Ubicada en terrenos donde estaban los tallereres ferroviarios de Liniers, esta parrilla porteña recibía hasta 500 clientes en simultáneo antes de la cuarentena. Ahora reabrió con un tercio de su capacidad y un estricto protocolo sanitario pero siempre con el asado ancho que le dio fama.
Fuente: Telam – “Después del gol de Maradona a los ingleses, lo mejor es esto”, “La mejor carne de Buenos Aires”, son los títulos de algunas de las reseñas que mereció la parrilla El Ferroviario en el portal de viajeros Tripadvisors. El sitio además distinguió al lugar con la etiqueta “Travelers Choice 2020” por ser uno de los elegidos de los turistas.
Sin embargo, en el espacioso local ubicado en terrenos de los que fueron los talleres ferroviarios de Liniers, junto a la cancha de Vélez Sarsfield y casi debajo de la Autopista Perito Moreno, hace tiempo que no se ven extranjeros. Ni tampoco los argentinos de las provincias que solían llegarse cada vez que venían a hacer compras o trámites a la Ciudad de Buenos Aires.
Pero desde el 18 de septiembre, fecha en la cual el Gobierno porteño habilitó el funcionamiento de terrazas y patios en los restaurantes y cafés, los fanáticos de El Ferroviario regresaron a disfrutar de sus carnes. “La gente volvió. Nos dijeron que nos extrañaron mucho y que no veían la hora de comer otra vez nuestro asado”, cuenta el encargado, Valentín Bordagaray, quien aclara que en la nueva normalidad cuentan con un espacio de 625 metros cuadrados en el que pueden acomodarse unas 140 personas, respetando rigurosamente el distanciamiento social. Antes de la pandemia, esta parrilla atendía hasta 500 cubiertos en simultáneo.
Las especialidades de la casa
Aunque suele ser una de las primeras recomendaciones de los porteños para los turistas que quieren disfrutar la carne argentina sin culpas, El Ferroviariono acostumbra trabajar con agencias de viajes. “Como vienen de salidas o excursiones no les podemos guardar la mesa. Así que recibimos los que nos traen los taxistas, que nos recomiendan mucho. Aunque en estos tiempos ya no hay tantos”, aclara el encargado.
¿Qué buscan los visitantes? Sin lugar a dudas que carne. También quieren probar achuras como molleja, chinchulines, riñones y morcilla. “Cuando les explicás a los turistas qué son los chinchulines, algunos de los hombres se animan a probarlos. Las mujeres, no”, se divierte
Respecto de los cortes vacunos que más salen, cuentan que la especialidad de la casa es el asado ancho, pero que también se piden mucho el vacío y la entraña, acompañados por otro de los hits de la casa: la provoleta. Para los vegetarianos hay una opción entre las brasas: la parrillada vegana que hay que solicitar con anticipación o esperar con paciencia a que se cocine porque se hace a pedido. Pero no todo es vaca en los asadores ferroviarios, ya que todos los días sirven lechón, chivito y cordero. Los que no quieren comer asado, eligen milanesas (juran que comen tres) o pastas caseras. En todos los casos, según consta en todas las reseñas, el local es famoso por sus porciones pantagruélicas.
A la hora de contar cuál es el secreto del sabor de sus carnes, Bordagaray le da el crédito a la mercadería: “Tenemos el mismo proveedor desde que abrimos hace 14 años y sabe que solo queremos carne de primera”. El otro factor que apunta es la cocción: carbón para las achuras y leña para el asado, que se cocina lentamente y puede demorar entre cuatro y cinco horas.
Lo que la pandemia les dejó
Antes de darles la bienvenida a los clientes fieles, El Ferroviario había habilitado un delivery propio, en el que el personal de limpieza y los mismos mozos rotaban por la cocina o entregaban pedidos, para sostener el trabajo de todos los empleados. “Nos sorprendió que comenzaron a llegar pedidos de toda la ciudad de Buenos Aires y también del conurbano. Nos llamaba gente de San Martín, que contaba que hacía el pedido y encendía el horno para calentar la carne si llegaba un tanto fría. Pero nos esforzamos para que llegue lo antes posible y en las mejores condiciones”, recuerda Bordagaray. Y avisa: “El delivery tuvo éxito, así que llegó para quedarse y vamos a tener que pensar en cómo cumplir con los pedidos sin dejar de atender el salón”.
Para los que prefieren acercarse al local, recomiendan hacer reserva previa ya sea por Facebook, Instagram o vía telefónica ya que buscan evitar las colas en la vereda.
Con la premisa de evitar contagios, los platos y los cubiertos vienen ensobrados, los manteles de tela dieron paso a individuales de papel y el personal usa guantes, barbijos o máscaras de acrílico. “Tomamos todos los recaudos necesarios para que no se contagien los clientes ni los empleados que trabajamos acá”, argumentan y precisan que atienden todos los días al mediodía y a la noche. Antes de la pandemia cerraban los lunes pero en la nueva normalidad el fuego está encendido todos los días, al mediodía y a la noche.