Fuente: La Capital – El descenso interanual, producto de la pérdida del poder adquisitivo por la fuerte recesión económica y el proceso inflacionario, se sintió en la gastronomía y el comercio.
Enero siempre es temporada baja en Rosario. Pero el de este verano promete ser, en términos de consumo, uno de los peores de los últimos 20 años. La demanda en la gastronomía y el comercio de la ciudad, indicadores claros del consumo masivo, cayó entre un 20% y un 30% interanual. Los referentes del sector, con diferentes miradas hacia el futuro, atribuyen el descenso a la pérdida del poder adquisitivo en medio de un fuerte estancamiento económico con inflación.
Los gastronómicos ven «síntomas de recesión», con una caída del 25% al 30% interanual en términos absolutos. Hay preocupación por el fuerte aumento de costos en productos como carne, pollo, café, gaseosas, panificación y embutidos, y la imposibilidad de trasladar a precios, lo que deriva en una pérdida de rentabilidad. De todos modos, durante la semana que pasó observaron una retracción de algunos precios de proveedores que habían subido de forma injustificada.
«La gastronomía se nutre en muchos casos de los saldos adicionales, por fuera de los gastos primarios. Frente a los aumentos en todos los rubros, el ajuste se da sobre lo opcional y se limita el consumo en nuestros locales», apuntó Alejandro Pastore, presidente de la Asociación Empresaria Hotelero Gastronómica de Rosario (Aehgar).
Según un relevamiento interno, el ticket promedio para salir a comer está entre los 7 y 9 mil pesos por persona, de acuerdo al tipo de restaurante y si se agrega o no bebidas alcohólicas. Pero un almuerzo ejecutivo puede estar 4 mil, y cenar en una parrilla puede costar 15 mil per cápita, un 150% más que el verano pasado.
Reinaldo Bacigalupo, gastronómico de Pichincha, señaló que la comparación interanual, midiendo en tickets, les arroja entre un 20% y un 40% abajo. «Es el peor enero de la historia, pero estamos bancando porque sabíamos que con el otro camino no terminaba más la decadencia. No hay dinero para salir. En este tipo de situaciones lo primero que se ajusta es la salida ocasional, la escapadita a una birra un miércoles y todo lo que es consumo masivo. El nivel de decadencia es tan grande que cortamos publicidad, frenamos aperturas y no tomamos personal«, describió.
Por el momento, se esperanzó con las políticas de Javier Milei y dijo que «hay que mantener a flote lo que tenemos, y esperar a que lleguen los resultados de medidas del gobierno nacional como el DNU y la Ley Ómnibus, que todavía ni siquiera se aprobaron. Es tiempo de estar agazapados y esperar a que pase la tormenta. Si en abril y mayo, entre mejores indicadores de inflación o cosecha récord, se empieza a ver la luz, va a mejorar el humor. Mientras tanto solo hay venta de locales que cerraron y fondos de comercio. Casi no se ven aperturas«, puntualizó.
«Estamos en un proceso de estanflación, se estanca el consumo y seguís teniendo inflación. Es complejo aumentar los precios, y cuando reponés lo hacés a valores más caros. Por eso no todos tocaron la carta del mismo modo, el promedio del 2023 debe haber sido 140 o 150% contra 210 de inflación», agregó el gastronómico Carlos Mellano, vicepresidente de Aehgar.
Según un relevamiento interno, el precio por ticket es de entre 7 mil y 9 mil pesos.
Sin embargo, lo que más le preocupa, sobre todas las cosas, es el aumento en las tarifas de los servicios que anunció el gobierno nacional. «Si no se mueve el salario, nos vamos a encontrar en un cuello de botella. Acá a la vuelta, en marzo empiezan las clases. Vamos a tener un reacomodamiento de las tarifas mientras la gente obviamente tenga que mandar a los chicos al colegio. Van a optar por menos gastos, como nosotros que no somos necesarios. Y ahí vamos a tener un problema«, adelantó.
Se sintió duro en el comercio
Nelson Graells, de Amigos de Peatonal Córdoba y titular de varias cadenas de venta de indumentaria y calzado, coincidió en que el consumo de enero «está siendo bajo», y si bien aún faltan unos días para que cierre el mes, proyectó que cerrará con un 20% por detrás en unidades con respecto al mismo período del año pasado. «Ha habido una baja de consumo en general, producto de un cambio en economía. No sé cómo seguirá esto, si habrá paritaria. Es muy pronto», confesó. El ticket promedio actual en su rubro es de 27.000 pesos.
La situación se extiende a otras zonas de la ciudad. Aníbal Alonso, presidente del centro comercial San Martín Sur, contó que la comparación de las ventas de enero del 2023 contra el corriente año, pasados a valor dólar blue, le arroja un 300% menos. «Es una locura. En línea general los comercios están todos iguales, no hay gente circulando porque no ya no les alcanza para comer. Haciendo grandes sacrificios apenas pagan los impuestos», lanzó el dueño de un comercio textil.
Como contrapartida, dijo que hay rosarinos que se fueron de vacaciones. «Nuestro sector está flojo. Por suerte no tenemos locales vacíos. No se ha movido a pesar de la locura que tienen los propietarios con los alquileres. Quieren ganar mucha plata sin hacer nada. Si bien arriesgan un capital, los valores no van acordes a cómo está la economía. Y otro dato a tener en cuenta es que los gastos también se triplicaron», subrayó.
También se nota en los almacenes, donde medido en cantidad de artículos constantes, enero contra enero, la caída fue entre un 20% y un 30%. «Enero es un mes donde la gente se va de vacaciones y como todos sabemos, Rosario no es una plaza turística, por lo tanto se torna más complejo la venta. Este año, mucha menos gente abandonó la ciudad y las que se fueron, estuvieron muy poco tiempo. Pero en diciembre, que es el mejor mes de consumo para nosotros en el año, la venta se planchó muy fuertemente y eso se sostiene este mes», graficó Juan Milito, presidente de la Unión Centro Almaceneros.
Según su análisis, «los valores de la mercadería versus el ingreso de la población en general está muy deteriorado. La inflación en alimentos de diciembre fue un 30% en Rosario. Los que más lo sintieron fueron los sectores populares, porque un kilo de arroz pasó a costar de 900 a 3.000 pesos. Medio kilo de fideos, que valían alrededor de 500 pesos promedio, hoy están por encima de los 1.300 pesos. Eso hace que el consumo merme», dijo. Y pronosticó que ese panorama «se va a agudizar», llegando a afectar también a amplias franjas de la clase media.