Fuente: La Nación – Está ubicado en una esquina exclusiva de avenida Del Libertador, en Martínez; hoy, el edificio se encuentra vallado.
En la esquina de Alvear y la avenida del Libertador, en Martínez, hace más de 20 años se encontraba el epicentro de la vida nocturna del barrio, cuando los hermanos Hugo y Horacio Conzi abrieron el restaurante Dallas, en 2000. El lugar, que se transformó rápidamente en un foco de reunión de grandes figuras públicas, se caracterizaba por el estilo norteamericano y el glamour.
Pero pronto cayó en desgracia cuando uno de sus dueños, Horacio Conzi, fue sentenciado a 24 años y nueve meses de prisión tras asesinar a Marcos Schenone, de 23 años. Los intentos por mantener en auge el local fueron varios, como cambiarle el nombre en reiteradas ocasiones para limpiar su imagen. De hecho hoy se lo conoce como Las Olas Boulevard. También sustituyeron su fachada original color cemento por un naranja chillón. Todo apuntaba a desvincularlo de aquel suceso.
Pero nada fue suficiente y hoy la esquina se encuentra en estado de deterioro y abandono desde hace años. De hecho, hasta hace poco las paredes estaban cubiertas de mugre y grafitis, que se sumaban a la falta de iluminación y al mal olor. Ahora la suciedad se esconde atrás de un vallado, aunque desde el municipio aseguraron que todavía el inmueble no fue vendido. Sí estarían evaluando un proyecto que todavía está ”muy verde”.
Bajo la gestión del anterior intendente de San Isidro, Gustavo Posse, habían confirmado la venta del establecimiento a un empresario gastronómico antes de la pandemia, aunque en ese entonces también sostuvieron que nadie había realizado un pedido de habilitación formal.
En este tiempo, también sacaron la pintura que revestía las paredes, y ahora quedaron los ladrillos grises a la vista. Las mismas fuentes del municipio confirmaron que en el Gobierno de San Isidro se está analizando un proyecto para construir viviendas luego de que se presentaran “algunos desarrolladores” interesados en el lugar.
Además, al ser consultados si esto descarta la hipótesis previa de que el predio se destinaría a la gastronomía nuevamente, dijeron no estar seguros de que esa posibilidad “esté descartada del todo”, aunque los datos que pudieron compartir con este medio indican que actualmente están estudiando planes de “base comercial más viviendas”. Es decir, es posible que se construya un complejo que aúne los dos tipos de inmuebles. De todos modos, remarcaron que, con acercamientos empresariales y análisis del municipio de por medio, “todo es muy prematuro todavía”. Lo seguro, afirmaron, es que “la municipalidad no está haciendo nada ahí: ni poniendo ni sacando”.
Qué dicen los vecinos
Lautaro trabaja hace unos meses en la barra de Mad Pasta, un local gastronómico que se ubica enfrente del ex Las Olas. Al ser consultado por la situación del edificio vecino, contó que nunca vio obreros o gente trabajando en el lugar. “Siempre nos preguntamos qué van a hacer, pero no escuchamos rumor sobre nada”, dijo.
Daniel es dueño de otro local que frente al exrestaurante, Tío Dani, desde hace un año y medio. Tampoco sabe si hay algún proyecto desarrollándose en el edificio abandonado, pero sobre la pintura naranja que sacaron contó: “Me pareció escuchar que lo sacaron porque se estaba desprendiendo. Yo vi que se había caído un pedazo. Me fui un mes y, cuando volví, ya estaba así, tapiado, pero nunca vinieron a hacer nada”, comentó.
Lo que sabe lo leyó en este medio hace un par de año —la hipótesis de la adquisición del predio por un empresario gastronómico—, aunque nunca se llegó a saber de quién se trataba. “No hay idea de nada. Nadie te dice nada. Si me preguntás a mí, que pongan una súper galería con muchos locales. Eso traería circulación de gente”, dijo.
En el barrio, además de aquel primer rumor, se llegó a hablar de la intención de construir oficinas. También dijeron que intentaron habilitar el desarrollo de un famoso supermercado, y luego de una popular tienda chilena que hace poco abandonó el país, pero nada de esto pudo llevarse a cabo por tratarse de una zona residencial con ciertos parámetros arquitectónicos para la construcción de edificios.
“Acá solo estuvieron poniendo esas publicidades en el cercado [de una marca conocida de cerveza]. Taparon los grafitis y la suciedad. Se ve que lo hicieron para que no fuera tan desagradable a la vista. Pero no sé quiénes lo hicieron. Además, semejante local no lo puede comprar cualquiera”, sostuvo Mariana, de Elite Chocolates, sobre avenida Del Libertador al 13775.
Es que el inmueble tiene alrededor de 4635 metros cuadrados. Y además, como se contó, existen varias restricciones municipales para la construcción, por ejemplo, las estructuras no pueden superar los tres pisos.
Myriam, del local Capriccio, al lado de la chocolatería, trabaja ahí hace cuatro años. Desde entonces jamás vio que hicieran obras o alteraciones significativas en el lugar, más allá de las veces que pasaron trabajadores de la municipalidad para limpiar las veredas. “A mí lo último que me dijeron, en diciembre del año pasado, fue que eso es muy difícil de vender, porque acá el municipio no te deja ir para arriba. Entonces, a las constructoras no les interesa”, contó.
Además, opinó que es probable que lo hayan tapiado porque había gente que entraba a dormir ahí, pese a que solía haber vigilantes en la vereda. También detalló que una vez vio a obreros sacando la famosa pintura naranja: “Les pregunté quién los mandó a hacer el trabajo, pero solo me dijeron eso, que los habían mandaron. No hay más noticias, nada concreto”, agregó. Y por parte de la municipalidad, insistieron en que nada de eso fue por pedido de ellos.
En diciembre, continuó Myriam, un cliente suyo dueño de una inmobiliaria le contó que él tenía a la venta el terreno y que, al contrario de lo que se había comentado hace unos años, el lugar nunca había sido adquirido por nadie. Ahora queda esperar a que alguno de los proyectos presentados al municipio sea aprobado definitivamente y se confirme la construcción del complejo que hoy están analizando.
El caso Conzi
El 25 de noviembre de 2005, Horacio Conzi fue condenado hoy a 25 años de prisión por el homicidio de Marcos Schenone, cometido el 16 de enero del 2003 en Béccar, y las cuatro tentativas de homicidio de las personas que viajaban junto a la víctima en el remís que fue atacado a balazos.
El Tribunal Oral Criminal 4 de San Isidro dio por acreditado en ese momento que Conzi, comprendiendo la criminalidad de sus actos, efectuó 14 disparos contra el auto en el que viajaba Schenone con Gustavo Pacheco, Patricia Alonso, Gisella Carabetta y el chofer Rodolfo Fernández, quienes sobrevivieron al ataque.
La decisión fue tomada por unanimidad por los jueces Osvaldo Rossi, Federico Ecke y Carlos Vales Garbo.
El crimen de Schenone, de 23 años, un joven deportista que se dedicaba al mountain bike, ocurrió la madrugada del 16 de enero de 2003. La víctima había estado besándose dentro de Dallas-Las Olas Boulevard con una chica a la que Horacio Conzi había intentado conquistar esa misma noche.
Según la sentencia, en un ataque de celos, Conzi ordenó que echaran del local a Schenone, a la chica y a sus amigos. Cuando el grupo abordó un remís para retirarse, los persiguió durante 40 cuadras por la avenida Del Libertador con su camioneta y al llegar a la altura de Beccar, abrió fuego y vació el cargador de una pistola calibre 9 milímetros.
Schenone murió al recibir tres balazos por la espalda, mientras que las dos chicas y el remisero resultaron heridos; el único ileso fue un amigo de la víctima.
Conzi estuvo prófugo durante 57 días hasta que el 14 de marzo de 2003 fue detenido por la Policía Federal. Estaba en Mar del Plata, portaba un documento falso y llevaba puesta una peluca.