Fuente: Clarín Gourmet by Daniela Gutierrez ~ El Puentecito es el segundo restaurante más antiguo de la Ciudad y el único que se mantuvo tantos años en el mismo local.
Tanta historia hay en este bodegón de Barracas famoso por sus suculentas costillitas a la riojana que hasta llegó a tener su propio museo. No es para menos: desde 1873 -año de su fundación- a la fecha pasó un siglo y medio en que generaciones enteras de vecinos, trabajadores de la zona y decenas de personalidades cuyas fotos decoran el local comieron en sus mesas.
Lo antiguo no opaca su vigencia: El Puentecito sigue llenando sus salones los fines de semana a pesar de que se encuentra alejado de los grandes polos gastronómicos: para llegar hay que adentrarse en una zona fabril y cruzar el Riachuelo. Está rodeado de grandes depósitos que hacen que su arquitectura resalte y se distinga al llegar a sus coordenadas.
En 2019 fue declarado de interés cultural por la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires. Hasta no hace mucho, abría las 24 horas. Hoy el público es variopinto, los días de semana los visitan los trabajadores de la zona. En cambio, viernes, sábado y domingo las mesas se agrandan y reciben familias enteras.
“Los nietos que antes venían con sus abuelos hoy traen a los suyos”, señala Fernando Hermida, encargado y socio del lugar.
Cómo es El Puentecito y cuál es su historia
El Puentecito, en la esquina de Vieytes y Pedro de Luján, en Barracas. Foto: Rolando Andrade Stracuzzi.
El lugar es amplio y se divide en tres salones contiguos. Detrás, aparece un pequeño patio, muy bien cuidado, que es la antesala de “La Matera”, un espacio, donde hasta la pandemia, funcionó un museo del restaurante y donde hoy hay mesas pero que solo se utiliza en invierno porque, al ser patrimonio histórico no puede modificarse por lo que el aire acondicionado no es una opción.
En cada rincón, en cada detalle, El Puentecito da testimonio de su valor histórico. Si se considera la permanencia en la misma ubicación, este restaurante es el más antiguo de la Ciudad. La disputa por ese título la pelea con El Imparcial, local que nació en 1870 pero que en 1933 se mudó a la esquina de Hipólito Yrigoyen y Salta, donde hoy sigue existiendo.
El Puentecito nació en 1790 como posta de carretas. Los carruajes paraban allí a descansar, munirse de mercadería y, luego, seguir camino. “Cargaban y descargaban mercadería en los galpones y se iban para el sur. Acá a unos metros estaba el puerto de Buenos Aires”, describe Fernando. Con el tiempo se transformó en una posada y luego en un bodegón.
Don Fernando Hermida, padre de Fernando y ex marino, emigró a Argentina en el año 1948 junto a su hermano. Labró su experiencia gastronómica iconos porteños como la tradicional confitería La Giralda y la pizzería Roma de la calle Lavalle. En 1958 accedió a formar parte de la sociedad que manejaba El Puentecito cuya conformación fue cambiando a lo largo de los años. Uno de los salones de El Puentecito. Foto Rolando Andrade Stracuzzi.
“Mi viejo cambió las mesas, puso manteles, lo mejoró”, cuenta con orgullo y emoción su hijo Fernando quien desde 2006 está al frente del local con cinco socios más. El Puentecito sobrevivió la pandemia fuerza de delivery y mesas en el patio. “Lloré sentado en el salón vacío solo, lloré mucho, tenía miedo de perder todo lo que había levantado mi papá”, confiesa Fernando.
Gracias a la lealtad de sus empleados, algunos con más de 4 décadas de servicio en el lugar, pudieron subsistir y este 2023 cumplen 150 años. Hoy volvieron a sus mesas los comensales de siempre y los nuevos, que llegan recomendados por el boca a boca, su única publicidad, porque no utilizan redes sociales.
Qué comer en El Puentecito
Las costillitas a la riojana de El Puentecito. Foto: Rolando Andrade Stracuzzi.
La carta es amplia y contiene platos tradicionales que se ofrecen hace años. Fernando confiesa haber querido hacer cambios pero no pudo lograrlo porque los comensales le reclaman cuando intenta innovar: “No podés, te tiran la bronca yo quise sacar los calamaretis a la lionesa y no pude, los tuve que volver a poner en carta porque la gente que viene de toda la vida los pedía”, señala resignado.
Como buen descendiente de españoles el encargado de El Puentecito sabe de pescados y lo que sí pudo implementar es una tabla de mariscos y pescados para picar entre varios ($ 4.200 para 2 y $ 8.400 para 4 personas). “Desde que la propuse la aceptaron”, señala orgulloso. “De vez en cuando sirvo merluza negra, cuando la consigo. Es cara pero el que sabe lo que es, la pide”, señala.
Las tortillas se sirven con papas y cebolla ($ 1.200) o a la española con chorizo colorado ($ 1.800). “Acá la gente se sienta y pide las rabas, el 80% las come como entrada”. El secreto del éxito no quiere revelarlo pero adelanta que el corte tiene mucho que y que el tipo de cocción también: “Acá se cambia el aceite todas la semanas», aclara. La porción de rabas vale $ 2.200. La Paella para compartir. Foto: Rolando Andrade Stracuzzi.
En El Puentecito tienen una freidora para las papas fritas, otra para los mariscos y las milanesas se frien en sartén. Este detalle es parte del legado de su padre: “Al cliente se le cuida el estómago, porque si lo cuidás, vuelve”, cuenta Fernando que pregonaba su padre.
La paella se hace con arroz doble carolina, que se sirve al dente. “La paella tiene sus secretos, un buen fumé de pescado, si le ponés solo agua al arroz, no tiene gusto a nada”, sentencia y suma: “Usamos azafrán español, no cúrcuma como hacen otros, cuando no me creen que es español le saco la capsulita como prueba”, asegura.
Este plato español trae mejillones, langostinos, gambas, berberechos -cuando hay- y le ponen pollo, aunque la original lleve conejo, admite. “Mi papá la hizo con conejo y no gustó”. La terminan con morrón, arvejas y ostiones. Comen 3 personas y vale $ 4.000.
Las costillitas a la riojana ($ 3.000) le dieron fama, si es que lo necesitaba, a este lugar. Llevan fetas de jamón a la plancha, papas fritas, arvejas, morrón y dos huevos fritos, son 4 costillas y es para que coman dos personas. “También servimos media porción, eso sí pude adaptarlo”, cuenta Fernando entre risas. La tortilla es una de las entradas más pedidas en El Puentecito. Foto: Rolando Andrade Stracuzzi.
También ofrecen pastas caseras. Y en invierno sirven como plato del día delicias de olla como lentejas españolas, mondongo y locro salteño. Para los carnívoros también hay opciones. Los que van hace años saben que la tira de asado ($ 3.400) es larga. “Nuestra tira es del ancho del costillar”, se jacta el dueño de casa. Es del estilo que hoy se conoce como banderita y y se sirve cortada al medio.
Los postres, como era de esperar, también son opciones clásicos. Hay flan casero, tarantela, panqueques, queso y dulce y, los más elaborados, copa Melba y Don Pedro.
El Puentecito. Vieytes 1895, Barracas. De Domingos a Jueves de 12 a 16 hs. Viernes y sabados de 12 a 16 y de 20.30 a 0. Whatsapp: 11 6030-8321.