Fuente: Clarin ~ Tras años de recesión y pandemia mediante, se consolida la idea del “país que pudo ser” pero que cada vez está más lejos de serlo. El imaginario de un país en potencia al cual sus elites políticas no le han permitido ser, y la idea de que el ciudadano debe conformarse y lidiar solo con la frustración y desesperanza, tiende a profundizarse.
Los acontecimientos políticos y económicos de julio generaron mayor percepción de fragilidad estructural y acrecentaron la mirada negativa: 7 de cada 10 argentinos tienen una mirada crítica de la situación del país y 73% cree que la crisis económica es inminente.
La macroeconomía está afectando a todos los niveles socioeconómicos y el argentino rápida y vivazmente despliega su kit de supervivencia, que fue enriqueciendo y mejorando a lo largo de las distintas crisis, donde la herramienta más relevante es la propia inteligencia y viveza para palear la complejidad del momento -habilidades intelectuales, laborales, de estrategias de compra, de ahorro, etcétera.
Porque si algo sabe el argentino es surfear los vaivenes. Tenemos conocimientos y experiencia adquirida. Somos una sociedad preparada para el bajón económico y la resiliencia es parte de nuestro ADN, tanto como el mate y el fútbol. Hoy 3 de cada 4 hogares restringen su presupuesto habitual, ya sea porque efectivamente no llegan o porque se preparan para el cimbronazo.
Para la gran mayoría de la población, consumir está resultando un gran esfuerzo. Obligados a cambiar el set de consumo y destinando el presupuesto solo para lo básico, recortan en los consumos más hedónicos como salidas y compra de indumentaria. El placer que intentan sostener -aunque esporádico – es en algún alimento gratificante para la familia.
Sin embargo, hay otra porción minoritaria de la población, la clase alta, que si restringe es preventivamente. Recortan o switchean marcas en los consumos que sienten que no les aportan valor, generalmente los más básicos, pero mantienen y hasta casi exacerban el consumo hedónico: comer afuera, electrodomésticos, entretenimiento, ropa.
¿Por qué? Cualquier población, resuelta las necesidades básicas, aspira a consumir en tres rubros: viajes, auto y vivienda. Hoy esos tres consumos son en dólares y cada vez más inaccesibles. Esa es la verdadera bimonetización de la Argentina. Entonces las clases medias altas y altas, con la tranquilidad de lo básico resuelto, “queman” el billete pesos en todos los consumos de ocio y recreación posibles.
Desde ahí, se explica que los bares y restaurantes estén llenos, que Coldplay agote entradas y que las casas de electrodomésticos exploten el día después de la salida de Guzmán.
Sin ir más lejos, el índice de confianza del consumidor del DiTella en junio crece 7,7 puntos y el principal impulsor de ese crecimiento es el subíndice de “es un buen momento para comprar bienes durables”, es decir heladeras y TV Led, porque para la casa y el auto no da.
Sí, la gente tiene el casco puesto, pero mientras espera a que caigan las bombas, si tiene un peso se lo gasta, porque inclusive quizás la guerra nunca llegue. En nuestra historia nada de lo que era obvio terminó pasando y si bien vamos camino a una obviedad dramática, la Argentina siempre puede sorprender. No la subestimemos.