Lucas Trigos trabajó en una cumbre de la Unasur, tuvo de comensales a los príncipes de Holanda y la reina de Inglaterra adora su budín.
Fuente: Clarín ~ La cultura gastronómica y las raíces francesas son parte de su esencia. Desde chico, Lucas Trigos (45) se pasaba horas en la cocina y preparaba platos para su mamá y sus hermanos con una naturalidad digna de quien encuentra pronto su vocación. «A los 11 años ya tenía el mando de la cocina, siempre había algo preparado. En mi familia la gastronomía fue algo serio, y yo no paré más», apunta el vecino de Nordelta.
Quería dedicarse a otra cosa, pero todo lo hacía volver a la cocina, como una amante que no lo dejaba olvidar. «El día que me criticaron un plato me di cuenta de que era mi pasión, porque su devolución me dolió muchísimo. No podía dormir y, 15 años después, aún me acuerdo cómo estaba vestida la persona que se quejó y en qué mesa estaba sentada», explica.
El chef de Nordelta Lcas Trigos, haciendo carne “a las brasas” en la televisión.
Su extensa carrera incluye hoteles de lujo, restaurantes de primer nivel, cocinas de países como Francia, España, Inglaterra, Canadá y Mexico. Y, claro está, emprendimientos personales exitosos. Les cocinó a 14 presidentes en la cumbre de Unasur en Bariloche, allá por 2009, a los príncipes de Holanda y hasta a la reina de Inglaterra. “Elogió un budin que ahora llamo ‘el budín de la reina’”, cuenta.
Sin embargo, sigue prefiriendo el aire libre. “Me encanta asar, el contacto directo con el fuego, la leña”, sostiene y recuerda una anécdota muy particular.
“Estaba en Chile y me cuentan que Andrónico Luksić Abaroa -empresario de renombre- estaba pescando, si le podía armar algo para comer. En 15 minutos improvisé una parrilla con cortezas de sauces y mimbres que había cerca del agua. Él no lo podía creer, me decía que estaba loco. En una vara clavé un costillar de cordero que había faenado yo mismo y en una hora y media estaba comiendo”.
A la hora de elegir un ingrediente fundamental para sus creaciones, el vecino de Nordelta está convencido de que no puede faltar el amor. “Esto es una verdad, no es un decir. Aunque esté enojado, si empiezo a cocinar, se terminó el problema -asegura-. Se apaga el cerebro y se activa el alma. Mi corazón está arriba de cada plato hecho por mí”.
Lucas Trigos es, además de cocinero, un sommelier reconocido en el país y en el mundo.
El año pasado, Lucas decidió largar la cocina de un importante restaurante de la Bahía Grande de Nordelta y trabajar de manera más independiente.
“Cada tanto los cocineros necesitan saber contrastar. En esta industria hay muchos que se quejan de lo difícil y sufrido que es el trabajo. Yo la paso bárbaro, vibro cuando lo hago y disfruto», dice.
Y continúa: «Lo que sí es cierto es que el ritmo te agrega muchas responsabilidades y líos por minuto. Si bien no lo paso mal, es destructivo para la familia y la claridad mental. Cada dos años, más o menos, hay que frenar con el ritmo de las 16 ó 18 horas en la cocina porque tomar malas decisiones puede costar hasta el cierre de un restaurante”, explica quien hoy se dedica a dar cursos, organizar comidas de forma privada y diseña una línea de productos envasados.
Aunque lo tientan desde restaurantes del mundo, él decide quedarse en Argentina, aunque las condiciones de trabajo no sean las mejores. “Es el único país de Sudamérica que no valora a sus cocineros. No pagan el precio internacional y no diferencian roles básicos. Acá los proyectos gastronómicos no existen y si te contratan a vos, te pueden cambiar en cualquier momento por alguien que les trabaje por menos plata”.
Seguramente en unos años volverá a estar al frente de un proyecto gastronómico importante, participando de programas de televisión, dando cursos o cocinando para alguna ocasión especial. Lo que es seguro es que Lucas Trigos seguirá brindando su corazón para que aquel que pruebe sus platos nunca lo olvide.