, se activa lo que falta para terminar el plato y se sirve al cliente.
Los mozos en esta cadena son camareros que cumplen el rol de anfitriones: reciben y atienden en todo momento al cliente. Por otro lado, están los runners que se encargan de buscar la comida de la cocina y de retirar la vajilla sucia. Un sistema que permite garantizar una atención constante y una experiencia del consumidor agradable, tan buscada por su fundador.