Fuente: Clarín ~ Elgieron a su versión de este plato clásico como la mejor de la Ciudad. Y ahora la gente hace fila para comer.
No pasa un día desde que El Antojo fue consagrado templo de la milanesa sin que haya una fila de comensales en la calle Tinogasta al 3100. Aguardando una mesa, se sacan selfies en la vereda de Villa del Parque con el cartel que certifica “la mejor milanesa de bodegón de Buenos Aires”, un hito que resonó hasta en la cadena británica BBC. Vienen de puntos de toda la Ciudad y del país para probarla y algunos clientes han esperado una mesa hasta dos horas. “Acá tratamos a todos igual, al peón que ahorró todo el mes y al millonario”, explica Christian Franco, el copropietario y autor de la receta ganadora.
En julio de 2017, el voto popular cambió el destino de El Antojo otorgándole el premio del concurso de Buenos Aires Capital Gastronómica. Desde aquel entonces, su clientela se duplicó y ronda los 8.000 cubiertos mensuales, la capacidad máxima. Es que durante la semana abren únicamente para la cena y sólo los sábados y domingos lo hacen también al mediodía.
“No podemos vender más sin sacrificar calidad, porque no tenemos tiempo de producir más”, simplifica. Con el salón siempre lleno, no hay resto tampoco para vender a través de plataformas de delivery como Rappi o Pedidos Ya. Para probar las mejores milanesas de la Ciudad, hay que ir a Villa del Parque.
Nacido en Paraguay, Christian Franco siempre soñó con El Antojo. De hecho ya había seleccionado el nombre de su futuro restaurante a los 18 años. Al terminar la escuela de meseros, se había ido a probar en una taberna a 3 horas de su casa. “Ni el teléfono me pidieron -recuerda-. Salí desalentado. A lo largo de la primera cuadra lloré, en la segunda paré”. En la tercera decidió que, si algún día tenía un restaurante se iba a llamar El Antojo, como esta taberna que lo acababa de rechazar.
En 2002 es cuando se le presentó esta posibilidad, en el medio de la crisis que azotaba a la Argentina. Franco era camarero en este mismo lugar de la calle Tinogasta 3174, pero bajo otra firma. Impotente ante la quiebra de su restaurante, quien era su jefe le entregó las llaves. “Confió en mí y me dio esta oportunidad para explotar el local y salvar los puestos de trabajo”, reconoce el emprendedor.
Fue un camino de altibajos con otro restaurante que se sumó en el medio, cuando con su pareja y un socio abrieron El Rey de la Milanesa, en Chacarita. “Empezamos a hacer milanesas XL para compartir, revolucionamos los aderezos, los condimentos, la presentación. Nos iba muy bien, pero nuestro socio resultó muy bohemio”, sintetiza María Eugenia Peña, su pareja, la otra dueña de El Antojo.
En 2015, Franco se volvió a Asunción por falta de progreso. Consiguió un puesto gerencial en un restaurante y María Eugenia se quedó a cargo del bodegón. “Yo le mandé la poca ropa buena que tenía acá para que trabaje”, recuerda ella. “Cuando recibí la ropa, tomé dimensión -comparte su marido-. Pensé que iba a perder todo, mi familia, mi vida. Me volví a Buenos Aires y empecé a buscar una manera creativa de levantar el negocio, que hasta entonces tenía a la parrilla como especialidad”.
Así fue que, cuando regresó de Paraguay, Christian reenfocó su restaurante concentrándose en la milanesa. Produjo videos y posteos que llegaron al Club Antigourmet, lo que le proporcionó cierta visibilidad. Siguió buscando el público donde sabía que estaba: en las redes. Hoy en día, la página de Facebook de El Antojo tiene 113.000 seguidores. Y en Instagram 79,000 personas siguen a la institución de Villa del Parque.
El éxito de El Antojo se debe principalmente a su corte de bola de lomo, al que pasan por pan rallado y luego embeben en una mezcla de huevo, leche, agua, ajo, perejil, mostaza y sal para volver a empanar y freír. Pero esta receta no es secreta, Franco la comparte en videos disponibles en las redes. “Es tan complicada la preparación que es imposible que a alguien le salga igual”, confía.
En cambio, la receta de su éxito radica en otro plano. “Todo eso lo hago para que la gente se vaya feliz, que me digan que valió la pena esperar o venir de lejos, que disfrutaron la experiencia. Amo demasiado lo que hago, es mi pasión”, asegura.
Otro aspecto que caracteriza a los dueños de este bodegón es su creatividad. Reinventar la milanesa, buscar nuevas maneras de llegar al público. Como con la típica de la casa, cubierta con jamón, muzzarella, panceta, tomate y cebolla y coronada con dos huevos fritos.
Sin querer modificar una fórmula que funciona, siempre buscan nuevos desafíos, sabores, expandirse. Les ofrecieron abrir franquicias en Chile, Bolivia y los Estados Unidos, pero de momento, no les interesa, prefieren tener los pies acá y conservar la dimensión humana.
“Lo lindo es que estamos creciendo todos juntos. No sólo nosotros, el personal también. Estamos viendo que se pueden ir de viaje para sus vacaciones, se van a Brasil, algunos se compraron su auto cero kilómetro”, se alegra el patrón. En los últimos dos años, El Antojo pasó de tener 11 empleados a 25. “Este premio para nosotros vale más que 10 restaurantes. Es un homenaje a la perseverancia y al esfuerzo que hicimos todos”, subraya Franco.