Fuente: Clarín Gourmet by María Florencia Pérez ~ Con nuevos dueños, el ex Palacio Español sigue apostando a clásicos como la paella y el cochinillo en su majestuoso salón frente a la Avenida 9 de Julio.
El roble de Eslavonia en las paredes, sus ocho columnas ornamentadas en bronce y las alfombras rojas del salón fueron un escenario a la altura de la ocasión. Después de un cierre de más de dos años originado por la pandemia, el restaurante del Club Español (Bernardo de Irigoyen al 100, frente a la Avenida 9 de Julio), uno de los de mayor tradición en cocina ibérica de la Ciudad, este 25 de mayo volvió a abrir sus puertas.
Detrás del rescate de este clásico espacio ubicado en un edificio que es Monumento Histórico Nacional, se encuentra el entrenador de hockey femenino, Juan Manuel Casas, que en septiembre del año pasado también revivió otro emblema de la cocina española en la Ciudad, el Vasco Francés (Moreno 1370).
En el rebautizado Restaurante Español (hasta 2020, conocido como Palacio Español), los habitués se reencuentran con los arroces y la tortilla de siempre -el equipo de cocina se mantiene intacto- y también con un servicio a la antigua usanza: mozos de oficio siempre pendientes de los comensales, sillas y mesas confortables con manteles impolutos y copas y cubertería acorde al contexto.
El restaurante del Club Español cambió de dueño pero conserva su equipo de cocina. Foto: Maxi Failla
La historia del restaurante del Club Español
El restaurante está emplazado en un edificio que es una presea de la arquitectura porteña. Data de 1912 y es una obra del arquitecto holandés Enrique Folkers que fusiona art nouveau con modernismo catalán y hasta tienen una reproducción de la Alhambra a pequeña escala. Por allí pasaron figuras como los reyes de España Juan Carlos y Sofía y escritores como Federico García Lorca.
Desde hace más de medio siglo, en el club de la colectividad española funciona este restaurante con vista a la calle que fue cambiando de nombres con las sucesivas administraciones que lo llevaron adelante. “Lo notable es que las diferentes concesiones mantuvieron una misma tradición gastronómica”, explica Carlos Rodríguez, a cargo de la gerencia operativa del Restaurante Español.
Así se veía la fachada del edificio del Club Español a principios de siglo XX. Foto: Archivo General de la Nación.
El mayor desafío para la reapertura fue edilicio. Durante la pandemia, la cocina -que se usó para un emprendimiento vecino- sufrió un incendio que demandó trabajos de cableado, cambios en los sistemas de extracción y en la instalación de gas.
Después de casi dos meses de obras, el miércoles 25 de mayo el restaurante pudo volver a funcionar para sus habitués y los curiosos que llegan seducidos por su singular fachada. Una novedad: habilitaron mesas exteriores en el balcón de rejas de bronce que da a Bernardo de Irigoyen.
Qué comer en el restaurante del Club Español
La paella, infaltable en el menú del restaurante del Club Español. Foto Maxi Failla
Para la nueva administración los clásicos son intocables: la tortilla, las rabas, los arroces, la cazuela de mariscos y el pulpo a la española son algunos de los caballitos de batalla.
”Esta es una cocina que se destaca por sus texturas, sus sabores, sus colores. En una paella tenés el rojo intenso del morrón, el verde de las arvejas, el amarillo del azafrán que aporta un aroma tan típico. Y también apostamos a las carnes de montaña que están muy presentes en la gastronomía ibérica”, explica Carlos Rodríguez.
Además del cochinillo (16 mil pesos la pieza entera, para 5 personas) que estuvo siempre y se puede pedir cualquier día, los fines de semana incorporarán otras opciones como conejo, pato, ciervo, liebre y hasta algunas bien autóctonas como la llama y el ñandú.
Menú del Club Español: el cochinillo para 5 personas. Foto Maxi Failla
La carta es amplia y contempla desde opciones para los vegetarianos hasta para los carnívoros vernáculos que prefieren no explorar mucho más allá de la carne vacuna.
Entre los postres, hay clásicos de siempre como el panqueque de manzana al rhum flambeado en la mesa y sabayón tibio al Oporto: “Esas cosas que al cliente le rememoran cuando venía con los padres o cuando festejó en familia el cumpleaños del abuelo”, dice Carlos Rodríguez.
Entre los postres, hay clásicos y nuevas incorporaciones de la carta. Foto Maxi Failla
El precio promedio del cubierto se estima en $ 3.500, pero hay diversas opciones para comer por menos (¡y por más también!). El restaurante está abierto de lunes a jueves de 12.15 a 15.30 y de 20.15 a 0 horas. Viernes y sábados el horario nocturno se extiende hasta las 1 AM.
En estas coordenadas las reservas pagas con anticipación o la cena en turnos de dos horas, como se estila muchos restaurantes de moda, no tienen cabida.
«Al que llega casi a la hora del cierre los atendemos igual que al que viene a las 20. Que coma tranquilo, que pida postre, que haga sobremesa. Tenemos la cultura del servicio de siempre, con mozos con chaleco y moño. Nos debemos a los clientes”, asegura el anfitrión.