Fuente: El Norte – Los precios de la carta aumentaron un 20 por ciento promedio en relación a los valores previos a la devaluación de la moneda nacional.
Aunque los propietarios de bares y restaurantes afirman que el costo de la carne subió 47 %, el pollo 37 % y los quesos un 35 %. En la segunda quincena de agosto la demanda cayó un 50 %, advierten los empresarios gastronómicos. Una cita de dos, con plato principal, bebida y postre, supone un gasto no menor a los 10.000 pesos. Aunque ese costo puede duplicarse, según el menú que se elija.
Empresarios gastronómicos fueron muy explícitos al momento de responder sobre el impacto de la devaluación y el aumento de precios de los alimentos en la demanda de clientes. “Está dificilísimo, pero hay que adaptarse pensando en que la gente pueda consumir”, explican.
“Agosto estuvo muerto. El porcentaje de clientes cayó la mitad”, aseguraron en Growler. No hay que ser un gran analista para entender que la menor demanda está –directamente- asociada a la fuerte suba de los precios de alimentos, que encareció un 20 por ciento el costo de una cena en bares y restaurantes. En el desagregado de productos de mayor demanda encontramos un incremento del 47 % en carne vacuna, un 37 % del pollo y un 35 % en productos lácteos, cuentan los propietarios de bares y restaurantes. “No trasladamos todo esos aumentos a la carta porque perderíamos más clientes”, comentó el propietario de Growler.
Los precios que siguen a continuación fueron relevados en Bartolomé, El San Martín, Menchaca, Café de la Plaza, Baku, Good Beer, Growler y Cervecia.
Una milanesa de carne con guarnición (puré o papas fritas) cuesta $3.400. La milanesa de pollo, también con guarnición, se cobra $3.100. Una napolitana de pollo o carne, $3.900. Y la milanesa Suiza o Americana, $4.050.
Una entraña de campo (900 grms) acompañada de un salteado de verduras, huevo frito y papas, se paga $10.800. Y una tabla de carnes (ternera, pollo y cerdo), también $10.800.
Aquí van algunos precios para los amantes del pescado: salmón grillado a $7.500, boga grillada a $3.800, pacú grillado a $5.000, y filet de merluza con guarnición a $3.800.
Pizzas y pastas
Pasemos a las pizzas. Una mozzarella cuesta ahora $3.000. Una fugazzetta, napolitana, especial, marguerita o calabresa, $3.300. Una pizza de cuatro quesos se cobra $3.800 y una veggie $3.200.
Las pastas son, tradicionalmente, platos con precios más accesibles que los que incluyen carnes. Unos tallarines (con crema, salsa filetto o mixta) cuestan $3.000, los ñoquis $3.200 y un plato de sorrentinos de jamón y queso se cobra $3.300. Los ravioles, en tanto, $3.200.
A ello hay que sumarle la bebida, claro. Una gaseosa chica cuesta $600, al igual que un agua (con o sin gas). Una botella de vino, en tanto, tiene un costo muy variable, de acuerdo cuál se elija. Pero el más barato no baja de los $2.000. Una pinta, para los amantes de la cerveza, puede costar entre $1.200 y $1.500, según la marca y el estilo.
Finalmente, sumemos el precio de algunos postres: un Don Pedro cuesta $2.000, el brownie se paga $2.050 y un flan con caramelo $1.200.
La cuenta
Según estos valores, una cena para dos puede costar unos $12.000 si se elige un menú clásico: milanesa con guarnición, bebida y postre. El costo casi se duplica si se opta por carnes a la parrilla. Si se pide pastas, la cuenta para dos comensales puede rondar los $10.000. Quienes pidan pizza estarán gastando bastante menos. Claro, al ticket final habrá que adicionarle un 10 % de propina. Con o sin aumento de precios, ese gesto de buen cliente no debe abandonarse.