Fuente: Clarín ~ La moda de los locales dedicados a la venta de hamburguesas parece haber disminuido su intensidad. Después de años de crecimiento exponencial, llegó la inevitable saturación y el estancamiento. Esto no significa que la especialidad haya extinguido por completo su energía. Sería imposible en el país que adora la carne vacuna.
Muchos aficionados a este culto gastronómico empezaron a prestar más atención a las propuestas que buscan el camino de la calidad. ¿Qué significa? Valoran la utilización de un pan que no sea el industrial. Aprecian la inclusión de aderezos que salgan de la obviedad de la tríada mayonesa-mostaza-ketchup.
Disfrutan de la inclusión de quesos caracterizados por un perfil más artesanal. Se suman a la idea de que tomates, lechugas y otros vegetales utilizados en la elaboración sean procedentes de productores que aplican el concepto de sustentabilidad.
En el año 2017 dos hermanos cocineros -Fermín y Francisco Vessena– tomaron este camino. No eran principiantes. Sabían muy bien lo que estaban haciendo. Estudiaron los fundamentos de la profesión en la escuela de gastronomía.
Frente de la hamburguesería Fat Broder, en Palermo. Foto Gentileza
Se forjaron trabajando en hoteles, restaurantes, empresas de catering y otras dedicadas al delivery. Ladrillos que los ayudaron mucho en la construcción del emprendimiento y de su fórmula.
Estaban convencidos de que había que utilizar un pan que saliera de lo común. Eligieron la personalidad suave y gratamente esponjosa del pan artesanal de papa y manteca.
Pensaron que dos hamburguesas (mezcla de tapa de asado y rosbif) de 90 g eran mejores que una de 180. Redoblar la caramelización de la superficie de la carne duplicaría la suculencia.
Apostaron a que distribuir los ingredientes coprotagonistas entre dos medallones aumentaría el equilibrio general del producto final. Buscaron la máxima expresión organoléptica posible. Apuntalados por estas convicciones dieron rienda suelta a sus sueños culinarios más desenfrenados.
Dos medallones de hamburguesa, la distinción de Fat Broder. Foto Gentileza
Armaron un local moderno e informal. Esencial. Mesas altas comunitarias, banquetas y boxes. Ladrillos a la vista.
La oferta es tentadora. Se puede empezar con los Thai Chicken Tenders. Tiras de pollo -cuya carne húmeda se fusiona con un rebozado crocante- acompañadas por la frescura de los pickles de rabanitos de la casa y la energía del aderezo de lima y cilantro.
La hamburguesa Fat Jack presenta sus dos medallones de carne que coquetean felices con queso Jack perfectamente fundido, papada de cerdo crocante curada al estilo bacon (jowl bacon), la profundidad de la salsa barbacoa de mango y la frescura de la lechuga y de la cebolla colorada.
La Lucky Lucy Chipotle reúne con éxito carne, cheddar, pickles de pepino, bacon, cebolla colorada y la esencia ahumada y sutilmente picante del chipotle.
La Falafel Veggie demuestra que, sin carne, se puede. Un gran medallón dorado de falafel juega con productos de la huerta y el aderezo de cilantro y lima.
En el local se venden los seis aderezos de la casa. No falta la cerveza artesanal y una selección de vinos elegidos con atención para acompañar las hamburguesas de una manera diferente.
Delivery / Take away Tel. (011) 4832-5249
Horario Mar a dom. De 12 a 00 hs.
Instagram @fatbroderpalermo