Fuente: El Diario Nuevo Día ~ Sin dudas, si algo no le falta a la vida de Huilén Pascual Farina son montañas. Es chef en los cerros más altos del mundo: en el Everest y el Aconcagua.
Nacida en la provincia de Mendoza, Argentina, tiene 27 años y le apasiona lo que hace. Desde muy chica eligió la libertad y encontrar un balance entre su trabajo y hacer lo que le gusta. De a poco fue encontrando su camino, aunque para ello debió vender sandwiches a la salida de locales bailables, encargarse de catherings en hoteles o tener un despacho de comida en Río Gallegos, al sur de su país.
«¿Por qué has trabajado en tantos lugares?», le consultaban en cada entrevista laboral, y su respuesta siempre fue que estaba en una etapa de aprendizaje y que buscaba un estilo de cocina que le llenara el alma. Así fue como conoció la «cocina de alta montaña» y descubrió un mundo nuevo, que le apasionó.
Es técnica en gastronomía y estudió en la Escuela de Turismo, Hotelería y Gastronomía «Islas Malvinas» y el día que logró tener un puesto y poder trabajar en la montaña no hubo marcha atrás. «Me cambió la vida», cuenta.
Con el apoyo incondicional de su familia, es feliz en medio de las montañas a pesar de la distancia. «Sentir la profunda conexión que tengo con las montañas y todo lo que en ellas habita es un vínculo que me transforma constantemente, una fuerza y una energía que pocas veces he sentido y por eso lo elijo como camino de vida. Y espero poder devolver aunque sea un poquito de todo lo que me da», expresa en diálogo con Más Aire.
A su vez, su entorno la potencia: «Las montañas tienen tanto amor y sabiduría para darnos, y eso es algo que no muchos pueden comprender. Por todo esto y mucho más, valorarlas, cuidarlas y respetarlas es de vital importancia».
«Hija de Los Andes»
Al ser mendocina, Huilén se define a sí misma como «hija de Los Andes». Claro, es como el patio de su casa. En Plaza de Mulas, a 4300 metros de altura, es la jefa de cocina de Grajales Expediciones.
Allí, la sensación de sentir algo propio la invade: «El Aconcagua vive dentro de mí, me ha dado tanto que no se como decirlo…Es una montaña sagrada, que desde lo más alto y en silencio nos protege, nos enseña y nos da cobijo».
«Espero algún día estar lista y en su compañía llegar hasta lo más alto de sus caminos (del Aconcagua)», revela, al tiempo que confiesa el plato preferido de los porteadores: lomo a la pizza y milanesas.
Una cara conocida en medio de la pandemia
Ver a una persona conocida en medio de esta pandemia tiene un valor especial. Y más si es a miles de kilómetros de tu país. Eso sucedió en el ascenso del argentino Tomás Ceppi al Everest.
«Pudimos compartir unos minutos nada más por un tema de protocolo en tiempos de Covid-19. Tomi es una persona increíble y un excelente guía. Se siente hermoso el cariño de un compatriota, la compañía y la sensación de no estar sola», recuerda.
El techo del mundo
En el Everest, el Campo Base se encuentra a 5400 metros de altura. Allí, fue contratada por el austríaco Lucas Furtenbach, y tuvo que cambiar su forma de cocinar, ya que los ingredientes con los que trabajaba eran diferentes. «Tuvo que combinar todas las técnicas y recetas, porque la mayoría de los ingredientes eran distintos a los que disponía en la Argentina”, revela.
“Mi estilo de cocina es el de la nona, las pastas. Mi especialidad son las harinas, aunque no tengo problemas en hacer guisos, carnes y verduras al horno, asados o tortillas», detalla.
Rodeada de sherpas, Huilén los admira. «Llevan la montaña en la sangre. Se mueven con total naturaleza, no importa si hay hielo, roca o nieve», sostiene.
«Son personas más que amorosas y educadas, pero sobre todo respetuosos de la montaña y de la vida que arriesgan día a día para que muchos puedan cumplir sus sueños. Me hicieron un lugar y se los voy a agradecer siempre», se emociona.
Con la idea de llevar adelante un tipo de cocina que reduzca al mínimo el impacto ambiental y que brinde alimentos de altísima calidad, no deja de soñar y crear un mejor medio ambiente. ¿Será posible? Ella tiene fe en lograrlo…