Fuente: iProfesional – Con inspiración europea, Le Blé se convirtió en una opción sibarita y una oportunidad para franquiciados de Buenos Aires y muy pronto también de Madrid
Como su padre,Paul Petrelli (60) trabajó en la industria aeronáutica. Comenzó como vendedor y llegó a ser el número uno de LAN Argentina. Tenía un muy buen sueldo y vía libre para viajar por el mundo cuando quisiera; su vida era el sueño de muchos. Sin embargo, en 2008 renunció a todo para fundar junto a su esposa,Donatienne Fievet (52), Le Blé,un café-resto que hoy, a quince años de su fundación, lleva inauguradas 39franquicias en Buenos Aires; y están próximos a abrir tres más y desembarcar en España.
Primero le dijeron que dejar su trabajo era una locura y después que poner el café en Colegiales no iba a funcionar y, aunque les insistieron, el matrimonio abrió el primer Le Blé en Álvarez Thomas y Céspedes, lejos de los bares palermitanos y de los centros turísticos. Petrelli y Fievet lo tenían bien claro, querían un bar de barrio lindo, sencillo y con una carta que satisficiera a los vecinos que disfrutan de comer bien, rico y casero. La idea, cuenta Petrelli, fue devolverle a los barrios aquellos bares con aroma a café con leche y croissants recién horneados que alguna vez los porteños disfrutaron, pero que se fueron perdiendo con el auge de las cadenas norteamericanas y las panaderías industriales.
«Hoy suena todo muy lindo, pero no fue fácil, y más aún salir del mundo corporativo. Tenía un cargo muy importante, un sueldo interesante, viajábamos en primera clase y vivíamos en buenos hoteles. Pero con Dona, que es belga, también queríamos cumplir el sueño de emprender y devolverle a los barrios esa mezcla de cafetería y panadería con restaurante que ya no había en Buenos Aires y que tanto nos recordaban también a Europa», cuenta Petrelli a iProfesional.
En septiembre de 2008, inauguraron el primer Le Blé, que en francés significa El Trigo, y contra todos los pronósticos fue un éxito inmediato. Con frío o calor, desde el primer día los clientes hacían cola para entrar; razón por la que en menos de un año decidieron abrir un segundo Le Blé en Villa Crespo. «El crecimiento fue orgánico. Se trató básicamente de hacer un buen plan de negocios. Vengo de una empresa en la que la gestión es sumamente importante y la experiencia adquirida fue clave para Le Blé. Por eso yo me ocupo de lo empresarial y Dona de todo lo que tiene que ver con la estética, la imagen y la renovación de carta», cuenta Petrelli.
En 2011 aun con solo dos sucursales, pero enfocados en el futuro, inauguraron una planta de producción pensada para abastecer los locales que ya sabían, serían de franquicias. «Es que las franquicias te dan la posibilidad de una expansión rápida sin capital propio. De todas maneras, hay momentos donde tener locales de uno es importante porque sirven para entender lo que sucede en la calle, te permite experimentar y te sirven como punto de entrenamiento», explica el empresario que ya lleva inauguradas 39 franquicias y tiene 3 locales propios.
«El año pasado mudamos la planta a una más grande de unos 1000 metros cuadrados con la que triplicamos la producción y le dimos a nuestros 120 empleados un lugar más cómodo para trabajar porque claro, nuestra fábrica anterior era chiquita y la fuimos ampliando a necesidad hasta que no dio para más. Ahora podemos tener un crecimiento más ordenado».
Dejaron todo para cumplir su sueño del negocio propio y fundar Le Blé, un bar de barrio con un toque bien europeo
Hace 15 años cuando el primer Le Blé abrió sus puertas fue una novedad, sin embargo, Petrelli hoy reconoce que el concepto está más «trillado» y que aparecieron competidores de todo tipo. Aunque en un comienzo le costó asimilarlo, ahora entiende que hay lugar para todos «Eso sí, no es lo mismo entrar ahora que en el 2008; nosotros ya tenemos un camino recorrido, nos podrán copiar las rayas de los toldos, pero es imposible recrear la calidad de nuestros productos y la contundencia de la marca», remarca orgulloso.
Para obtener una franquicia Le Blé, se requieren unos u$s120.000
Para abrir un café resto Le Blé se necesitan alrededor de u$s120.000 considerando el canon de ingreso y la obra civil. Por mes y en promedio, cada punto de venta factura alrededor de $16.000.000 y, dependiendo del trabajo del franquiciado, los márgenes de ganancias van de entre el 10 y el 24%. «Claramente un franquiciado presente hace la diferencia. Si te dedicás a jugar al Paddle 4 veces a la semana y te va mal en el negocio, nos sé, dejá un poco el Paddle. La realidad es que podes compensar la presencia si sos muy hábil y la tenés muy clara.», advierte.
Aunque por ahora solo están ofreciendo franquicias del café restó, Le Blé trabaja también otros formatos de negocio: el foodtruck para eventos, las boulangerie (panaderías) y desde hace dos meses las ventanas para take away.
Cuando Petrelli habla por primera vez con un potencial franquiciado lo primero que le cuenta es lo sacrificado que es el trabajo en gastronomía. «Les digo que van a terminar peor que Alberto después de 4 años de presidencia; que va engordar; que le van a salir canas y que es un espanto. Si después de todo eso me vuelve a llamar, nos juntamos y les cuento las vicisitudes del negocio y si aun así sigue insistiendo y a mis socios le parece bien, firmamos contrato», explica el empresario gastronómico.
Los socios de Le Blé son tres: los fundadores, Dona y Paul, que participan con un 45% del negocio cada uno y Raúl Sánchez, que tiene el 10 % restante y que se sumó a la sociedad hace 6 años como franquiciado y que finalmente terminaron asociando.
En cuánto tiempo se recupera la inversión en esta franquicia
Por local, qué tiene que tener al menos 100 metros cuadrados, se necesitan 15 empleados y el tiempo de recupero de la inversión oscila entre los 24 y 36 meses, pero en este punto Petrelli prefiere ser cuidadoso y no hacer falsas promesas.
Las franquicias Le Blé tienen un margen de ganancias de entre un 10 y un 24%, según el desempeño del franquiciado
«En Argentina estimar en cuánto tiempo vas a recuperar una inversión en dólares es delicado porque así como tuvimos un dólar estable, después de las elecciones te puede agarrar una devaluación del 50% y el tiempo de recupero de repente se te va a alargar. Yo lo pongo en otros términos: puede que el tiempo de recupero de la inversión se estire, pero si mañana un franquiciado me dice le salió una oportunidad y se va a vivir a España o que se cansó o descubrió que esto no es lo suyo; no hay problema, vendemos la franquicia por el mismo valor que la compró y recuperar su inversión. O sea que una franquicia es un activo, uno trabaja sobre ese activo y el flujo de fondos de caja es el que uno utiliza para vivir; podés considerarlo como retorno de la inversión, pero lo importante es que el día que te quieras ir lo vendes muy bien porque lo que estás vendiendo es una marca; al café pirulo no se lo vendes a nadie«, argumenta.
Antes de despegar un avión los pilotos tienen que repasar una lista completa de acciones, desde las más básicas hasta las más complejas; de esa manera se aseguran nunca pasar por alto un paso y evitar accidentes. Lo mismo hace Petrelli con sus franquiciados, a cada uno le da el listado de tareas a realizar desde que llegan al local hasta que se van. No le fue nada mal, en 15 años, asegura, ningún Le Blé cerró por motivos propios del negocio.
«Los franquiciados tienen todo detallado: levantar la persiana, apagar la alarma, encender las luces, prender las cafetera, revisar la mercadería y verificar los vencimientos; todo está minuciosamente detallado porque, como todo negocio, se requiere disciplina y hábitos», añade.
Con un ritmo de 5 nuevas franquicias por año, Petrelli se subió a otro avión e inició el proceso de internacionalización de la marca y si todo sale como lo planea, durante el primer semestre del 2024 desembarcará con un Le Blé en Madrid (España).